Barcelona

El alma del paisaje toma el Espai Thyssen de Sant Feliu de Guíxols

Carmen Thyssen ante una obra de Edward Hooper en la exposición de Sant Feliu
Carmen Thyssen ante una obra de Edward Hooper en la exposición de Sant Feliularazon

Un paisaje nunca es inocente, siempre hay esa rúbrica secreta que abre los márgenes, que esclarece las sombras, que enfoca la luz y revive los colores. El cuadro pasa a ser otra cosa, una especie de transparencia que expresa algo mucho más allá de lo que muestra, una inteligencia y un estremecimiento humanos. Un puente lejano, una barca en un mar en calma, una flores dejadas caer en la ladera se convierten en auténticos gritos y susurros de una única verdad, que el hombre es parte de la naturaleza, es decir, que hay tanta humanidad en un árbol como en un hombre. Seguir los últimos 150 años de paisajismo pictórico lo demuestran con creces.

Del naturalismo a los orfistas

El Espai Thyssen de Sant Feliu de Guíxols explora a través de 54 cuadros la evolución de cómo los artistas se han relacionado con su entorno. De Alfred Sisley a Edward Hooper, del naturalismo al orfismo, pasando por el impresionismo o las vanguardias, la muestra deja claro el valor del paisaje como uno de los ejes principales de las bellas artes. Exposición de múltiples matices, nada hay gratuito en un recorrido que sigue la metamorfosis de cómo el hombre y el artista hacen de la naturaleza su propia caja de resonancia.

Entre las obras que se pueden ver, hay obras de pintores locales, como josep Amat i Pagès, Emili Grau Sala, Ramon Martí i Alsina o Modest Urgell. Además, se incluyen maestros internacionales de la talla de Eugène Boudin, Robert Delaunay, Paul Gauguin, Alfred Sisley, Wassily Kandinsky, Edward Hopper oThomas Birch. «Hemos construido un hilo conductor que refleja el alma del paisaje y cómo los artistas han evolucionado en la construcción de su entorno en una gramática que refleje sus verdaderos deseos», asegura Pilar Giró, comisaria de una exposición que se podrá ver hasta el 13 de octubre.

Bajo el lema «Sisley-Kandinsky. Hooper», la exposición está formada por cuadros de los fondos del museo Thyssen Bornemisza, tanto en Madrid como en Málaga. Dividido en pequeñas salas temáticas, comienza por la «Trascendencia del realismo», en la que se instalan los artistas de mediados del XIX. Luego se estudia la «Fragmentación de la luz», en cómo los pintores focalizan en la luz dónde el espectador tiene que centrar su mirada. Por último, «La transformación del color» saca a relucir la revolución cromática que dominarán las vanguardias.

Hacia Montjuïc

La baronesa Thyssen sigue emocionada con la posibilidad de abrir otro museo basado en su colección en Barcelona, en este caso en la Avenida Maria Cristina. Su predisposición, tal y como indica, es máxima, pero empieza a lamentar el retraso de las administraciones a buen puerto. «La idea sólo puede aportar cosas buenas. Me gustaría mucho estar en Montjuïc y sé que necesitan que yo esté allí para llevarlo a cabo», dice la baronesa Thyssen.

Esta idea implica que las 1.300 obras de los fondos de Carmen Cervera puedan rotar y ocupar las paredes de sus centros en Madrid, Málaba y Barcelona. De hecho, a partir de noviembre, caducará la cesión en préstamo al Estado de la colección de la baronesa, y sobre la que todavía no hay acuerdo. Mientras la baronesa lucha en múltiples frentes, su colección sigue invitando a la excelencia desde la luz y el color.