Espectáculos
El «backstage» de la magia
Alex Stone logra en «Engañar a Houdini» desentrañar todos los secretos de magos, mentalistas e ilusionistas y por qué nos fascinan
Alex Stone logra en «Engañar a Houdini» desentrañar todos los secretos de magos, mentalistas e ilusionistas y por qué nos fascinan
En 1926, en «El cisne azul», un pequeño restaurante del sur de Praga, Karl Boitreck, el lavaplatos del local, un hombre de largos cabellos grises y ojos de un profundo y enigmático amarillo, sacó un corcho de la mano como de la nada y se lo lanzó al ojo de su jefe, el orondo Lubomir Herko, que acababa de despedirle.
El asombro fue general. «¡Vuelve a hacerlo!», le gritó Adolfo Schwarzenberg, el dueño del local, que acababa de entrar a las cocinas. Boitreck no lo dudó, dijo algo así como «¡hecho!» en alemán, volvió a sacar de la nada un corcho y volvió a tirárselo a su jefe, dándole en el otro ojo.
Nadie podía creer lo que estaban viendo. ¿Cómo había hecho ese truco? ¿Pero era un truco? «¡Es el sacacorchos!», dijo entonces la señorita Karen Elgar, una bonita bohemia que también acababa de entrar en la cocina tras la extraña obertura espontánea de dos botellas de vino vienés en el salón. El orondo Lubomir Herko lloraba en el suelo, humillado y dolorido, mientras Boitreck había atrapado una de esas botellas de vino vienés y exclamó, «¡sí, soy el sacacorchos, pero tengo más trucos!» y dio un trago a la botella.
Adolfo Schwarzenberg no lo dudó, tenía que ayudar a convertirse a ese hombre en el mayor mago del mundo. La leyenda dice que su viejo jefe nunca pudo arrancarse los corchos de sus ojos, y que vagó por todo el mundo en busca de Boitreck a oscuras para que le quitara esa maldición, pero eso podría ser una exageración. Lo que no hay duda es que allí parecía haberse descubierto el primer mago real de la historia.
Embusteros honestos
Por supuesto, Boitreck no fue nunca un mago de verdad y todavía no existe evidencia alguna de que haya existido alguna vez alguno. Sólo hay dos tipos de magos, los embusteros honestos, que son los que viven de sus trucos, y los embusteros deshonestos, de los que quieren hacer creer a los demás que no utilizan truco alguno, que lo suyo es un poder sobrenatural. al menos así los define Alex Stone en el ensayo «Engañar a Houdini. Magos, mentalistas, ilusionistas y los poderes ocultos de la mente» (Debate).
Stone era un aspirante a mago que incluso entró en la Asociación Americana de Magos y juró respetar los secretos que allí se le revelarían. Cuando en 2005 viajó a Estocolmo para participar en las Olimpiadas de Magia, el futuro le parecia brillante, pero su actuación fue tan desastrosa que los jueces casi le hechan con telequinesis del escenario. No pasaría mucho tiempo para que, en un artículo suyo revelase el funcionamiento de uno de sus trucos y la Asociación Americana de Magos le echase de la institución para su vergüenza. tanto mejor, ahora Stone no tiene ninguna cortapisa moral para hablar de lo que tan bien conoce invitándonos a un pequeño paseo por la historia de la magia, pero sobre todo en cómo nuestra mente funciona a favor de los magos, ansiosos siempre de volver a tener la sensación de maravilla.
Para Stone, la magia no es más que otra rama del teatro y, por ello, el mago no es más que un payaso con grandes habilidades. La comedia, que se basa en la sorpresa, o la rotura de las expectativas lógicas, es la misma base en la que se basa la magia, «por eso la mayoría de gente se ríe después de presenciar un truco», escribe. A partir de aquí también nos explicará cómo funciona nuestro cerebro, cómo es fácil engañarlo basado en la simplificación que hace de la percepción de la realidad, lo que deja muchos puntos blancos. Pone por ejemplo el truco del 8 de picas y el 9 de tréboles. Si los tienes encima de la baraja y les das el 9 de picas y el 8 de tréboles a la gente, el engaño está servido. Les dirás que los pongan en medio de la baraja y les asegurarás que puedes hacer que suban al principio. Cuando saques tus dos primeras cartas, aplaudirán a rabiar, sin darse cuenta que los números y los palos de la baraja no coinciden.
El libro está lleno de historias fascinantes, siempre contadas en primera persona por Stone, mientras nos explica su particular viaje al corazón de la magia. En su camino nos tropezaremos con el mismísimo Juan Tamariz, así como otros ilustres magos del pasado, presente y futuro. Por ejemplo, nos encontraremos con Houdini y cómo empezó su vida como espiritista, engañando a viejas viudas diciéndoles que les podría poner en contacto con sus seres queridos, algo de lo que se arrepentirá toda la vida.
En definitiva, la magia es un juego que nos permite volver a esa infancia perdida en que todo era nuevo y misterioso. Quién no querría volver allí.
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