El desafío independentista

El separatismo se desinfla a las puertas de la Diada

Caen los inscritos a la manifestación del 11-S. La ANC hace un llamamiento a apuntarse para la movilización independentista

Durante años, el separatismo ha logrado grandes éxitos en la calle
Durante años, el separatismo ha logrado grandes éxitos en la callelarazon

Caen los inscritos a la manifestación del 11-S. La ANC hace un llamamiento a apuntarse para la movilización independentista.

El independentismo atraviesa sus horas más bajas. No solo a nivel político, donde los recurrentes choques entre los partidos han desembocado en un enfrentamiento y en una división prácticamente irrevertible y convierten en impracticable cualquier intento por trazar una nueva hoja de ruta unitaria hacia la independencia, sino también a nivel social, donde las bases han empezado a proyectar sustanciales signos de desánimo. Hace poco más de un mes, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat –CIS catalán– arrojaba un rotundo retroceso de los partidarios de la independencia y ayer la Asamblea Nacional Catalana publicaba los datos de inscritos a la manifestación de la Diada, que bordea un revés: hasta ahora solo se han apuntado 37.500 personas, un 25 por ciento menos que el año pasado a estas alturas –faltan poco menos de tres semanas para la fecha: el miércoles 11 de septiembre–.

De esta manera, la entidad independentista, que se ha erigido en una de las puntas de lanza del «procés» y siempre ha dispuesto de una imponente capacidad de movilización, también ha empezado a sufrir severamente el desencanto de las bases. En todo caso, pese a los malos datos, la ANC, en un comunicado, trató de escudarse en que este año no se ha organizado ninguna «performance» y «por tanto, los asistentes no ven la necesidad de inscribirse a pesar de que tienen la capacidad de ir». «A pesar de ello, la entidad hace un llamamiento para que la gente se inscriba igualmente, para garantizar el éxito de la organización», agrega y se acoge a otros datos para maquillar las malas perspectivas, como la venta de camisetas, que alcanza las 178.000 –un 5 por ciento más que el año pasado–, y la cifra de autobuses reservados se sitúa en 450 –igual que el año pasado–.

La antesala de la movilización ya se está convirtiendo en una nueva fuente de tensión. En este sentido, dirigentes con peso de ERC han anunciado ya que no acudirán ante el temor al «escrache» independentista. Entre ellos, la ex consellera Anna Simó o el ex conseller Josep Huguet, que denunció una «música antipartidos y especialmente antiERC». En esta línea, las propias bases han exhibido ya su ira contra los partidos políticos durante las últimas semanas. Es el caso de los CDR que, a principios de agosto, atacaron las sedes de los partidos independentistas –dejaron basura y carteles– para recriminar que no se hayan producido avances hacia la independencia y las formaciones políticas hayan pactado con fuerzas constitucionalistas.

A estos malos datos de inscritos se suma que hace poco más de un mes, el CIS catalán registró el primer retroceso de los partidarios de la independencia desde los meses previos al 1-O (2017): un 44 por ciento de los catalanes son favorables a la ruptura con España, mientras que un 48,3 por ciento prefieren seguir en el Estado.

La manifestación de este año, también coorganizada por Òmnium, tendrá como lema «Objetivo Independencia» y se desarrollará en Plaza España y las calles adyacentes. El año pasado, según la Generalitat, acudieron un millón de personas al 11-S.