París

«El teatro me cansa»

La Razón
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La vida de Wajdi Mouawad no ha sido fácil. Nacido en el Líbano, en el seno de una familia cristiano-maronita, fue educado en el odio por todo lo que no formase parte de su comunidad. Judíos, musulmanes, sunitas, chiítas, los odiaba a todos. «Cuando salía en el periódico que un hombre sunita había muerto salíamos a la calle y lo celebrábamos con vítores», asegura.

Sin embargo, el estallido de la guerra civil del Líbano y la inestabilidad de Beirut obligaron a su familia a emigrar, primero a París y luego al Quebec. Esa distancia le llevó a entrar en contacto con todo tipo de personas diferentes, desde profesores musulmanes a su mujer, judía, y consiguió educar al monstruo rencoroso y odiador que llevaba dentro. «Mis padres me querían mucho y el odio que me enseñaron nacía de ese amor, de protegerme. En ningún caso se les puede culpar», dice el dramaturgo y escritor.

De esta necesidad de reconocer el monstruo que todos llevamos dentro, y la capacidad que tenemos de domarlo, nace «Ánima», (Destino en castellano y Edicions del Periscopi en catalán) novela de altos vuelos que mezcla el western crepuscular y la tragedia griega para narrar la vida de un hombre tras los pasos del hombre que mató y violó a su mujer. «No puedo narrar historias en que no haya esperanza posible, pero tampoco puedo cerrar los ojos y no ver que estamos rodeados de violencia y desesperación. La novela nace de este choque», afirma Mouawad.

La particularidad del libro es que está narrado por animales, testigos de la desesperación de un hombre enfrentado a su propio destino. De esta forma, las hormigas, los perros, los pájaros, los gatos describen la verdadera bestialidad de los actos más humanos, demasiado humanos. «Cuando nos enfrentamos con una tragedia como la que sufre este hombre, nos quedamos absolutamente solos. No hay Dios que nos ayude. Quería reflejar este abandono y un recurso es que contasen la historia los animales», asegura Mouawad.

La novela también sirve para hablar de la masacre de Sabra y Chatila durante la Guerra del Líbano en 1982 y que fue perpetrada por los cristiano libaneses. «Mi padre me dice por qué siempre critico a los míos, por qué no señalo el mal de los musulmanes. Yo le digo que son ellos a los que les toca denunciar sus atrocidades. Nosotros hemos de hablar de las nuestras. Necesitamos memoria y responsabilidad para enfrentarnos al pasado y al futuro», comenta el escritor.

Mouawad, uno de los dramaturgos más celebrados a nivel mundial, presenta así su primera novela traducida al castellano. «Yo siempre quise escribir novelas, es lo que me sale de forma más natural, pero como de joven no conocía el idioma francés, empecé por el teatro. En realidad, el teatro me cansa», comenta.