Cataluña
Fèlix Mestres i Borrell, un legado recuperado
La Fundació Cabanas expone la obra de quien fue llamado «maestro de maestros»
La Fundació Cabanas de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) ha tenido la buena idea de recuperar a una de las grandes figuras del modernismo catalán, Fèlix Mestres i Borrell. Una exposición permite conocer de primera mano uno de los principales pintores de su tiempo, un nombre con una fuerza plástica parecida en temática y riqueza plástica a la de sus contemporáneos Santiago Rusiñol y Ramon Casas.
La muestra se constituye a partir de una selección de trabajos del maestro, así como de algunos de sus principales discípulos: Ramon Calsina, Joan Lahosa y Josep Barrenechea. Son una treintena de trabajos en los que podemos constatar porque Mestres i Borrell está considerado como uno de los mejores autores realistas en el puente entre los siglos XIX y XX. Tal fue su magisterio que se convirtió en profesor catedrático de la Llotja de Barcelona, la misma escuela de pintura por la que pasaron como alumnos Picasso o Miró. De hecho, se convirtió en el director de la institución entre 1931 y 1932, un año antes de su fallecimiento. Toda esa vocación hacia la enseñanza hizo que todavía hoy siga siendo recordado como «maestro de maestros». Este interés por formar a nuevas generaciones también dio pie a algunos tratados sobre las técnicas del dibujo y la pintura, como el publicado en 1930 por la Real Academia de Ciencias y Artes: «Sobre el valor d’una visió de conjunt en la creació artística».
Las piezas expuestas en Sant Cugat nos demuestran que Mestres i Borrell fue un cronista del tiempo que le tocó vivir. Sus cuadros nos ofrecen, desde su personal perspectiva, una fiel imagen de la vida, sobre todo, de la Barcelona de la época. Pero en lo que más destacó su talento fue en el retrato, convirtiéndose en una de las firmas más demandadas en este momento, plasmando en sus telas a algunas de las personalidades que forman parte de la vida política y cultural catalana, como el presidente de la Mancomunitat Enric Prat de la Riba o el doctor Bartomeu Robert. Incluso él mismo pasa a ser tema, como lo demuestra un magnífico autorretrato expuesto en esta muestra.
Grandes composiciones
Tampoco se olvida de la pintura religioso, con grandes composiciones como «El bautizo de Jesús», para la parroquia de Sant Feliu de Codines, localidad en la que el pintor pasaba sus veraneos. Cabe decir que el cuadro, realizado para el baptisterio parroquial gracias a su amistad con el rector del templo, se salvó milagrosamente de ser destruido durante la guerra, cuando el edificio fue incendiado y posteriormente derribado. A este respecto, su nieto Fèlix Mestres i Puig de la Bellacasa ha apuntado respecto a su abuelo que «su profesionalidad de pintar muchos cuadros religiosos por encargo, no se oponía con el de hacer desnudos que no se vendían ni tampoco eran expuestos».
El artista pasó a ser todo un referente logrando el aplauso dentro y más allá de nuestras fronteras. A este respecto, su pintura pasó por los salones de certámenes nacionales y extranjeros. En las Exposiciones Nacionales fue galardonado con tercera medalla en 1897 y 1899, así como con segunda en la de 1912 por el lienzo titulado «Beso fraternal»; obtuvo primera medalla en las Nacionales de Valencia de 1910 y de Barcelona de 1911. Ese legado plástico también queda patente en las instituciones que hoy albergan su pintura, como el Museo del Prado, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Mnac), la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, el Museo de Montserrat o el Museo de Terrassa, donde hay un espacio fijo dedicado a su pintura.
La exposición en Sant Cugat del Vallès es una buena oportunidad para conocer de primera mano a un autor que ha quedado al margen de las especulaciones. Fèlix Mestres i Borrell sigue siendo un buen ejemplo de lo que es el oficio de pintor, de lo que significa la creación pictórica alejada de las modas.
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