Crítica de libros
Fernando Savater se ríe del prototipo de filósofo
En «El traspié» imagina la relación entre Schopenhauer y una escultora. «El traspié. Una tarde con Schopenhauer.». Fernando Savater. Anagrama. 91 páginas, 11.90 euros.
Por suerte o por desgracia, la televisión ya no es lo que era. La cultura ha quedado reducida a un epílogo colorista en los telediarios, cuando antes había incluso saturación. En época de Pilar Miró, por ejemplo, Televisión Española emitía dos programas de teatro, «Estudio Uno», dedicado a la representación de grandes obras, y «A través del espejo», que ponía en escena textos inéditos pensados exclusivamente para el medio televisivo. Uno de estos fue «El traspié. Una tarde con Schopenhauer», una comedia de Fernando Savater que en 1988 protagonizaron Amparo Larrañaga y Francisco Merino.
25 años después de aquella representación y ya resignado a que sus obras de teatro puedan volver a verse algún día en escena, el filósofo recupera y pone al día la obra. La editorial Anagrama publica este delicada y divertida pieza de salón en que,a través de Shopenhauer, Savater se ríe de la figura prototípica que la mayoría de gente tiene del filósofo, ese pensador grave y serio, ridículo en su pomposidad, alejado de los problemas reales de la gente y con la cabeza llena de pájaros. «Es un retrato de un pensador que se diferenciaba del resto de su especie. Schopenhauer era muy consciente de que el pensador también tiene un cuerpo y que no puede sustraerse del hecho de que es un mamífero, más allá de lo bien que se esté en el mundo de las ideas», aseguró ayer Savater.
Preocupación y desaliento
La obra narra el encuentro del filósofo con Elizabet Ney, una joven escultora de a penas 26 años que hizo cuestionarse al gran pensador muchas ideas que ya tenía muy asimiladas de la mujer. El busto que hizo Ney todavía se conserva en Fráncfort. «Ney fue una protofeminista, que iba vestida con ropas varoniles y que, aunque se casó, se negó a hacer tareas del hogar. Su encuentro con un Schopenhauer ya anciano, famoso por su misogiiea, me pareció muy interesante y empecé a indagar», comentó Savater.
Los diálogos del filósofo alemán están prácticamente sacados literalmente de su obra y reflejan a la perfección su pesimista cosmovisión. Sin embargo, vistos en el espejo que ofrece Ney, a través de sus réplicas, se deforman y cogen un nuevo sentido, lleno de ironía y comicidad. «Schopenhauer fue un personaje muy contradictorio, un pensador puro, que inició la llamada época salvaje de la filosofía. Desde joven me interesó mucho y la obra sólo es un reflejo de ese interés», aseguró Savater.
El autor de «Ética para Amador» es un apasionado del teatro,tanto como espectador como creador, incluso como actor protagonista en su juventud, «pero como yo era pequeño y feo, sólo me daban papeles de padre de la heroína y me cansé de ser tan secundario». Dentro de su bibliografía hay obras tan notables como «El último desembarco». No tiene previsto escribir más, ni siquiera sabe qué es lo que va a hacer a continuación. «Ahora lo difícil no es escribir un libro, es poder venderlo, y me estoy dedicando a esto. La verdad es que veo esta crisis con cierta preocupación», concluyó.
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