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Graham Swift novela lo que de verdad debió ser «Downton Abbey»

En «El domingo de las madres» profundiza en un amor imposible en la Inglaterra de los años 20

El escritor inglés Graham Swift ayer en el Hotel Condes de Barcelona
El escritor inglés Graham Swift ayer en el Hotel Condes de Barcelonalarazon

En la época de los «sirvientes y servidos» de principios del siglo XX, en aquella Inglaterra todavía inmersa en la encorsetada moral eduardiana, donde las castas sociales todavía parecían muros insalvables, existía lo que se llamaba «El domingo de las madres». La servidumbre tenía entonces derecho a abandonar la casa de sus señores y volver a casa con sus familias.

En la época de los «sirvientes y servidos» de principios del siglo XX, en aquella Inglaterra todavía inmersa en la encorsetada moral eduardiana, donde las castas sociales todavía parecían muros insalvables, existía lo que se llamaba «El domingo de las madres». La servidumbre tenía entonces derecho a abandonar la casa de sus señores y volver a casa con sus familias. ¿Dónde iban entonces las criadas huérfanas sin ningún lugar a donde volver? ¿Qué vida había más allá de la casa de los señores, donde todo era servidumbre y pantomima?

En el caso de Jane Fairchild, una joven criada de 22 años de ojos melancólicos e imaginación desbordada, su hogar se ha convertido en los brazos de Paul Sheringham, el hijo único de una familia de bien, donde descubre que es mucho más que una «sirvienta», que su identidad no se basa en lo que hace, sino en lo que quiere. Los dos, sin embargo, mantienen su relación en secreto porque no hay, no puede haber, algo así como la unión de «sirvientes y servidos». Ah, pero cuando el amor se convierte en un secreto, todo se tambalea, y cuando todo se tambalea sólo pueden ocurrir dos cosas, un final trágico o un nuevo principio.

Ésta es la premisa de la nueva novela de Graham Swift, el aclamado autor de «El país del agua». Bajo el título «El domingo de las madres» (Anagrama), el escritor indaga en esos años 20 ingleses más encerrados si cabe que nunca, y que podría describirse como lo que «Downton Abbey» nunca se atrevió a contar o no supo cómo. «Si me hubiesen dado 10 libras por cada vez que han comparado mi novela con esa serie ahora sería millonario. En realidad, no tienen nada que ver, mi historia está a mil leguas. “Downton Abbey” no tiene nada que ver con la vida real y sí con una nostálgica patética de un glorioso pasado que nunca existió en realidad, mientras que mi novela sí tiene que ver con la vida», comenta Swift.

La novela arranca con el 30 de marzo de 1924 en uno de esos «Domingos de las madres». Jane y Paul volverán a reencontrarse en secreto en un hostal, a pocas semanas de que éste se case con una mujer de su clase social. Algo ocurrirá esa noche, que parece la última noche, y que se convertirá en uno de esos momentos que marcan la vida y, para qué engañarnos, la vida de Jane acabará por ser extraordinaria, convirtiéndose en una escritora famosa. Porque cuando el mundo parece decir lo que eres y lo que puedes ser, sólo hay tres opciones, resignarse y vivir humillado en consecuencia. Abstraerse y fantasear hasta perderse en los sueños. O la opción más difícil, decir tú lo que es el mundo y, sobre todo, lo que puede ser. Los héroes no cambian el mundo, lo cambian las palabras. «La novela nació de una imagen, la de dos amantes en una cama. Entonces vi que su relación era secreta, quizá por una cuestión de división social, lo que me llevó a un momento en el que el mundo se dividía entre los que servían y los que eran servidos», comenta el escritor.

La historia, prácticamente una «nouvelle» por sus pocas páginas, describe la vida de Jane y sus ansias de amor, pasión y deseo, que es en definitiva todo lo que encierran en sí las palabras, es decir, la literatura, con un lirismo directo conmovedor que te hace vivir prácticamente en primera persona lo que siente esta criada. «Hilvané el relato de una forma rápida y repentina, escribiendo con una prisa emocionante, con sensación de aceleración. Espero que tenga toda la capacidad, la densidad, la profundidad y el alcance de las novelas de pleno derecho», dice.