Literatura
John Connolly: «No hay demonios, hay gente egoísta y asustada»
El escritor visita BCNegre para presentar el último caso de Charlie Parker. En «La canción de las sombras» (Tusquets), el detective se enfrenta con viejos secretos de los campos de concentración nazis.
– ¿Qué le ha llevado a enfrentar a Charlie Parker con el recuerdo de los campos de concentración nazi?
– Es la primera vez que uno de mis libros se inspira en un caso real. Vi el juicio contra Hans Breyer, nazi acusado de utilizar a los judíos como dianas humanas en los campos de concentración. Me impresionó ver a un anciano tan débil ser capaz de los crímenes más horrendos en su juventud. Las dos imágenes no cuadraban. El juicio pedía la extradición a Alemania por crímenes de guerra, pero la noche antes de que volase por fin a Alemania, murió de muerte natural, así que escapó a la justicia. Creía que este caso sería una excepción, pero investigué y vi que era la norma, que todavía había muchos viejos nazis libres por todo el mundo, muchos con la complicidad de los Estados a causa de la información que les podían pasar. Esta idea de pragmatismo contra justicia me interesó mucho.
– ¿No le daba miedo adentrarse en un tema como los nazis, que concentra tantos libros?
– Al principio sí, era muy reacio, pero vi que este tema era básicamente desconocido por el gran público y me interesaba dar forma a este colapso moral. La idea básica que conforma toda la serie Parker es la confrontación entre justicia y ley y cómo a veces pueden ser contrarias. No quiero hacer paralelismo con la actualidad, pero es como los que han votado a Trump, haciendo la vista gorda a su racismo, sexismo y corrupción, sólo por creer que a corto plazo les hará más ricos. La verdad es que esa debilidad moral, de alguna forma u otra, nos puede perseguir a todos.
– ¿La novela deja claro la incapacidad de escapar de lo que hacemos en el pasado?
– Chandler o Ross MacDonald decían que el pasado nunca se va, nunca es pasado. La novela negra siempre viaja a viejos crímenes. Hay un crimen que es el catalizador de la acción, pero las ramificaciones pueden extenderse ad eternum. André Gide lo describía muy bien como «una pistola con pelo cano». En esta novela se ve más claro que nunca.
– En este sentido, la profundidad de la novela negra no tiene nada que envidiar con la llamada literaria?
– La ficción literaria no tiene ninguna superioridad ética ni estética con la negra. En realidad, sólo existe la mala y la buena escritura. El género criminal tiene una ventaja, eso sí, que puede disfrazar temas muy serios con entretenimiento. Esta es una arma muy poderosa, aunque aquí no valen teorías, ni discursos, ni sermones, hay que ser muy sutil. Si el lector nota la clase de política social, está claro que has hecho algo mal.
–¿Cuál es su relación con Parker y qué le debe?
– Le debo mi casa y la educación de mis hijos. Llevo 20 años con estos libros y está claro que mi relación con Parker ha cambiado. Empecé cuando tenía unos 25 años y era un Parker más duro y violento, más agitado, siguiendo la senda de los libros de «hard boiled» que me gustaban. A medida que he ido creciendo ha crecido conmigo y ahora tiene la misma fragilidad y sentido de su propia mortalidad que yo. Ahora es más compasivo, aunque el dolor y la rabia no ha desaparecido. Vive en lo que parece una ambigüedad moral, pero tiene principios muy arraigados que le mueven.
– En sus libros, la resolución del crimen no parece que lleven a la calma.
– Los clásicos como Holmes, Poe o Daupin se basaban en la ilusión racionalista de que el caos es la excepción y que con inteligencia se puede volver al orden. Mi experiencia me dice que la excepción es el orden, que el caos nos domina siempre. Por eso no hay gente mala per se, sino gente egoista, asustada, que puede incluso que actúe en principio con las mejores intenciones, pero que al final acaban por hacer cosas erróneas.
– ¿Este egoismo y miedo es lo que nos ha traído a Trump y el Brexit?
– Es curioso que antes, cuando la gente desconfiaba del gobierno y quería castigar al status quo, se iba a la izquierda. Ahora no, se van a la extrema derecha. Ahora sólo quieren tener más que el otro, pero el voto de la rabia es peligroso. Es triste que Trump sea el primer político que después de ser elegido cumple sus promesas. Pero Trump es un pragmático, no cree muchas cosas que dice, las cambiará si le son más útiles, así que esperemos que estos cuatro años no sean tan terribles como parecen. El que me preocupa más es Mike Pense, que es un creyente. Pero salieron por el voto democrático y hay que respetarlos.
– ¿Es cierto que recibe cartas de odio en Estados Unidos?
– Sí, es curioso. Me ven como un escritor socialista y me echan en cara cosas sin sentido. Muchos dicen que son cristianos, pero la manera en que me insultan no es muy cristiana. En realidad, mis libros tienen un fondo católico, de busca de redención, innegable, así que no lo entiendo, pero lo respeto. Es lo que tienen los liberales, que tienes que ser tolerante con los intolerantes.
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