Literatura

Barcelona

La Barcelona del café, copa y puro

La Barcelona del café, copa y puro
La Barcelona del café, copa y purolarazon

Hubo un tiempo en el que los cafés de Barcelona acogían un mundo hoy difícil de recuperar. Los escritores de fama o con ganas de tenerla coincidían tomando su café con ciudadanos anónimos de diversa condición social, una etapa que tiene su apogeo entre 1880 y 1936. Eso es lo que trata de reflejar el nuevo trabajo del periodista Paco Villar, «Barcelona, ciutat de Cafès», publicado por Viena Edicions. El volumen se apoya en una amplia investigación en hemerotecas, además de una copiosa documentación gráfica, buena parte de ella inédita hasta la fecha.

El libro nos traslada a un momento en el que en el Eixample podíamos encontrar los grandes cafés modernistas mientras que en el Paral·lel estos mismos establecimientos eran punto de encuentro de artistas de todo tipo. «He querido recoger la evolución de los grandes cafés desde 1880, un tipo de local que ya no existe en Barcelona, a excepción del Zúric y el Cafè de l'Òpera», apuntó Villar en declaraciones a este diario.

El trabajo del periodista ofrece en una primera parte las transformaciones urbanísticas, económicas, sociales y artísticas que se vivieron desde estos espacios. En una segunda parte, se ofrece una selección de los diez cafés más importantes en esa etapa. Todo ello sin caer en la tentación de realizar un censo completo.

Hombres de letras

El autor subraya el papel de estos establecimientos como «punto de encuentro de escritores. Fue aquí donde se crearon las peñas a las que asistían las personalidades de la época. Lo interesante es que también había comunicación con figuras literarias de peso de Madrid y que venían a Barcelona. Por ejemplo, Santiago Rusiñol sirvió de puente para que vinieran gente importante, lo mismo que hacía Ramón Gómez de la Serna en Pombo de Madrid». A este respecto, Villar agregó contertulios de paso por la capital catalana, como Pío Baroja, Rubén Darío y Federico García Lorca. Ellos coincidían con la mejor de la literatura catalana como Àngel Guimerà, Narcís Oller, Josep Maria de Sagarra, Francesc Pujols y Josep Pla, entre otros muchos.

La vida de intelectuales y otros transcurría en los cafés. «Eran una parte muy importante de la vida de la ciudad, un centro de información de ideas como un profundo reflejo de la ciudad. De cuatro a siete de la tarde, tenían lugar las tertulias importantes y, a la noche, se volvían a reactivar. Era una manera de saber qué se pensaba en Barcelona», subrayó Villar.

Buena prueba de su impacto lo demuestra las grandes proporciones de los locales. Por ejemplo, el Café Español, situado en el Paral·lel, tenía una capacidad para 7.000 personas, aunque eso implicara que las mesas estuvieran prácticamente tocándose.

Tampoco se puede olvidar en este tiempo la llegada de los primeros bares a la ciudad y que tímidamente surgen en los años 70 del siglo XIX, en pleno éxito del café clásico. Estos espacios traían tras de sí una curiosidad novedad: las consumiciones no se tomaban sentado en la mesa sino de pie, en la barra, todo ello siguien el modelo anglosajón. El libro de Villar también les sigue la pista, con la inclusión de curiosos anuncios de épocas en los que se habla de bebidas ofrecias a «precios relativamente módicos comparados con los cafés».