Salud
«La mejor preparación para la muerte es una vida vivida plenamente»
Frank Ostasesk, fundador del Zen Hospice, asegura que «hay que aprender qué nos puede enseñar la muerte, como apreciar la vida».
Frank Ostasesk, fundador del Zen Hospice, asegura que «hay que aprender qué nos puede enseñar la muerte, como apreciar la vida».
–¿El ser humano está preparado para afrontar la muerte?
-Creo que vemos a la muerte como al enemigo. Normalmente es así en la comunidad médica, pero en las comunidades espirituales a veces se tiende a romantizar la muerte. Yo creo que lo que hay que hacer es aprender qué nos puede enseñar la muerte y enfrentarnos a ella de una forma real. No soy romántico respecto a la muerte; creo que es un trabajo duro, probablemente el más duro que vayamos a hacer y es a menudo dolorosa y triste pero la muerte también puede ser transformadora e incluso bella; sobre todo es algo normal, ordinario, todos vamos a pasar por ella. Entonces, para mí la pregunta es más bien: «¿Qué podemos aprender de esta experiencia?». El camino hacia la muerte nos puede enseñar a llevar una vida más plena y mejor. La muerte nos enseña lo que es más importante en la vida; no hemos de esperar al momento de la muerte para aprender lo que ésta nos puede enseñar. Por ejemplo, hay dos grandes preguntas que la gente suele hacerse en el momento de la muerte: ¿me quieren, me aman? y ¿he amado bien?. Y yo digo ¿por qué esperar al momento de la muerte para hacernos y responder a estas preguntas?. Creer que en el momento de la muerte tendremos la fortaleza física, la claridad mental y la estabilidad emocional para enfrentarnos a este trabajo es ridículo.
–Entonces, en este afrontar la muerte con serenidad, ¿es clave la espiritualidad o la religiosidad?
–La gente que tiene más facilidad para enfrentarse a la muerte es porque tiene la voluntad o el deseo de adentrarse en dimensiones más profundas de lo que significa el ser humano.
– ¿Cómo hay que vivir para recibir ese trance final con serenidad?
–Vida y muerte son inseparables, están juntas, pero siempre intentamos separarlas y eso es lo que convierte a la muerte en algo que nos da miedo, pero creo que la muerte es el pan de cada día. Creo que la manera en la que nosotros nos enfrentamos a los finales nos puede enseñar algo sobre cómo nos vamos a enfrentar a la muerte. Cuando separamos la vida y la muerte nos perdemos parte de la lección que la muerte puede enseñarnos. La muerte nos ayuda a apreciar la vida; creo que es esta brevedad la que nos muestra la belleza. Todo está en continuo cambio y nos apoyamos en la impermanencia, en el cambio constante, y aceptamos eso excepto en lo que se refiere a nosotros mismos. No aceptamos que el yo cambia. Imagínate que viviésemos con esta idea en harmonía y sintonía, en lugar de verlo como a un enemigo. No se trata de algo religioso, sino que es una cuestión muy práctica. Si luchamos y nos enfrentamos a esta realidad, entonces es cuando sufrimos porque las cosas van a cambiar, aunque no nos guste. Lo que pasa en el momento de la muerte es que te has de encontrar a ti mismo, sin todas estas normas, y puede que sea un momentos doloroso o que lo hagas con gracia. ¿Qué somos sin todas estas normas? Creo que somos una esencia
–¿Y cómo se hace eso?
–Se consigue viviendo y respondiendo a estas preguntas, considerando a la muerte como nuestra consejera. Por ejemplo, mi hijo vino hasta Barcelona para tener una semana de vacaciones conmigo, porque somos conscientes que, por mi edad, tengo unas posibilidades limitadas de viajar con él y estar juntos. Así pues, ahora no perdemos el tiempo. La primera invitación en mi libro es «no esperes». Esperando a que llegue el siguiente momento, nos perdemos éste. Las familias me suelen preguntar: «¿cuándo morirá mi madre?» y esperando a que ella muera nos perdemos todos los momentos anteriores. Por ello, yo les digo que no esperen, que si hay alguien a quien aman se lo han de decir ahora, no esperar.
–Con lo cual, concluyo que es necesario vivir con esa conciencia de la muerte. Y, en este sentido, ¿qué papel juega el mindfulness?
-Mindfulness es la práctica que ayuda a prestar atención a lo que está surgiendo en el momento presente y cuando hacemos esto, empezamos a entender la conexión que existe entre el corazón, la mente y el cuerpo. Es una herramienta de diagnóstico muy útil, la más barata y sencilla que podemos utilizar en casi cualquier momento. El único momento en el que podemos sanarnos es ahora y el mindfulness es una práctica que nos puede ayudar a cultivar esa habilidad de vivir el ahora, de conseguir esa estabilidad que necesitamos para disfrutar del ahora y vivir plenamente, es lo que nos ayuda a desarrollar un cierto control ejecutivo para ahondar en nuestra experiencia, a controlar nuestras emociones y no dejarnos llevar por ellas. Si hemos cultivado esas capacidades pueden ser muy beneficiosas para afrontar el momento de la muerte. Yo no sé cómo la gente ha de morir, pero cada uno sabe cómo ha de morir y mi trabajo es descubrir y encontrar lo que es bueno, beneficioso, para cada caso y no imponer mis creencias ni mis ideas
–¿Así la experiencia de vida condiciona la forma en la que cada uno va a afontar la muerte?
–Sí. Existe un cliché que dice que morimos como vivimos pero no estoy de acuerdo. La gente vive giro radicales cuando está a punto de morir. Añadiría que los hábitos que hemos tenido en nuestra vida tienen una cierta influencia, pero entonces la pregunta que surge es «¿qué tipos de hábitos quieres crear?» y si van a tener una influencia a la hora de afrontar la muerte, hay que plantearse qué hábitos quieres crear ya, ahora. El motivo por el que escribí el libro es porque me he encontrado con mucha gente que afronta la muerte con arrepentimiento y miedo, totalmente asombrados porque nunca había reflexionado acerca de su muerte. Yo creo que la mejor preparación para la muerte es una vida vivida plenamente.
–¿Usted teme a la muerte?
–Creo que hay una parte de nuestra personalidad que siempre va a tener miedo a la muerte y no creo que el objetivo sea deshacernos de todo el miedo. Es más útil aprender cómo tener una relación con ese miedo. Así, sí que tengo miedo y lo que tengo que hacer es seguir profundizando e intentando comprender estos miedos. Pero yo he estado con unas 2 mil personas que han muerto y todos ellos han sido mis maestros y me han enseñado todo lo que sé. Cuando estás en el precipicio de la muerte aprendes cosas que son útiles para la vida. Preguntarse cada día qué es importante es una buena preparación para la muerte.
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