Fotografía
La poética de los edificios
La Fundación Foto Colectania acoge una exhaustiva retrospectiva de Paco Gómez, fotógrafo del que el centro custodia su archivo
En 1966 Daniel Casado tenía clarísima una cosa, que nunca se enamoraría de un edificio. Vivía en la calle Arturo Soria, en el barrio de la Concepción de Madrid, y estaba convencido de que vivía en el lugar más feo del mundo.
En 1966 Daniel Casado tenía clarísima una cosa, que nunca se enamoraría de un edificio. Vivía en la calle Arturo Soria, en el barrio de la Concepción de Madrid, y estaba convencido de que vivía en el lugar más feo del mundo. Allí sólo había asfalto, polvo, solares de una arena que el viento levantaba a la mínima y te arañaban los ojos como gatos furiosos, y altísimos bloques de pisos que parecían cubos de basura vueltos del revés. «Soy demasiado sensible a la belleza», le dijo un día a Clara, una chica que le gustaba mucho.
Tenía sólo 16 años y no había viajado nada. Sólo había ido dos veces al centro de la capital, y además con prisas. Su barrio era lo único que conocía. Y estaba convencido de que ahí no había nada hermoso. No hay que culparle por ello. Sin embargo, una tarde, cuando volvía a casa del colegio, encontró una revista en el suelo. Le llamaron la atención al instante los contrastes de la portada y su extraño nombre, «Arquitectura». Parecía una publicación elegante, que no hacía nada allí, como si la hubiesen lanzado de otro mundo. La cogió con nerviosismo, como si hiciese algo malo o prohibido, y empezó a pasar sus páginas. Cada vez se le abría más la boca. «Qué haces, Dani», le preguntó entonces Clara, que llegaba del colegio. «¡Nada!», gritó nervioso, escondiéndose la revista a su espalda.
Se marchó corriendo de allí y se encerró en su cuarto. Volvió a abrir la revista con las manos temblorosas. Se quedó de piedra al ver que una de las fotografías, de un tal Francisco Gómez, reproducía su propio bloque de pisos. Con los ojos llorosos, bajó corriendo a la calle, cruzó la acera y miró el edificio donde había vivido toda su vida. No había duda, era el mismo, pero no, en realidad era otro distinto. De pronto, sintió una extraña sensación de orgullo. Por primera vez se sentía hermoso y eso le gustaba. «Te quiero», susurró al edificio. «Qué haces ahí pasmado», dijo entonces Clara entre risas, que lo había oído perfectamente. Daniel la miró con desprecio. «Cállate, ¡no lo ves!, soy demasiado sensible a la belleza».
Este efecto es el que puede provocar las instantáneas de Paco Gómez, miembro del célebre grupo La Palangana con gente como Gabriel Cualladó y Ramón Masats, y al que ahora Foto Colectania dedica una completa retrospectiva. Bajo el título «El instante poético y la imagen arquitectónica», la muestra cuenta con más de 150 fotografías que intentan descubrir las caras desconocidas, más allá del canon, de Gómez.
A finales de los 50, el fotógrafo empezó a trabajar en busca de lo que la exposición llama «el instante poético», instantáneas de inspiración neorrealista que pretendían capturar el tiempo y traspasar lo real dentro de un trasfondo urbano. Estos primeros años formaron la etapa «canónica» de un fotógrafo que Masats definió como «simplemente el mejor de nuestra generación». Muchas de estas imágenes eran de corte prácticamente abstracto, trasladables al informalismo pictórico, y hacían de Gómez un fotógrafo único en aquellos años.
A partir de aquí se inició su relación con la revista «Arquitectura» con la que empezó a interesarse en el trabajo de los arquitectos y comenzó un diálogo con ellos que se reflejó en su propia manera de acercarse a la fotografía. A través de su objetivo, los edificios conseguían prácticamente una transformación antropomorfa por cómo captaba su belleza y especificidad.
En los 70, su interés volvió a girar un tercio y se centró en lo que el comisario de la exposición, Alberto Martín, llama sociología urbana y que da a sus instantáneas un punto documental definidor de las costumbres y problemas vitales de la época. «Gómez huía de la las simetrías y los sentidos de fondo. Prefería romper el plano, con líneas oblicuas e inclinadas, jugando con la luz como creadora del espacio arquitectónico», comenta Martín para describir «el estilo Gómez».
La familia del fotógrafo cedió a Foto Colectania todo el archivo documental del fotógrafo, que cuenta con 20.000 negativos, y a partir de este fondo se ha realizado la selección.
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