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La verdadera madre de Fassbinder

La actriz Hanna Schygulla, musa del añorado cineasta alemán, lleva a la Filmoteca sus propios cortometrajes y las películas que la convirtieron en icono del séptimo arte.

Hanna Schygulla en uno de sus papeles más icónicos, el de «Lilli Marleen», de Fassbinder, película de 1981.
Hanna Schygulla en uno de sus papeles más icónicos, el de «Lilli Marleen», de Fassbinder, película de 1981.larazon

La actriz Hanna Schygulla, musa del añorado cineasta alemán, lleva a la Filmoteca sus propios cortometrajes y las películas que la convirtieron en icono del séptimo arte.

Si como escribía Shakespeare, la vida es como un cuento relatado por un idiota, entonces los cuentos relatados por idiotas tienen que ser como la vida. Por tanto, aquellas películas, obras de teatro, novelas, relatos etc, aplaudidas como certeras observaciones de la realidad y la vida tienen que ser creadas, a la fuerza, por auténticos idiotas. Y si los escritores, dramaturgos y cineastas son idiotas, para qué molestarse en prestarles atención. Sólo las historias que se escapan de esa realidad, de esa vida, deben certificar que los creadores no son idiotas.

La actriz Hanna Schygulla, mito del cine de los 70 y 80 y musa de Fassbinder está más que harta de idiotas. Antes que ir al teatro, prefiere ir al parque a ver jugar a los niños, algo que hace con frecuencia. «Siempre voy a un parque cerca de mi casa en París y es como un oasis para mí. Allí lo que veo es puro Shakespeare, están los cómicos, y el drama, y el absurdo, pero de forma inocente, es decir, auténtica», comenta la actriz.

Schygulla está estos días en Barcelona para participar en un ciclo de sus mejores trabajos en la Filmoteca, en la que ayer incluso realizó un concierto con canciones del pianista Jean-Marie Sénia con textos de Fassbinder, Jean-Claude Carrière, Arthur Rimbaud, Cahrles Baudelaire o Heiner Müller, entre otros. Su presencia escénica sigue siendo eléctrica. «Fui a la escuela de teatro, con mi amigo Fassbinder, pero decidí dejarlo porque no me ayudaba a ser mejor, sino todo lo contrario, me hacía autocensurarme. Por eso mi encuentro con Fassbinder fuwe vital, él era muy rápido a la hora de crear y estaba atento a mi necesidad de jugar, de no perder la autenticidad de la niñez», comenta la intérprete.

La niñez es la clave de su sistema nervioso, es decir, de su necesidad creativa. Ella lo confiesa así, «mi deseo siempre fue ser madre, pero la vida no me regaló este papel, así que enfoqué la maternidad en mis otras facetas. El amor de la madre es la base de todo, es la reserva de energía para realizar tu propio camino, y eso es lo que he intentado transmitir con mis trabajos», señala. Es decir, que la conocida como musa de Fassbinder siempre fue más como la madre del genial cineasta, la fuerza que le permitió seguir adelante con libertad y fuerza.

El ciclo incluye las películas «Lili Marleen» y la «La tercera generación», de Fassbinder, así como «Locura de mujer», de Margarethe Von Trotta; «Storia di Piera», de Marco Ferreri, con la que ganó el premio a mejor actriz en Cannes; «Al otro lado», de Fatih Akin; «Fausto», de Alexandre Sokourov y «Un amor en Alemania», de Andrej Wadja. Además, hoy se programarán los cortos dirigidos por esta particular creadora, con la presencia de la actriz en conversación con Esteve Riambau, director de la Filmoteca.

Cuando estaba en el punto más alto de su carrera, Schybulla se apartó del cine para cuidar a sus padres, y el cine no pareció perdonarle su desprecio. El mundo del cine es como un niño malcriado, no entiende que haya más prioridades que él mismo. Ella no lo mira con rencor. «Entiendo que cada época, cada generación, necesite sus propios rostros. Todavía creo que hay algo muy importante que me espera a la puerta de la esquina», comenta, que no duda en decir que ahora es más fácil que nunca ser artista y este «lado bueno» del panorama actual tiene que ser la clave para la nueva forma de hacer cine.