Arte, Cultura y Espectáculos
La voz literaria de Francis Picabia
Malpaso publica «Pandemio», la novela escrita por el pintor
Francis Picabia es uno de los grandes nombres del arte del siglo XX. Extraordinario dibujante y buen pintor, su nombre está vinculado a buena parte de los «ismos» que surgieron en el París de las vanguardias en la primera mitad del siglo pasado, especialmente el movimiento dadá. Íntimo de Marcel Duchamp y camarada de Arthur Cravan, Picabia también dejó una interesante producción literaria en la que destaca su incursión en la novela: «Pandemonio». El texto ha sido ahora recuperado ahora por Malpaso.
En «Pandemonio» tiene tras de sí una historia rocambolesca porque el libro, pese a que fue escruito en 1924, no vio la luz hasta mucho tiempo después. El manuscrito estuvo traspapelado entre los documentos que había dejado el artista tras su muerte, en 1953, y que fueron legados a la Universidad de Ottawa (Canadá). Fue en 1971 cuando se obró el milagro literario, pero habría que esperar todavía tres años más para que apareciera en letras de molde.
En el momento de la escritura del libro, Picabia le había declarado la guerra a André Breton y los miembros del grupo surrealista desde la páginas de su revista «391». Pictóricamente trabajaba en una serie de cuadros denominados «Los Monstruos», vibrantes y con una intensa fuerza. Igualmente, en ese mismo año, se convirtió en uno de los protagonistas de «Entreacto», la película de René Clair que se convirtió en uno de los pilares de la vanguardia fílmica hasta el estreno de «Un perro andaluz» de Luis Buñuel y Salvador Dalí.
El manuscrito original consta de 140 páginas, faltándole cuatro. Fue Germaine Eveling, la amante del polifacético artrista, la encargada de dar forma a una obra que debía contar con un prólogo de Louis Aragon, pero que Picabia nunca llegó a pedir al poeta francés.
Como bien señala Luc-Henri Mercié, responsable de la primera edición de la obra, «Pandemonio» «es una novela en clave que, sin embargo, también interesará a quienes no hayan oído hablar nunca del dadaísmo o del surrealismo». Sin embargo, en el relato el autor nos trae a compañeros de armas artísticas como Picasso, Ernst, Breton, Éluard, Vitrac o Desnos. Todo ello le sirve para trazarnos un retrato de la vida intelectual en el París de principios del XX, viñetas que parecen una suerte de costumbrismo, pero que tampoco ocultan una mirada irónica de una realidad que Picabia conocía de primera mano.
Pero, por encima de todo, tenemos la voz literaria de Francis Picabia quien en primera persona nos da sus impresiones, como cuando le preguntan si el arte es una enfermedad: «Por supuesto que no. Usted no lo entiende. Uno puede decir que no existe el arte, que no hay enfermos, mas no que existe la enfermedad. (...) Hoy en día la mode es una vulgaridad deliberada e inútil revestida de esnobismo. La gente es vulgar por ser vulgar. (...) Los pintores, los escritores y los músicos creen en el arte como los farmacéuticos en el ácido láctico. ¿Por qué si no hablan con tanta reverencia?»
Son palabra escritas en 1924, pero que siguen estando vigentes en la actualidad. Eso nos demuestra que nos encontramos ante un autor moderno y visionario.
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