Alicante

Las fichas de Muñoz Ramonet

Las fichas de Muñoz Ramonet
Las fichas de Muñoz Ramonetlarazon

El Mnac conserva el único inventario completo de la colección Bosch i Catarineu, origen del hoy controvertido legado reclamado por el Ayuntamiento de Barcelona.

Son un total de 2.633 fichas, que van de la número 35.001 hasta la 37.634. Todas ellas se conservan en los archivos del Museo Nacional de Arte de Cataluña (Mnac) y fueron realizadas por los técnicos del museo, entonces llamado solamente Palau Nacional, y del Museo de Arqueología de Barcelona, entre 1934 y 1935. En ellas se contienen detalladas descripciones de uno de los conjuntos artísticos más importantes acumulados por un coleccionista privado. Primero fueron propiedad de la empresa Unión Industrial Algodonera, propiedad del empresario Ròmul Bosch i Catarineu. Tras el final de la Guerra Civil y gracias a los jerarcas franquistas, la firma y su extraordinario fondo artístico pasó a manos del controvertido Julio Muñoz Ramonet.

Hoy esa colección es protagonista de un importante litigio entre las hijas de Muñoz Ramonet y el Ayuntamiento de Barcelona, ciudad que heredó la extraordinaria pinacoteca. Cuando los técnicos del consistorio pudieron entrar en la finca de Muñoz, en la calle Muntaner, constataron que solamente quedaba la obra menor y que todo parecía indicar que lo mejor de ese legado se había esfumado. Hablamos de cuadros con firmas tan importantes como El Greco, Goya, Fortuny, Sorolla o Anglada Camarasa, entre muchos otros. Las fichas que se conservan en el Mnac –y que ha podido consultar este diario– son ahora la mejor prueba para conocer una parte de todo lo que debería estar en la que fue finca de Muñoz Ramonet.

Cada una de ellas, según nos explica Jordi Casanovas, técnico en registro de obras de arte del Mnac, forma parte del «único inventario que guarda el museo de la colección Bosch i Catarineu». Los técnicos que las redactaron en 1934 y 1935 fueron precisos en los detalles y realizaron de manera anónima un trabajo elogiable. Por desgracia, no se tomaron imágenes de las piezas en todo el tiempo que estuvieron en los almacenes del museo y, parece ser, que no se llegaron a exponer públicamente en sus salas.

Un buen ejemplo de todo ello es la ficha de la única pieza de El Greco comprado por Bosch i Catarineu. Se da el caso que esta pieza, al igual que otra de Goya, fueron recuperadas en abril de 2011 por la Guardia Civil, en Alicante, poco antes de que fuera a cerrarse una operación para su venta. En aquel momento, ambos cuadros estaban en manos de la ex pareja de una de las hijas de Muñoz Ramonet.

Volviendo a las fichas, en la de El Greco –numerada como 35.585 en el registro elaborado en 1934– podemos leer que se trata del óleo sobre tela «La Anunciación. El Arcángel Miguel, sobre nubes anunciando desde la derecha a la Virgen que está arrodillada a la izquierda. Angelitos entre nubes en la parte alta. Fondo de puerta entre columnas por donde se ve una calle». El mismo documento indica las dimensiones de la pintura, que va firmada, que contiene marco y que forma parte «de la colección Bosch y Catarineu depositada en el Museo en 1934, por el Instituto contra el Paro forzoso». Un sello indica que fue devuelta a su propietario en junio de 1950. En aquel momento su dueño ya era Julio Muñoz Ramonet.

El mismo sello «Devuelto a su propietario» también lo encontramos en los dos cuadros de Goya, aunque el técnico que elaboró las respectivas fichas –números 35.527 y 35.530– fue muy cauto de no afirmar con rotundidad su autoría. De una de ellas se dice que es «El reyecillo de las manzanas. Niño con sombrero, vestido de blanco, asomando en busto enfrentado y llevando una manzana en cada mano», añadiendo que es «obra de la escuela de Goya que también puede atribuirse al maestro». La segunda tela –localizada por la Guardia Civil en la operación de 2011– es «Arrepentimiento. Mujer en actitud de tristeza, secándose los ojos con un pañuelo blanco y arrodillada a los pies de un fraile dominico (San Juan de la Cruz?) a la derecha, el cual tiene alzado un crucifijo. A la izquierda una mesa con escribanía, calavera y libros. Interior de celda». Del cuadro se dice que está «atribuido» a Goya.

El empresario había adquirido la Unión Industrial Algodonera un poco antes, en 1944, y con ella la colección que había creado Bosch i Catarineu. La operación le había costado al controvertido Julio Muñoz cuatro millones de pesetas. Pero fue una operación redonda porque en 1950 vendía algunas piezas del conjunto, las que no le interesaban, a lo que hoy es el Mnac y el Museo Arqueológico. Se da el caso que en los archivos de la primera de las instituciones citadas no se conserva ningún recibo o documento parecido sobre la transacción.

Una de las personas que más ha investigado el legado Muñoz Ramonet, Núria Rivero, explica a este diario que es muy probable que el entonces director del museo, Joan Ainaud, elaborara un informe indicando qué piezas podrían ir bien al centro si el empresario se disponía a vender. «Pero las opiniones de Ainaud no fueron tenidas en cuenta. En aquel momento se tuvieron más en consideración aspectos políticos y no técnicos o artísticos», apunta Rivero quien indica que fue el alcalde de Barcelona, Miquel Mateu i Pla, quien inició las negociaciones con Julio Muñoz en 1945. «Su empresa tenía una deuda y Muñoz la pagó vendiendo y donando obra al museo», aclara Rivero.

¿Eran piezas importantes? Jordi Casanovas cree que no es lo mejor de lo que logró reunir Bosch i Catarineu. Entre lo que se quedó lo que hoy es el Mnac, donado por Julio Muñoz, destacan unas pinturas pinturas románicas del llamado maestro de Sant Esteve de Andorra, aunque el conjnto no está completa por permanecer tres grandes paneles en colecciones particulares. Probablemente no era el tipo de pintura que Muñoz Ramonet quería tener ostentosamente expuesta en su palacete de la calle Muntaner.

¿Y el otro museo? No muy lejos del Mnac, en el Museo de Arqueología de Cataluña, se conservan varias piezas vendidas por el empresario. Proceden de la necrópolis de Puig des Molins, un importante cementerio en Ibiza durante la Antigüedad. Se desconoce cómo y cuándo pudo comprarlas Bosch i Catarineu, aunque fuentes conservadas por este diario no descartan que llegaran ilegalmente a Barcelona a finales del siglo XIX o principios del XX.

Es lo poco que hoy tiene la capital catalana del legado de Muñoz Ramonet y hoy al alcance del público.