Política
Los consellers se resisten a renunciar al acta de diputado para no perder las dietas
Su obstinación a cumplir con las directrices de Mas crea malestar en la federación nacionalista
La resistencia de la mayoría de los consellers de Artur Mas a renunciar a su acta de diputado, tal y como les había reclamado CiU, está creando malestar dentro de la federación.
La resistencia de la mayoría de los consellers de Artur Mas a renunciar a su acta de diputado, tal y como les había reclamado CiU, está creando malestar dentro de la federación. Al margen del sinfín de lecturas políticas que se hicieron, el batacazo de CiU en las pasadas elecciones dejó a doce diputados sin trabajo. Con la idea de no engrosar más las listas del paro –ya lo harán los ajustes que afectan a la plantilla de la Generalitat, a los interinos, sobre todo–, la federación nacionalista e, incluso, el mismo Artur Mas, pidieron a los consellers que son diputados que dejaran su escaño. Pero a día de hoy, sólo dos han hecho caso al president de la Generalitat, los más socialdemócratas, la consellera de Bienestar y Familia, Neus Munté, y el conseller de Política Territorial y Obras Públicas, Santi Vila.
Al renunciar a su acta de diputado, los consellers pierden el derecho a voto, aunque pueden continuar asistiendo a todos los plenos e intervenir ante el Parlament. Además, dejan de cobrar las dieta por desplazamiento, que va de los 1.543 euros a los 2.172 euros al mes. Una de las críticas que corren dentro de la federación nacionalista hacia los consellers que no han renunciado a su acta de diputado es que cobren una dieta por desplazamiento cuando todos disponen de coche oficial. Hay incluso quien señala que los consellers se resisten a dimitir para no perder este dinero.
Privilegios
Los diputados electos además tienen condición de aforado y por lo tanto privilegios ante la Justicia. En caso de crisis de gobierno, los consellers que son diputados se aseguran un trabajo si el president decide prescindir de ellos. Y en el supuesto de que Mas dimitiera, si CiU quisiera proponer otro candidato a la Presidencia de la Generalitat, éste tendría que ser diputado. Lluís Recoder, por ejemplo, que se ha postulado a relevar a Mas, no ha renunciado a su acta.
La vicepresidenta del Govern y consellera de Gobernación, Joana Ortega, es la única que ha confirmado que no dejará su escaño por su posición institucional y porque es la cara más visible de Unió Democrática de Catalunya (UDC) y su voto es «importante». Los titulares de Justicia, Germà Gordó; Empresa, Felip Puig, y Educación Irene Rigau, están estudiando la posibilidad de renunciar, aunque todavía no se han decidido.
De estos tres, sólo Rigau –el conseller de Justicia no estaba en la anterior ejecutiva–, dimitió como diputada en la pasada legislatura, junto al conseller de Bienestar Social y Familia, Josep Lluís Cleries.
El partido de Josep Antoni Duran Lleida también sopesa la renuncia de los consellers de Agricultura, Josep Maria Pelegrí, y de Interior, Ramon Espadaler.
Aunque los consellers son libres de hacer lo que quieran, Mas y la federación alegaron que con su renuncia el grupo parlamentario de CiU gana en productividad porque obtienen un diputado que se dedique en cuerpo y alma al trabajo que exige la cámara catalana. Al pasar de 62 a 50 escaños, los diputados de CiU pueden dedicar más tiempo a la actividad diaria en el Parlament, especialmente al trabajo en las comisiones. Además el pacto de legislatura con Esquerra a cambio de una mayor estabilidad implica más trabajo.
Tras la renuncia de Vila, que fue sustituido por la siguiente en la lista de Girona, Montse Roure, y la de Munté, que cedió su acta a Maria Senserrich, son seis los «puestos de trabajo» que deberían ser suplidos si todos los consellers que ejercen también de diputado renunciaran a su escaño parlamentario.
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