Transporte

Los ideólogos de la supermanzana piden tiempo para afinar su proyecto

La Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, autora intelectual de la superisla en Poblenou, pide paciencia a los vecinos después de las múltiples quejas que se han desatado.

La superisla de Poblenou encuadra nueve manzanas del barrio, limita el paso de vehículos y pretende fomentar la participación vecinal en la calle.
La superisla de Poblenou encuadra nueve manzanas del barrio, limita el paso de vehículos y pretende fomentar la participación vecinal en la calle.larazon

La Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, autora intelectual de la superisla en Poblenou, pide paciencia a los vecinos después de las múltiples quejas que se han desatado.

«Hay que dar margen a las cosas, que no nos dejan respirar», dice algo agobiado, aunque sin perder la ilusión, el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (AEUB), Salvador Rueda. Su cansancio mezclado con esperanza viene causado por el último proyecto de la agencia que dirige, la reciente y polémica supermanzana piloto de Poblenou. Se trata de un área cuadrada de nueve islas, delimitada por las calles Badajoz, Tànger, Llacuna y Pallars y recuperada para la ciudadanía, en la que se limita el paso de vehículos a motor y se fomenta la participación vecinal en la calle.

Sin embargo, en sus primeros días de vida –fue inaugurada el pasado 5 de septiembre–, la supermanzana ha levantado más quejas que elogios. Se observa en el día a día a pie de calle. Mientras una vecina de la calle Pallars asegura que está encantada de que por fin haya silencio bajo su ventana, el mural de opiniones frente al que lo dice aguanta «post-its» de vecinos anónimos que claman contra «el hipsterismo llevado al paroxismo» o defienden que la democracia no es imponer, sino «consultar con vecinos y comerciantes».

Caos en la circulación

El debate sigue abierto, y uno de los lamentos recurrentes concierne al «caos» causado entre los conductores. Muestra de ello son los vídeos de calles abarrotadas de coches que día tras día suben los vecinos a las redes sociales, pero también lo perciben así los voluntarios de la supermanzana. Paula, encargada de resolver dudas a todo aquél que entre por la calle Sancho de Ávila, explica que, aunque la previsión era de estar apenas dos semanas informando, cree que tendrán que quedarse más tiempo, y añade que el primer día los coches arrollaban los pilones que delimitan el área car-free.

Frente al aluvión de quejas, el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, ha abierto una actuación de oficio para responder a las quejas que les llegan cada día. Desde su oficina informan a LA RAZÓN que a partir del lunes comenzarán a reunirse con los afectados que han contactado y que el propio Ribó se desplazará al lugar a comprobar in situ el estado del problema.

Todo ello alimenta el agobio de Rueda, que pide a los ciudadanos un margen de tiempo para arreglar los defectos. «Estamos corrigiendo los errores para afinar esto, que suene como una orquesta», explica el director de la AEUB, que prevé que dentro de un mes los vecinos se irán acostumbrando y comenzarán a verse «las bondades». Rueda lamenta que «anécdotas» como la del autobús que el pasado domingo casi quedó encallado en la supermanzana den la sensación de que está todo improvisado, cuando lo cierto es que este piloto en Poblenou es la punta de lanza de uno de los apartados más ambiciosos del Plan de Movilidad 2013-2018.

Este plan, encargado por el Ayuntamiento, fue aprobado en 2015 durante el último pleno como alcalde de Xavier Trias, bajo cuyo mandato se llevaron a cabo previamente, durante dos años y medio, las reuniones del Pacto por la Movilidad, que agrupaban a más de 100 entidades de la sociedad civil, incluidas asociaciones de vecinos. Entre ellas, la de Poblenou, que destaca en un comunicado que participó activamente en los debates previos y critica que la llegada de Ada Colau a la alcaldía ha alterado el ritmo del proyecto, pasando de una reflexión participada por los vecinos a «un proceso imprevisto que se comunicó a finales de julio».

En cualquier caso, esta supermanzana no será la última. Si la implantación del plan sigue adelante, está previsto integrarlas en el Eixample, en Sants y Hostafrancs y en la Maternitat y Sant Ramon. El objetivo de todo ello es, según explica Salvador Rueda, crear una red que permita ver los frutos: reducir la contaminación –«cada año mueren prematuramente en Barcelona 3.500 personas», asegura – y fomentar una movilidad «segura y sostenible».

Mientras el director de la AEUB sueña con «la ciudad más bonita del mundo», lo que tiene la urbe es una supermanzana que ha encajado con dificultad en el entramado Cerdà. Por el momento, 200 estudiantes de Arquitectura de diversas facultades de la ciudad se han puesto manos a la obra para llenar de actividades hasta el 22 de septiembre las cuatro plazas liberadas de coches –con los elocuentes nombres de Participación, Cultura, Ocio e Intercambio-. A partir de entonces, como asegura el portal web oficial superilla.space, serán los vecinos quienes decidirán cómo gestionan su espacio.