Exposición

Los paisajes de la baronesa

Sant Feliu acoge la exposición «Natura en evolució» con obras de la colección Thyssen

La exposición recoge obras de 500 años, sobre estas líneas un maravilloso Martí i Alsina bautizado «Platja de Barcelona» / Espai Carmen Thyssen Sant Feliu de Guixols
La exposición recoge obras de 500 años, sobre estas líneas un maravilloso Martí i Alsina bautizado «Platja de Barcelona» / Espai Carmen Thyssen Sant Feliu de Guixolslarazon

Sant Feliu acoge la exposición «Natura en evolució» con obras de la colección Thyssen.

En mayo de 1678, John Muir, un inglés afincado en Northallerton, desaparecía en el bosque de la abadía. Cuando su hijo, James Muir, supo de la noticia, regresó raudo al pueblo, pero nadie sabía nada del incidente. Entonces corrió al bosque de la abadía para intentar averiguar qué había ocurrido. Aquel día fue el último que nadie supo nada de él. Su propio hijo, Peter Muir, cumplió la mayoría de edad diez años después y como antes su padre y abuelo, se dirigió al bosque de la abadía a saber qué había ocurrido realmente. Nadie en el pueblo sabía nada, así que se lanzó al bosque con la esperanza de encontrarlos. No, no lo hizo, también desapareció.

Unos 18 años después, el hijo ilegítimo de Peter Muir, Artemus Muir pensaba en repetir la misma historia de su linaje e ir en busca de sus antepasados al misterioso bosque. Cuando empezó a indagar y dijo quién era en el pueblo y qué es lo que se disponía a hacer, lo primero que le preguntaron es si tenía hijos. «No puede adentrarse en el bosque sin tener descendencia, señor, porque quién iría sino luego a ver el bosque, sólo los Muir lo hacen», le dijeron. Creyó que bromeaban, pero lo decían muy en serio.

Artemus Muir aceptó y se prometió esa misma noche con la hija de Josh Barber, el barbero del pueblo. Cuatro meses después, cuando se supo que su mujer estaba embarazada, le permitieron ir al célebre bosque de la abadía, el ahora llamado Muir Forest.

El paisaje era majestuoso, pero los árboles dibujaban extraños arabescos en el cielo, como suplicantes palmas surgidas del fondo de la tierra. El joven empezó a sentir un cierto escalofrío. Acaso aquellos robles no tenían sus mismos rasgos físicos, acaso no bailaban al viento como si intentasen espantarle, acaso el silbido que surgía de las hojas no exclamaba «huye, hijo, huye».

No, no lo hacía, sólo que Peter Muir estaba muerto de miedo. No había conocido a su padre, tampoco a su abuelo, y se dio cuenta que no tenía por qué conocerlos. Sentía que lo mejor que podía hacer era conocer a su hijo. Aquel sí podía ser una persona importante en su vida. Corrió al pueblo, sin mirar atrás, y juró que nunca saldría al exterior porque el paisaje siempre nos encierra en el pasado. Tenía razón. Sin los Muir, nadie dio importancia a aquel bosque y aquel maravilloso paisaje se perdió para siempre.

El paisaje es el gran protagonista de la exposición «Natura en evolució» con la que Sant Feliu de Guixols vuelve a acoger obras de la colección Carmen Thyssen a la espera del ansiado museo que albergue definitivamente su importante fondo de pintura catalana. Un total de 57 obras conforman una muestra que incluye piezas de Pissarro, Van Goyen, Martí i Alsina, Santigo Rusiñol, Raoul Dufy, Olga Sacharoff o Paul Signac entre muchos otros.

La propia baronesa Carmen Thyssen presentó ayer la exposición, la séptima que organiza en Sant Feliu, que se podrá ver hasta el 14 de octubre. «Para mí es una exposición muy importante. Admiro los pintores que han dejado un legado, que ansían la luz y consiguen captar la belleza», señaló ayer.

La muestra, comisariada por Pilar Giró, está organizada como un viaje en el tiempo, de los paisajistas holandeses del siglo XVII, como Van Goyen al clasicismo, el romanticismo, el impresionismo, ejemplificado por Pissarro, hasta acercarnos a la pintura contemporánea con un fantástico «Platja de Normandia», de 1972, de Emili Grau Sala. La muestra se convierte así en una auténtica iluminación que permite al espectador adentrarse en todos los secretos y todas las maravillas que hay detrás de un paisaje, esos recodos mágicos donde los Muir siempre desaparecían.

Según comunicó ayer el alcalde de la localidad, Carles Motas, todo está preparado para que el Museo Thyssen pueda abrir en 2020. De momento, ya han empezado la licitación de las obras y la diputación de Girona ha aprobado otorgarles 1.2 millones de euros. El presupuesto total será de 7 millones, la mayoría surgidos de la herencia de los hermanos Anlló, y ahora que hay nuevos gobiernos estatales y autonómicos, esperan más ayudas.