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Mark Fisher: Lo raro está invadiendo el mundo
Mark Fisher analiza en un ensayo cómo lo espeluznante se ha adueñado del universo de ficción y cómo la sensación de extañeza en la vida real es ahora generalizada.
Mark Fisher analiza en un ensayo cómo lo espeluznante se ha adueñado del universo de ficción y cómo la sensación de extañeza en la vida real es ahora generalizada.
¿Qué es lo raro? ¿¿Qué es lo raro?? ¿¿¿Qué es lo raro??? ¡Que raro eres, lo! Lo raro es, ¡qué! Según la definición de Mark Fisher, eminente pensador británico, lo raro sería un desplazamiento de lo familiar y conocido que te desplaza fuera de tu zona de confort y abre una sensación de extrañeza e incomodidad. Por ejemplo, un hombre se para a contemplar un escaparate. Tiene buen aspecto. Lo miras y está claro que algo le ha gustado. Saca del bolsillo un cigarrillo y sonríe. Lo enciende con unas cerillas y saca una buena bocanada de humo. Y entonces se gira Y TE MIRA DIRECTAMENTE, pero lo que tú ves no es un hombre fumando, es una morsa de largos colmillos que te pregunta, «¿has visto a Paco ultimamente?».
Si alguien piensa que esto no es raro, según Fisher es que nada de esta historia le ha desplazado de su eje de familiaridad. Por tanto, o es en sí mismo una persona rara o insensible, imposible de impresionar, o simplemente suele hablar muchas veces con morsas. Wittgenstein consiguió que nadie le pudiese negar lógicamente que a su lado siempre había una morsa. Ni siquiera otro genio como Bertrand Russel pudo convencerlo. Eso es, en sí mismo, raro. ¿Había visto Wittgenstein a Paco últimamente?
Fallecido en 2017, Fisher es uno de los pensadores más brillantes desde la perspectiva de la cultura comparada de estos primeros años del siglo XXI. Uno de sus últimos trabajos fue «Lo raro y lo espeluznante» (Alpha Decay), ensayo en que señalaba cómo lo extraño se está inmiscuyendo en todas las parecelas culturales y se está convirtiendo en la norma en lugar de su excepción, contradiciendo su primera significación. Porque, ¿qué ocurre cuando lo extraño se convierte en lo familiar? Pues que la norma se convierte en extraña. Los monstruos, por tanto, son los hombres naturales, y entonces el mundo vuelve a su gen original, la emoción de la que surgieron todo el resto, el miedo.
De Lovecraft a Lynch
El ensayo se abre con el padre de lo raro, el escritor H. P. Lovecraft. Fisher intenta diferenciar desde un principio lo raro y espeluznante del terreno de la fantasía o el terror puro. Nombres como Lord Dunsany o Tolkien eran fantásticos puesto que trasladaban la acción a mundos paralelos. Escritores como Poe o los góticos introducían elementos sobrenaturales diferenciados de la realidad que provocaban terror. Pero Lovecraft, influenciado por supuesto por los dos tipos de historia, convirtió la extrañeza en algo natural, surgido de la misma tierra de donde pisamos, y convirtiendo la propia historia del hombre en algo desconocido que empezábamos a descubrir. «Lo raro, en su versión lovecraftiana, es una ficción en la que no lo imposible, sino lo exterior puede interrumpir, a través del tiempo y el espacio, en una situación objetivamente familiar», escribe Fisher.
A partir de aquí, Fisher analiza determinadas especialidades de la ficción «rara», como son los viajes en el tiempo o los bucles de realidades inmersivas, libros como «Ready player one», películas como «Matrix» o una serie de televisión de ciencia ficción alemana dirigida por Rainer Werner Fassbinder. «Son historias en los que personajes de un mundo simulado aparecen en el mundo y, de este modo, lo convierten en simulación. Como los cuadros de Escher, nos remite a una sensación de que algo no encaja», asegura Fisher.
Entre los reyes de la sensación de que «algo no encaja», el ensayista destaca, como no, a Philip K. Dick. Otro de los referentes analizados en este sentido, por supuesto, es David Lynch y películas como «Mulholland Drive» o series como «Twin Picks».
Aquí Fisher cambia de tercio y se centra en lo espeluznante, toda una sensación diferente. «Si lo raro estaba marcado por una presencia que no encajaba, lo espeluznante se constituye por una falta de ausencia o por una falta de presencia, si hay una presencia cuando no debería haberla o si no la hay cuando debería haber algo», señala. El ejemplo más significativo que pone es la de la imagen final de «El planeta de los simios», de 1968, con Charlton Heston maldiciendo al ver la estatua de la Libertad en la playa. Además, habla de la gran Daphne du Maurier, de Chritopher Priest, los fantasmas de M. R. James, las canciones de Brian Eno o las distopias de Margaret Atwood.
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