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Mas promete más vértigo y más riesgo dentro de «pocas semanas»

Artur Mas, durante su mensaje institucional a los catalanes.
Artur Mas, durante su mensaje institucional a los catalanes.larazon

El president personaliza el futuro político de Cataluña tras arrogarse el mérito de superar los escollos del 9-N

El frenético viaje hacia la independencia continúa en 2015. Así lo prometió ayer Artur Mas con motivo del tradicional mensaje de Fin de Año que dirige cada año el presidente de la Generalitat. «En estas próximas semanas hará falta tomar nuevas decisiones complicadas y no exentas de riesgo», anunció Mas, en una alusión claramente dirigida a una realizar una inminente convocatoria electoral, la tercera en cuatro años.

Desenfrenado por la pendiente soberanista, el presidente de la Generalitat ha llegado a la conclusión de que es demasiado tarde para ralentizar el proceso y que, por tanto, el vértigo debe continuar. El tramo final de su alocución, absolutamente personalista, desveló a las claras sus intenciones casi temerarias. «Si entonces (en el 9-N) no dudé en asumir personalmente las decisiones que creía más adecuadas, también lo haré en los próximos pasos que nos toca hacer como país. Es mi responsabilidad como president: no rehuir la confianza que me habéis otorgado con vuestros votos, así lo haré», prometió.

Ciertamente, el líder nacionalista se ha convertido en hiperprotagonista del proceso soberanista. Escribió de su puño y letra la pregunta de la consulta a finales de diciembre de 2013, y, recientemente, expuso la hoja de ruta que Cataluña debía seguir a lo largo de 18 meses para consumar su independencia. Todo ello sin consultarlo con su Govern, convertido en un invitado de piedra de su proyecto.

Mas, sin embargo, es consciente de que su liderazgo puede acabar hecho añicos debido a la fragilidad del bloque soberanista. Para disuadir a ERC de hacer su propio camino, el presidente de la Generalitat recurrió al anzuelo de un Estado inexpugnable, siempre efectivo en el imaginario soberanista. «La unidad es lo que más teme el Estado. El Estado nos quiere divididos, cada uno por su lado. Sabe que así somos más débiles y vulnerables. Tendríamos que ser muy conscientes, tomar buena nota y actuar en consecuencia», afirmó en referencia a la intención de Oriol Junqueras de desgajarse de la lista unitaria que persigue el president.

Mas lo tiene verdaderamente complicado para llevar a Junqueras, así que ayer puso en marcha su estrategia, la de dar brillo a sus acciones como verdadero líder del soberanismo.

La querella por el 9-N

«A pesar de la prohibición y con toda la maquinaria institucional del Estado en contra, muchos miles de catalanes hicieron un ejercicio de autoafirmación, de respeto, de democracia y de libre opinión en libertad. Un ejercicio de democracia que en pleno siglo XXI tendría que ser normalidad en lugar de excepción, tendría que invitar al diálogo y a la negociación en lugar de a querellas judiciales», afirmó en un intento por capitalizar las heridas que ha sufrido en el proceso.

La clave de esta parte de su mensaje era evidente. Consistía en subrayar que ha situado el listón del soberanista más alto que nadie. «Muchos pudieron votar a favor del futuro político del país, incluso de la libertad política de Cataluña. Muchos lo hicieron, tantos como casi dos millones trescientos cincuenta mil personas. Nunca habíamos llegado tan lejos. Nunca», enfatizó.

Si bien el grueso del discurso del presidente de la Generalitat estuvo dedicado al proyecto soberanista, Mas también tuvo tiempo para presumir de buenas prácticas en la administración e incluso situó a la Generalitat como «líder» en este ámbito. Sin citar al expresidente catalán Jordi Pujol ni ningún caso de corrupción en concreto, llamó a «combatir» las irregularidades, a exigir «responsabilidades» cuando las cometa un gobernante o servidor público y a gestionar los recursos públicos «con el mismo cuidado que si fuesen nuestros». El presidente de la Generalitat subrayó en este sentido que se ha aprobado en el Parlament la Ley de Transparencia y las buenas prácticas de la Administración, lo que a su juicio sitúa a la Generalitat como pionera en la materia.

La economía fue el tercer eje destacado del mensaje, ámbito en el que constató un crecimiento desde el inicio de la crisis hace siete años, acompañado de un descenso del paro. No obstante, el president reconoció que las desigualdades sociales «no se han reducido» y que la pobreza «no ha disminuido» pese a este leve crecimiento económico.

«La estamos superando (la crisis), le estamos dando la vuelta con esfuerzo y la energía de muchos. Pero queda camino por recorrer y, por tanto, no se puede bajar la guardia ni un milímetro», alertó Mas en el que podría haber sido su discurso como presidente de la Generalitat, puesto que la convocatoria inminente de elecciones podría apartarle del Palau de la Generalitat.

Las reacciones fueron inmediatas. El líder del PSC, Miquel Iceta, le instó a «cambiar de rumbo» pues, al igual que Mariano Rajoy, «no tiene los pies en el suelo» ya que lo que «nos hace falta son objetivos que unan, estrategias acertadas y no perder más el tiempo».

La coordinadora nacional de ICV, Dolors Camats, por su parte, criticó a Mas por esconderse «detrás de grandes retos sin afrontar los que dependen de él», que son, a su juicio, «la corrupción y la desigualdad». «Las desigualdades no son fruto de la crisis, sino de las políticas de su gobierno», remarcó Camats, que recordó a Mas que si quiere reducirlas a día de hoy «ya tiene los instrumentos para hacerlo». «Sólo hace falta voluntad política», remató Camats.