Cataluña
Mas se une ahora a las críticas contra el proceso independentista
Reprocha a ERC no priorizar una lista única para el 21-D y «dejar solo» a Puigdemont
Reprocha a ERC no priorizar una lista única para el 21-D y «dejar solo» a Puigdemont.
Desde que la CUP envió a Artur Mas a la «papelera de la historia», el ex presidente de la Generalitat no ha tenido en ningún momento la intención de abandonar la primera línea política. En forma de continuas apariciones públicas o formando parte de los núcleos de decisión del «procés», Mas ha tenido una gran capacidad de influencia a lo largo de los últimos dos años en los derroteros que ha tomado la política catalana. A través de estos espacios, Mas casi siempre ha apostado por la vía dura –próxima a las tesis de Carles Puigdemont–, que abogaba por concretar la ruptura con el Estado de forma inminente, ruta de la que ayer renegó. Así, el también presidente del PDeCAT, izó la bandera de la moderación para sumarse a aquellas voces autocríticas y que ahora claman por una reorientación estratégica, que pase por evitar poner plazos y ensanchar la base social.
Esta idea, pese a que haya sido exteriorizada por muchos dirigentes de todo el espectro independentista –a excepción de la CUP–, se puede convertir en una fuente de discordia de cara a la campaña electoral de Junts per Cataluña –marca con la que acude el PDeCAT al 21-D–, ya que Puigdemont, por el momento, no parece dispuesto a recular, a pesar de que haya suavizado aparentemente su línea discursiva. Y es que la «lista del president» que está confeccionando, solo cuenta con dos rostros visibles, el suyo y el de Jordi Sánchez, que ahora se encuentra en prisión y sin voz, lo que hace prever que la figura de Mas cobrará relevancia y visibilidad en los próximos días en campaña y pueda derivar en notables divergencias con Puigdemont.
En todo caso, Mas, que ayer estuvo en el Fórum Europa, también atizó a ERC, a la que criticó su actitud electoralista y contradictoria: «Si de verdad quieren restituir al Govern, no pueden dejar solo a Puigdemont», aseguró, y añadió que ahora, en pleno pulso con el Estado, lo más idóneo es aunar fuerzas en una lista única.
Asimismo, incidió en que no es conveniente «renunciar al proceso independentista», porque de hacerlo, supondría reconocer una «derrota» en con el Estado: «Nos arrasarían». Pero más allá de este planteamiento, lo que diagnosticó es la necesidad que tiene el independentismo de ampliar la base, algo que esporádicamente había deslizado, pero no con esta claridad. Y es que Mas, desde la noche electoral del 27 de septiembre de 2015, se ha movido entre la determinación y el freno: aquella jornada no asumió la derrota y en un arrebato de euforia, exclamó el «¡Hemos ganado!» en catalán, francés e inglés, pero en la trastienda muchas ocasiones reconocía que no existía una mayoría para emprender la independencia.
En esta línea, también pidió no fijar plazos como ha ocurrido desde el 27-S porque puede «ahogar el objetivo». Por ello, sostuvo que la «independencia está preparada sobre el papel», aunque falta hacerla efectiva para poner en marcha un Estado propio siempre que se cuente con una «mayoría sólida». «No hay ningún país preparado para funcionar al día siguiente porque requiere un control efectivo, una administración de justicia y capacidad financiera», justificó. Además, también recordó otras de los déficits con que cuentan: el ámbito internacional. «No nos esperan con los brazos abiertos», admitió Mas, que también reveló que deberá aportar sus propiedades como parte de la fianza a la que debe hacer frente con el Tribunal de Cuentas.
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