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Miquel Molina: «Los libros viejos huelen a paisajes después de la lluvia»

Tras cuatro años de silencio literario, el autor regresa a la narrativa de ficción con «La sonámbula» (Destino), una obra en la que sorprende al lector con una historia con no pocos giros argumentales

Miquel Molina, periodista y escritor
Miquel Molina, periodista y escritorlarazon

Tras cuatro años de silencio literario, el autor regresa a la narrativa de ficción con «La sonámbula» (Destino), una obra en la que sorprende al lector con una historia con no pocos giros argumentales.

–¿Es «La sonámbula» una ruptura en cuanto a tema y estructura con respecto a «Una flor del mal», su anterior novela?

–Después de acabar el primero intenté meterme en otro centrado en el mundo del arte, pero la verdad es que me aburría y tenía la sensación de volver a escribir «Una flor del mal». Se cruzó por medio una historia que me atrajo mucho y me permitió romper completamente y hacer algo diferente. Ahora bien, de la primera novela me quedé con las ganas de saber todavía más de la voz narrativa de aquella adolescente que escribía su diario. De alguna manera, creo que la he recuperado, evidentemente con medio siglo de diferencia y veinte años mayor.

–Uno tiene la sensación al leer su nuevo libro que es difícil etiquetarlo en un género literario.

–Sí, aunque no es algo que haya buscado intencionadamente. Lo que empieza como un thriller clásico con un cuerpo y un misterio en un tiempo concreto, luego evoluciona hacia un thriller de vivencias interiores. Ese hecho concreto desemboca una serie de experiencias vitales y de reflexiones que esta mujer no habría imaginado en un principio. Por eso lo veo como un thriller que evoluciona de una forma más clásica a una menos habitual.

–¿Es verdad, como dice en «La sonámbula», esa definición de los libros de viejo?

–Sí, creo que los libros de viejo huelen a paisajes después de la lluvia. Es la sensación que tengo. En la novela se narran una serie de hechos que determinan el olor de los libros, como las flores que has almacenado, el tabaco que has fumado... Luego hay una cosa menos poética que es el sudor de las manos. Incluso en el pasado, en algún momento, se advertía que era mejor leer los libros nuevos en vez de usados, es decir, infectados por los lectores anteriores.

–Marta, la protagonista de su libro, investiga. No sé hasta qué punto en ese hecho se filtra que usted sea periodista.

–Sí, de alguna forma hay una investigación interior y seguramente, de manera inconsciente, usando técnicas y patrones del trabajo diario que hacemos los periodistas. En este caso, yo he querido evitar la investigación que sí tuve que hacer por la temática de mi primera novela. He sobrevolado un poco la documentación, como hace la protagonista, pero de manera inconsciente hay una técnica de investigación que se apodera de ti cuando estás ante un teclado. Lo que determina la estructura final del libro es lo que pasa por la cabeza de esta mujer.

–El libro empieza porque Marta tiene que acudir en ayuda de una vecina.

–Esto es una anécdota personal. Ocurrió hacia 1990 y la tenía guardada como un referente para desarrollarla. Pasó tal cual se cuenta en la novela. Me estaba duchando y vino la asistenta del piso de abajo que se había encontrado a la mujer probablemente con un ictus en el cuarto de baño. Sospecho que se murió mientras la bajaban por la escalera porque salió agonizando. Ella estaba en una casa de una riqueza inesperada, con cuadros y libros antiguos. No tuve el valor ni el ingenio de buscar una excusa para buscar una excusa para quedarme a solas en ese piso, a diferencia de lo que hace mi protagonista. Es aquello de superar nuestra propia timidez con personajes que son más audaces que nosotros.

–«La sonámbula» es también una novela con la que usted mira mucho hacia el futuro, hacia el siglo XXI.

–Había algo que me fascinaba poder desarrollar en una novela y era el miedo por el doble, la atracción hacia aquello que se parece mucho a ti, lo que puede ser como un reflejo tuyo, pero que acaba actuando por su cuenta. Me gusta la idea de desarrollar esto ahora porque tiene esa vigencia de que te pueden hackear tu cuenta de correo electrónico o redes sociales haciéndote decir aquello que no quieres decir. Igualmente, también quería reflejar en el texto esa sensación de dispersión: ahora mismo recibes un mensaje de alguien y no sabes si te lo ha enviado por Messenger o Twitter. algo que provoca que las relaciones sean más compliquejas. Marta está atrapada por esa trampa como es el whatsupp.

–¿Cuesta usar una voz femenina en primera persona como voz narrativa para su novela? ¿Era un reto?

–Era un reto en la primera novela. Como la recepción fue buena, aquí he trabajo mucho más tranquilo. Los que hemos tenido la suerte de tener una educación igualataria, compartiendo clase con compañeras, si has sabido interactuar con el mundo femenino, al final la voz tampoco es tan diferente.