Poesía

Mircea Cartarescu: «Amo a la poesía. Es lo que más amo del mundo»

«En Rumanía, éramos cuatro poetas durante la dictadura y queríamos ser John Lennon o Paul McCartney. Nadie quería ser Ringo Starr».

Mircea Cartarescu / Escritor. Foto: Shooting
Mircea Cartarescu / Escritor. Foto: Shootinglarazon

«Intenté lanzar a la basura todas las convicciones poéticas y poder hablar, aunque fuera una vez en la vida, con mi propia voz en este libro».

Es una de las voces europeas más leídas hoy en día gracias a libros como «Solenoide». Pero Mircea Cartarescu visita estos días Barcelona para participar en su Festival de Poesía y para participar hoy en la barcelonesa librería No Llegiu en la presentación de su libro de poemas «Res. Poemes (1988-1992)», que acaba de publicar Lleonard Muntaner Editor.

–¿«Res» es una obra poética cerrada?

–«Res» es una experiencia única para mi. Es una isla dentro de toda mi obra poética que intenta ahogarla. Mi poesía anterior es barroca y procede de la tradición de las vanguardias y del surrealismo. He escrito siete volúmenes de poesía con este estilo, pero finalmente me di cuenta que era suficientemente. Mi desprecio hacia mi poesía anterior me llevó a la idea de hacer otra cosa. Por eso pensé que estaría bien escribir poesía influido por la americana, una poesía que me parece más directa y sencilla. Ensayé las voces de algunos poetas americanos como Frank O’Hara, Gregory Corso o Allen Ginsberg. Fue una experiencia única porque de esta manera intenté salir del todo de la poesía como si fuera el último canto de un cisne.

–En el poema «Cum stau» dice que hasta los 29 años usted escribía «poesía-poesía». ¿Cómo definiría la escrita posteriormente?

–Esta es mi última experiencia poética. La escribí hace treinta años, de golpe. Cuando escribí el último poema de «Res» decidí suicidarme como poeta para comenzar otra vida dentro de la literatura. Conseguí que mi poesía se suicidara porque yo seguí siendo poeta, algo que constato hoy en día, ahora. Continué escribiendo después de esta experiencia, pero en forma de novela o relato.

–¿Su poesía es el campo de pruebas para libros como «Solenoide»?

–«Res» fue una gran liberación para mí. Me sentí muy aligerado escribiendo este libro, como si fuera una cura de desintoxicación. Tras esto me sentí libre para escribir otras cosas y con «Res» me divorcié de mi poesía anterior, una manera de quedar libre para poder tener nuevas aventuras.

–En uno de sus poemas afirma que su poesía es calva como Sinéad O’Connor. –Solamente hablo de los poemas de este libro que tienen la furia y la locura de Sinéad O’Connor y su música. Hablar de poesía calva es una buena manera de referirse a toda la poesía de este libro, aunque yo más bien la definiría como pobre. Es pobre en el sentido metafísico y religioso de la palabra, así como en el sentido de modestia y devoción.

–¿Continúa leyendo poesía?

–Siempre he sido y me considero un gran lector de poesía. Desde la adolescencia leí mucha poesía, tanto de Rumanía como de fuera. Naturalmente he recibido influencias de aquellos a los que he leído: algunos conocidos y otros desconocidos, especialmente los rumanos que tienen una gran fuerza, pero por desgracia no traducidos. Amo la poesía. Es lo que más amo y lo es todo para mí. Eso es válido para toda mi generación. En los años 80, en la última etapa de la dictadura, Rumanía era un país totalmente destruido, pero nosotros éramos felices porque teníamos poesía. No teníamos medios para publicar y nos leíamos nuestros poemas los unos a los otros. Cuando quedábamos impactados por un poema que nos habían leído, nos íbamos corriendo a casa para intentar hacer uno mejor. Un compañero de generación me regaló un libro dedicado y dentro, atado con una cuerda, había una hoja de afeitar. En la dedicatoria se podía leer: «Para Mircea Cartarescu, para que se corte las venas de envidia». En aquella época creíamos que escribíamos la mejor poesía del mundo. Éramos cuatro poetas amigos que nos comparábamos con los Beatles.

–¿Quién de los cuatro se consideraba John Lennon?

–Este era el gran problema: los cuatro queríamos ser Lennon o McCartney. Nadie quería ser Ringo Starr.

–Lástima que nadie quisiera ser George Harrison.

–Harrison es un verdadero artista al que admiro mucho.

–El yo poético de sus poemas, ¿es realmente Cartarescu o un disfraz?

–Intenté lanzar a la basura todas las convicciones poéticas y poder hablar, aunque fuera una vez en la vida, con mi propia voz en este libro. Evidentemente eso es también una convicción. Intenté conseguir el efecto más difícil en la literatura que es el de la sinceridad. Lo más difícil para un artista es ser sincero. No hablo de la sinceridad inocente del jovencito que escribe sino de la sinceridad que tienes después de un gran hecho poético y que tiene que ser expresiva desde el punto de vista poético.

–¿La suya es una poesía para ser leída en público?

–Sí, es la más apropiada para ser leída en público porque cada poema tiene unas gotas de miel, una recompensa para los oyentes. Son poemas escritos para ser dichos, para ser leídos en voz alta, no con los ojos.

–Usted es uno de los nombres que suenan con más fuerza para el Nobel. ¿Qué le parece que no se otorgue este año?

–Entonces, ¿tendré doble posibilidad de ganar el año que viene? Es broma. Escribir es un trabajo solitario. No pienso en premios.