Política

Montilla desvela que Zapatero prefería a Mas como president

Renunció a formar tándem con Maragall como número dos, pero niega que PSC y PSOE le vetaran para que repitiera como candidato a la Generalitat

José Montilla descrubre en su libro las luces y sombras de su relación con Zapatero
José Montilla descrubre en su libro las luces y sombras de su relación con Zapaterolarazon

Apenas dos años después de lo que ha bautizado como la «tormenta perfecta» que le hizo perder las elecciones, en noviembre de 2010, José Montilla pone negro sobre blanco sobre los rumores que acompañan sus cuatro años al frente de la Generalitat a través de «Clar i català», un libro de RBA, que sale hoy a la venta, escrito por Rafael Jorba, tras 24 horas de conversaciones durante diez días.

Montilla, un hombre que se define «parco en palabras» y que convirtió el lema electoral «hechos, no palabras» en una seña de identidad, descubre a un José Luis Zapatero maquiavélico. Relata que para no perder el apoyo de CiU a la reforma del Estatut, Zapatero cedió protagonismo a Artur Mas en la recta final de la negociación. Aunque el apoyo de los nacionalistas no era necesario para aprobar el Estatut en el Congreso de los Diputados, admite que después de haber perdido el sustento del PP en la votación del Parlament, «no nos podíamos permitir perder también la complicidad de CiU». El peaje que pagó el PSC era dar protagonismo a Mas, en definitiva darle vía libre para negociar con Zapatero.

Mas y Zapatero pactaron la parte final del nuevo Estatut, precisamente, la que aborda la financiación y que ahora a CiU no le gusta. Pero también urdieron el pasaporte de Mas a la Generalitat. Zapatero le dio su palabra de que gobernaría si lograba ser la lista más votada. Lo consiguió, pero Montilla no respeta el acuerdo porque «el presidente no era nadie para adquirir este compromiso».

Zapatero quería una alianza con el «nacionalismo moderado», una «sociovergencia» en Cataluña, con Mas de presidente de la Generalitat, para asegurarse la estabilidad el en Congreso. Aunque Montilla no niega que «tenía un alcance estratégico para los intereses de España», alega que «la moneda de cambio no podía ser Cataluña». Montilla, que había quedado segundo en las elecciones de 2006, pero sumaba con ICV y ERC, reeditó el tripartito. Fue una lección para CiU que pensaba que un eventual acuerdo con Zapatero tenía una traducción automática en Cataluña. «Ya lo dije en su momento», recuerda Montilla en su libro, «que para hablar con el PSC la dirección en la calle Nicaragua –el cuartel de los socialistas catalanes–, no la calle Ferraz a sede del PSOE».

Lo que no es cierto y Montilla se encarga de subrayarlo es que a cambio de apoyar el Estatut en Madrid, Mas pidiera a Zapatero la cabeza de Pasqual Maragall. El ahora senador socialista asegura que ni el PSOE ni el PSC vetaron que repitiera como candidato una segunda legislatura. Sí admite que desde el partido se propuso la idea de que Maragall y Montilla formaran un tándem. «El tándem era que yo fuera de número dos», explica. Pero le trasladó a Maragall que esto lo no veía y él le respondió que «yo tampoco». Maragall optó por no presentarse.

Montilla reconoce a Maragall la responsabilidad de haber dirigido el primer tripartito. En cambio, le echa en cara que no liderara el proceso de reforma del Estatut. Censura que expulsara a ERC del gobierno después de que los republicanos votaran en contra del Estatut en el referéndum. Es un reproche que comparte con Zapatero. Con esto quiere dejar claro que el ex presidente no forzó la salida de ERC del gobierno.

La derrota

A Zapatero le reconoce su disposición a reformar el Estatut, que tuviera una visión plural de España, cercana al federalismo del PSC, pero también le recrimina haber intentado condicionar la política catalana desde Madrid. Le critica su tardía reacción a la crisis, aunque uno de sus grandes errores fue alargar la negociación del acuerdo de financiación. La erosión de esa negociación, la crisis y el recurso del PP contra el Estatut que dio alas al soberanismo fue la «tormenta perfecta» que provocó la derrota del PSC.