Barcelona

Puigdemont celebra sus contactos con la CUP y los contrapone al bloqueo español

El presidente de la Generalitat hurga en «la ausencia de proyecto» de España tras la investidura fallida de Rajoy.

Puigdemont, ayer en Berga, durante el oficio solemne de conmemoración de los cien años de la coronación de la Mare de Déu de Queralt.
Puigdemont, ayer en Berga, durante el oficio solemne de conmemoración de los cien años de la coronación de la Mare de Déu de Queralt.larazon

El presidente de la Generalitat hurga en «la ausencia de proyecto» de España tras la investidura fallida de Rajoy.

El cabreo del Govern de Junts pel Sí con sus socios de la CUP después de sufrir hace tres meses un humillante rechazo a su proyecto de presupuestos ya es cosa del pasado. Han vuelto las buenas palabras y los mensajes optimistas. 24 horas después de mantener una reunión con tres dirigentes de la CUP en el Palau de la Generalitat, el presidente catalán, Carles Puigdemont, celebró la conversación de casi dos horas con los antisistema y se mostró convencido de poder salvar la cuestión de confianza en el Parlament el próximo 28 de septiembre. «Ha sido un buen inicio para pensar que se puede superar esta situación», afirmó Puigdemont desde Berga (Barcelona). En consecuencia, el riesgo –reconocido por el propio president– de unas nuevas elecciones se aleja.

El presidente de la Generalitat se niega a admitir que está negociando con la CUP la cuestión de confianza. Se inventó hace unas semanas la frase de que «la confianza no se negocia, se tiene o no se tiene» y, desde entonces, la repite con cierta frecuencia, sea él o sea cualquier otro dirigente de la nueva CDC (el Partit Demòcrata Catalana). La realidad es distinta, ya que las conversaciones con la CUP se centran en clarificar los próximos meses. Puigdemont quiere el compromiso de sus socios no sólo para superar la cuestión de confianza, sino también para afrontar con garantías el debate de política general y los presupuestos de 2017.

El titular de la Generalitat evitó referirse al peaje que presuntamente tendrá que pagar para obtener estas garantías y es el de poner fecha a un referéndum unilateral de independencia (RUI), un mecanismo que la gran mayoría del Partit Demòcrata Català ve con malos ojos porque conduce al mismo lugar que el 9-N, es decir, a un simulacro de consulta anulado por el Tribunal Constitucional.

El caso es que el RUI todavía no se ha convertido en «casus belli» con la CUP y Puigdemont se consoló sabiendo que el canal de comunicación con sus socios está abierto. En este punto aprovechó para recrearse en el mal ajeno. «Nuestra situación contrasta claramente con lo que está pasando en estas mismas horas en el Estado español», afirmó el presidente de la Generalitat.

Y añadió: «En Cataluña somos grupos políticos mucho más distantes ideológicamente de lo que son, por ejemplo, los dos grandes grupos españoles y aquí trabajamos esforzadamente por mantener un clima de confianza que permita tirar el país adelante. No es así en el conjunto del Estado, donde hay una ausencia de proyecto».

No es la primera vez que Puigdemont saca pecho por la capacidad de Cataluña para afrontar su complejo escenario político, ni tampoco la primera vez que se recrea en el bloqueo español. Es una manera, otra más, de denunciar la calidad inferior de la democracia española.