Cultura
Quintà: El legado maldito de Pla
El periodista que asesinó a su mujer conservaba numerosos documentos relacionados con el autor de «El quadern gris» y que han comenzado a salir a la luz en anticuarios y librerías.
El periodista que asesinó a su mujer conservaba numerosos documentos relacionados con el autor de «El quadern gris» y que han comenzado a salir a la luz en anticuarios y librerías.
Esta es una historia triste porque todo empezó con la muerte de una persona inocente, la doctora Victòria Bertran, asesinada el 19 de diciembre del pasado año por su marido, el controvertido periodista Alfons Quintà quien se suicidió después de matar a su esposa en el hogar que compartían en el barcelonés barrio de Les Corts. Quintà se pasó parte de su vida, a la manera de un J. Edgar Hoover, guardando documentación sobre personalidades del mundo político y cultural catalán, un hecho que le permitió de alguna manera sobrevivir cuando su estrella comenzó a menguar. En los últimos años colaboró con algunos medios escribiendo, dando su opinión sobre lo que veía y sobre un mundo pasado, el suyo, que hacía tiempo que se había desmoronado. Lejos quedaba el hombre que había sido una de las primeras firmas del diario «El País» en Cataluña donde denunció la oscura historia de un banquero llamado Jordi Pujol en Banca Catalana, el mismo hombre que dejó de escribir sobre esos temas para entregarse al pujolismo y convertirse en el primer director de TV3.
Pesado lastre
Poco antes de asesinar a su mujer y de suicidarse, Quintà había decidido desprenderse de una parte del legado que arrastraba consigo, como si fuera un pesado lastre, el referido a la amistad de su padre Josep con otro Josep grandioso, el más grandioso de la literatura catalana: Josep Pla.
Desde los tristes sucesos del 19 de diciembre de 2016 han aparecido en el mercado un número importante de documentos de Pla dedicados a Josep Quintà. Son en su mayoría libros dedicados, primeras ediciones con extensísimas notas, pero también fotografías e incluso el pasaporte del autor de «El carrer estret». En vez de preservar este legado, Alfons Quintà decidió deshacerse de todo esto poniéndolo en manos de anticuarios y libreros de viejo. Este diario ha podido acceder a una parte de estos materiales, algunos de ellos con interesantes pistas para poder saber algo más sobre Pla.
El viajante de tejidos de Figueres Josep Quintà fue íntimo amigo de Josep Pla, una figura de la que el escritor habla con afecto, por ejemplo, en algunas de las cartas que escribió a su hermano Pere Pla. Quintà forma parte en diciembre de 1944 de la nómina de nombres de un documento de la Guardia Civil de Palafrugell donde se habla de una serie de personas próximas a los servicios de información de Estados Unidos. En ella está acompañado de los hermanos Pla, así como de Josep Sagrera, Manuel Brunet, Paulí Joanola, Lluís Matas, Isidre Cervera, Ramir Medir y Lluís Bonal.
El de Figueres era también el propietario de un Lancia –«inolvidable Lancia», en palabras del historiador Jaume Vicens Vives– en el que también viajaba el autor de «Vida de Manolo» o «Les hores». Fredereic Sunyer recuerda que en muchas ocasiones Quintà adaptaba sus viajes de trabajo en función de las exigencias de Pla, como cuando se trasladaron a Perpiñán para cenar con el entonces exiliado Josep Tarradellas.
A falta de las cartas de Josep Pla a Josep Quintà que, hasta la fecha, no han aparecido y podrían haber sido destruidas, nos tenemos que conformar con las dedicatorias del escritor ampurdanés al amigo. Alguna de ellas es toda una declaración de intenciones, como la que encontramos en un ejemplar de la primera edición de «El quadern gris». Es abril de 1966 y se reproduce a continuación respetando la ortografía planiana:
«Amic Quintà: Tinc el gust de dedicar-vos aquest llibre tan ben presentat i d’aspecte tan bonic. Això no vol pas dir que per mi, aquest llibre no sigui una cosa bastant emprenyadora: representa l’entrada en l’etapa final de la vida. Aquesta etapa durarà més o menys; és igual. Jo he entrat en l’historia del descalabro total i definitiu. Tot el demés son compliments. Em sembla que us vaig coneixer després de la guerra civil, en plena segona guerra general. Han passat molts anys de llavors ençà. Han estat uns anys molt dolents i molt avorrits, a pesar de l’inmensa quantitat de cosas que han passat. En realitat no ha passat res i fa l’efecte que tot està igual. Ha passat l’important, qye es el temps. Quan el nostre amic N. diu qye jo deixaré alguna cosa, té raó. Deixaré uns quilos de paper, masses quilos. L’esprit hi era i devegades encara hi és. La preparació, potser també. Però tot això hauria pogut ser també una altra cosa. El desordre del temps i els mals de la bestia no hi [ilegible] per més veure les coses amb la serenitat, l’astucia i la llargada suficient. Què hi farem. Que us vagi tot be. Josep Pla».
En el mercado han aparecido en los últimos días casi una treintena de estas dedicatorias, muchas de ellas –como las que se reproducen fotográficamente en este reportaje– auténticas declaraciones de intenciones de Josep Pla.
Pero hay más sorpresas. Desde hace unas semanas un usuario de un portal dedicado a la compra y venta de piezas de colección ofrece el pasaporte original de Josep Pla, el que tenía en 1955, al elevadísimo precio de 1.620 euros, aunque cabe decir que hasta hace poco pretendía venderlo por 2.700 euros. Que procedía de Quintà lo sabemos porque junto con el documento hay una fotografía original del escritor en cuyo reverso puede leerse: «En Pla per el Cap de Creus. Quintà». El mismo vendedor también intenta vender otras fotografías del autor de «Coses vistes» de la época del pasaporte. No cabe la menor duda que todo fue propiedad de Alfons Quintà, el hijo del chófer de Pla, el hombre que asesinó a su mujer Victòria Bertran.
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