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«Se podría reconstruir la época de Carvalho leyendo los libros de Montalbán»
El escritor Carlos Zanón publica «Banco de sangre», su último libro de poemas y se prepara para volver a dar vida a Pepe Carvalho
El escritor Carlos Zanón publica «Banco de sangre», su último libro de poemas y se prepara para volver a dar vida a Pepe Carvalho.
–Regresa a la poesía con «Banco de sangre», publicada por Espasa.
–Han pasado dos años largos, desde «Rock’n’roll». Siempre escribo poesía al mismo tiempo que trabajo en una novela, en este caso la titulada «Taxi». Me salen historias que no caben en la novela y acabo haciendo poemas. Al mismo cayó en mis manos un libro de una fotógrafa mallorquina, Nan Goldin, titulado «The Ballad of Sexual Dependency» –un título buenísimo que no podía robar– y se me ocurrió hacer textos que tuvieran que ver con el mundo que retrata ella.
–La soledad es uno de los temas que resurgen en «Banco de sangre».
–Sí, la imposibilidad de comunicarse, pero también la soledad del cuerpo, de las habitaciones, de las palabras... Es como la búsqueda en otro cuerpo de Dios y la imposibilidad de encontrarlo. En este sentido, es un libro muy espiritual.
–¿El yo poético del libro es inventado o es el mismo Carlos Zanón?
–Es el mismo. Lo que me interesa de la poesía es lo mismo que en la novela: intensidad, emoción, el juego del lenguaje... En mis novelas los capítulos son como historias cerradas, cuentos, como poemas. Es algo que noto cuando trabajo la trama, pero en cuanto a la manera de contenerlo no.
–Parece que es más fácil que se filtre lo autobiográfico en un poema en vez de en una novela.
–En el yo poético me muestro más vulnerable e intentas ir quitando máscaras. El juego de la poesía está en quitar el velo y ver.
–Me ha parecido en algunos de sus poemas ver la influencia de Jaime Gil de Biedma.
–Sí, desde el principio Jaime Gil fue una referencia. Incluso cuando tocaba en grupos adaptamos un poema suyo: «Loca». Sí, porque hay esa mezcla de mirada directa a los ojos, de ensañarse un poco con el yo vencido que vuelve a casa de madrugada y sin piedad. Cuando lo lees te das cuenta de esa posibilidad de comunicarte con la poesía sin disfrazarte, además de decir cosas sencillas sin complicarte.
–¿De dónde surge un título tan potente como «Banco de sangre»?
–Se lo robé a un cantante que me gusta mucho que es Bon Iver y que tiene una canción que se llama así. También «Banco de sangre» da mucho juego porque mi idea es que necesitamos a veces transfusiones de sangre nueva, de cosas que te pasen nuevas. Hay que sangrar y que te transfieran para estar ilusionado con vivir.
–¿Es un libro pesimista?
–Probablemente sí porque nace del dolor y del aislamiento. Incluso insistí que la portada sugiriera algo así.
–Si «Taxi» le ha sugerido este poemario, ¿qué cree que le puede pasar con el reto que tiene ahora con Pepe Carvalho?
–No sé, no sé. Nunca se sabe que puede pasar porque la poesía viene y va cuando te da la gana.
–¿Ha leído al Vázquez Montalbán poeta?
–Me parece un poeta espectacular. Cuando lo conocí no sabía que escribía poesía. Si se fija en cómo titulaba sus libros y sus artículos se puede comprobar que era un poeta, que no dejaba ninguna posibilidad sin darle la vuelta. Pero ahora estoy releyendo a los Carvalhos.
–¿Cómo está siendo está relectura? ¿Cómo está encontrando el personaje de Vázquez Montalbán?
–Me doy cuenta que se podría reconstruir esa época solamente leyendo esas novelas.
–Esta semana, en la rueda de Prensa del BCNegra, Paco Camarasa dijo que usted era el único que podía recuperar a Pepe Carvalho.
–Se lo agradezco mucho. Me hacía mucha ilusión este proyecto, aunque no era consciente de las consecuencias de este lío. Pensé en lo de meterte en las aventuras de alguien que has leído, como si eres dibujante de cómic y te proponen Batman, además con una total libertad. Ellos querían que hiciera una novela mía, pero cogiendo el personaje. Eso es lo que voy a hacer. Quiero que sea un buen libro y pasarlo bien. También noto que hay mucha ilusión, pero también mucha presión.
–¿La idea es llevarlo a un tiempo cercano?
–Sí, al presente inmediato, algo que era la gracia de Carvalho, ser «foto-finish» de lo que pasaba en ese momento en la sociedad. Tengo la sensación que hay cosas que han pasado en Barcelona que le gustarían a Carvalho, como que la ciudadanía ha tomado el protagonismo, con una alcaldesa que sale de los desahucios. Es una Barcelona con luces y sombras.
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