Violencia de género

Seis de cada diez presas en Cataluña son víctima de violencia machista

Justicia estrena un tratamiento específico con visión de género para empoderar a las internas

La nueva consellera de Justicia estrenó su visita a centros penitenciario en una cárcel de mujeres
La nueva consellera de Justicia estrenó su visita a centros penitenciario en una cárcel de mujereslarazon

Justicia estrena un tratamiento específico con visión de género para empoderar a las internas.

Igual que Piper Kerman, la protagonista de la serie de televisión «Orange is the new black», la mayoría de las presas catalanas acaba en prisión tras una relación tóxica. Seis de cada diez internas son víctimas de violencia de género, un 39% está condenada por robo y un 32%, por tráfico de drogas, como Piper Kerman, una joven de familia acomodada que tras su graduación se enamora de un traficante de drogas para el que acaba haciendo de mula. Es una historia real, aunque los guionistas han aderezado su paso por prisión con cocineras rusas vinculadas a la mafia, como la de muchas presas que cumplen penas en Cataluña por tráfico de drogas, un delito por el que las condenadas duplican a los hombres que no llegan al 16%. También doblan a los hombres las presas con escasos recursos económicos y son más las que no cuentan con una sólida red familiar de apoyo. Por eso, la ayuda que pueden encontrar en la cárcel para recompener sus vidas y prepararse para el retorno a la vida en libertad es crucial.

El mundo penitenciario es muy masculino. No sólo porque las mujeres encarceladas representan el 7 % de la población reclusa, hay 562 internas por 7.828 presos. También porque entre el personal hay más hombres que mujeres. Pero ahora, al frente de la conselleria de Justícia hay una mujer, Ester Capella, y eligió el Centro de Mujeres de Barcelona, conocido popularmente como Wad-Ras, para estrenarse en las visitas a centros penitenciarios. Lo hizo para explicar el nuevo tratamiento con visión de género que acaba de crear la conselleria para empoderar a las mujeres presas y prepararlas para su vuelta a la vida en libertad.

«A la gente no le gusta estar en la cárcel, pero yo lo estoy viviendo como una cosa positiva, me estoy alejando de una relación que me hacía daño y estoy aprendiendo a valorarme», dice Cristina Rivadulla. Hace dos meses que entró en Wad-Ras y es una de las ocho reclusas que participa dos veces por semana en este nuevo programa penitenciario con visión de género en el que educadores, psicólogos, trabajadores sociales y juristas ofrecen un tratamiento específico a cada reclusa en función de su trayectoria y su situación social y familias.

El 65% de las presas tiene problemás de salud mental y un 63 % problemas de ocupación y ausencia de planes de futuro. El programa trata de proporcionarles herramientas para la maternidad, potenciar la autoestima y para una condulta sexual responsable. Una vez fuera, las mujeres reinciden menos que los hombres.