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Una historia en sus documentos

El historiador Daniel Venteo reconstruye el pasado catalán en el voluminoso trabajo «Autobiografia de Catalunya», a partir de 900 documentos, algunos inéditos

El historiador Daniel Venteo ha sido el encargado de recopilar los documentos que forman parte de «Autobiografia de Catalunya», un viaje por archivos de todo el mundo
El historiador Daniel Venteo ha sido el encargado de recopilar los documentos que forman parte de «Autobiografia de Catalunya», un viaje por archivos de todo el mundolarazon

El historiador Daniel Venteo reconstruye el pasado catalán en el voluminoso trabajo «Autobiografia de Catalunya», a partir de 900 documentos, algunos inéditos.

Ambiciosa. Esa es el adjetivo que mejor puede definir «Autobiografia de Catalunya», una espectacular obra editada por Enciclopèdia Catalana y que firma Daniel Venteo. En ella se invita al lector a realizar un viaje por la historia de Cataluña a partir de una selección de 900 documentos de archivos públicos y privados, tanto catalanes como de instituciones de fuera de nuestras fronteras, algunos tan dispares como la Biblioteca del Congreso en Washington o el Archivo Secreto del Vaticano. Todo ello permite construir un retrato de la historia catalana en primera persona y dando la palabra a los documentos, notarios de un tiempo lejano, en ocasiones demasiado lejano.

Este trabajo, con un precio de 595 euros y una tirada de 3.000 ejemplares, es, como explica Venteo en declaraciones a este diario, «un trabajo que se ha extendido por espacio de dos años. En él aparecen las luces y las sombras de más de mil años de historia, desde el esplendor del Modernismo al barraquismo que se vivía en Barcelona en el Somorrostro.

«Hemos querido ir desde la pequeña miniatura medieval hasta el gran cartel de la Barcelona republicana, pero también buscando el reportaje original que da pie a ese cartel», explicó el autor de «Autobiografia de Catalunya». El responsable de la obra matizó que, por todo ello, no se ha querido entregar al lector un libro que pueda entenderse como una «biografía oficial» de Cataluña porque en ella aparecen «no solamente los reyes sino también la gente, los protagonistas de los documentos».

El volumen también busca ser una reivindicación de la conservación de los documentos, de la labor anónima de los archiveros que facilitan que no se pierdan papeles, mapas, fotografías, carteles, libros o dibujos, es decir, todo un universo de papel, que podría perderse para siempre. Según Venteo, los documentos son «nuestra memoria y nos hablan de aquellos que nos han precedido a nosotros, además de ser un testimonio de nuestra manera de ser, de lo que es nuestra identidad». Buena prueba de ello es, por ejemplo, «La Gazeta de Barcelona», una publicación de 1710 de la que Venteo no ha encontrado ninguna copia en Cataluña sino en la Biblioteca del Congreso, en Estados Unidos.

La selección propuesta por el historiador es de lo más variada y enriquecedora, repleta de pequeñas historias, como la de Josep Sabater, propietario del primer teléfono que hubo en Roses, tal y como se demuestra con la publicación del carnet que lo acreditaba como propietario de tan codiciados aparato en 1930.

Igualmente interesante resulta el poder leer un documento sobre un moroso de 1679. Era el heredero Pere Ignasi Deu, que se negaba a pagar a sus creditores las deudas de su difunto padre Jaume Deu, tal y como se constata en un acta de los procesos judiciales de la Reial Audiència, depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya.

Ahora que acaba nde pasar las fiestas de carnaval, puede resultar fascinante el acercarse al «Testament, vida y costums del divertit Carnestoltas», uno de los documentos más antiguos conservados relacionados con esta celebración en Barcelona, impreso en 1758 y rescatado por el gran folklorista Joan Amades, el autor del imprescindible «Costumari Català». Pero en el libro ese «Testament» dialoga con las fotografías del último entierro de la sardina celebrado en la capital catalana antes del golpe de Estado de 1936.

Relacionado con ese oscuro periodo es conmovedor el poder contemplar en este trabajo la ficha del filósofo alemán Walter Benjamin quien se acabó suicidando en unas no muy claras circunstancias en Portbou por miedo a ser entregado a las autoridades alemanas. Su certificado de defunción, reproducido a toda página por Venteo con una de las fotografías de Benjamin que se entregó entre sus pertenencias, aparece dialogando junto con el pasaporte de la alemana Elisabeth Kracauer que contiene el sello de salida de Francia y que le permitía moverse por la España franquista camino de Estados Unidos, precisamente lo que deseaba el gran intelectual alemán.

Relacionado con una época diferente y de prosperidad es la visita del Premio Nobel de Física Albert Einstein, en febrero de 1923. El libro recoge algunos testimonios gráficos de esos días catalanes de Einstein, como sus visitas al Ayuntamiento de Barcelona o al monasterio de Poblet, cuya firma aparece en el libro de honor de esta última institución. A ello se le suma, procedente del archivo de la Universidad de Princeton, una carta en la que se nombra a Einstein ciudadano honorario de Cataluña.

La investigación de Venteo también bucea documentalmente en la primera referencia escrita de Cataluña.Se trata del «Liber Maiolichinus de gestis Pisanorum illustribus», fechado a principios del siglo XII. Curiosamente no se conserva en Cataluña sino en la Universidad de Pisa. Es allí donde se habla de «Catalania», además de citar a los «catalanenses» para referirse a la población local de los occitanos.

Tampoco faltan curiosidades que rozan lo insólito como las relacionadas a la interpretación del himno «El cant dels segadors», después de que la letra hubiera sido recuperada por nada menos que Jacint Verdaguer a través de su madre.