Comunitat Valenciana

Ana María Tomás, adiós a una pionera de la gastronomía valenciana

Cientos de recuerdos se agolpan en la memoria de clientes, amigos y empleados del Restaurante Rausell donde se agudizan las querencias hacia su figura

Espíritu familiar. Sus consejos han proporcionado un espaldarazo decisivo a la trayectoria de sus hijos al frente del Restaurante Rausell
Espíritu familiar. Sus consejos han proporcionado un espaldarazo decisivo a la trayectoria de sus hijos al frente del Restaurante Rauselllarazon

Cientos de recuerdos se agolpan en la memoria de clientes, amigos y empleados del Restaurante Rausell donde se agudizan las querencias hacia su figura

Un día como hoy polariza los recuerdos y aúna voluntades. El empeño emocional nos obliga a recordar la figura de Doña Ana María Tomás, la matriarca de la familia Rausell que fallecía el pasado jueves.

Dicen que rendir homenaje póstumo, más pronto que tarde, es una muestra de gratitud. Cientos de recuerdos se agolpan en la memoria de clientes, amigos y empleados del Restaurante Rausell donde se agudizan las querencias hacia la figura de Doña Ana María. Aunque los recuerdos escapan a todo encasillamiento, su impronta culinaria permanece en muchos platos, bajo el empeño de la segunda generación. La excelencia y el trato familiar no son dos características disociadas sino complementarias y permanentes.

La cocina como constante fuente de inspiración se asentaba en su virtuosismo cotidiano. Años intensos, en primera línea, donde su maestría al mando de los fogones proporcionaba sensaciones impagables en cualquier sobremesa. Pero por encima de todo aderezaba su vida cotidiana con el mejor condimento: su entrañable amistad con clientes y vecinos. La demostración que es mejor ser importante que una celebridad. Lo primero permanece, lo segundo se lo lleva el tiempo.

Su familia guarda una clara devoción, bajo un diluvio de anécdotas con templada cadencia cronológica. Pese a la discreción con la que trabajaba su cocina no pasa desapercibida. Los recuerdos se convierten en una estafeta de afectos hacia su persona. Historias gastrónomas esculpidas en el corazón, guisos irrepetibles, paellas ejemplares, postres de impecable trapío goloso. En suma, lecciones del paso de su existencia. Se silencian las personas pero no sus vidas.

Parafraseando a Concepción Arenal, el mejor homenaje que puede tributarse a las personas buenas es imitarlas. En este caso, la evidencia es clara en la figura de sus hijos, José y Miguel Ángel, que reafirman su figura de manera ejemplar.

Los fogones del corazón

En ese ir y venir de las modas, no debemos olvidar a las auténticas pioneras de la gastronomía. Cocineras por vocación, determinación hostelera y larga carrera de fondo culinario capaz de transmitir su virtuosismo.

A pesar de su llorada ausencia tenemos que engrandecer y valorar su biografía. Si el poder del recuerdo es ilimitado, redescubrir vivencias de su existencia es una obligación.