Valencia

Demasiado ha tardado

La Razón
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Cristina Cifuentes tardó demasiado en renunciar a la presidencia de su Comunidad, como tarda demasiado en hacer lo propio del PP madrileño y del escaño en la Asamblea autonómica. El aforamiento no es argumento suficiente ni perdurable. Su marcha ya parecía inevitable tras desvelarse el oscuro asunto del máster. Aparte de ser inevitable, lo debería haber hecho por su propio interés.

Con su marcha rápida hubiera evitado el bochorno político y social por el escándalo de las cremas. Estaría fuera por tramposa y por haber mentido. Ahora ha de añadir la condición de ladrona, sea o no consecuencia de enfermedad. Además hubiera eludido el deterioro personal y familiar de su imagen y, sobre todo, el alto grado de sufrimiento provocado a ella y a su entorno.

Finalmente, por coherencia. No me gusta hacer leña del árbol caído, pero fue ella la que se erigió en látigo de sus compañeros. Me viene a la memoria su petición de dimisión como senadora a Rita Barberá sin estar imputada en ningún proceso. «Debería renunciar a su escaño» fue una de sus tajantes afirmaciones contra la exalcaldesa de Valencia.

Cifuentes nunca se distinguió por su solidaridad con sus correligionarios. Se alzó adalid de la pureza y de la lucha contra la corrupción hasta el último suspiro, lo que le acarreó muchos enemigos, que han aprovechado sus debilidades y flancos.

Para mayor inri, el destino le hecho compartir algunos minutos del aún 24 de abril, cuando conoció la publicación del vídeo aunque su comparecencia fuera el 25, con el 24 de abril de 2017 fecha en la que Esperanza Aguirre dimitió de concejal y se largo definitivamente. Así es la vida.