Sociedad
Dueños y mascotas, cada vez más gordos
La obesidad de perros y gatos se encuentra directamente relacionada con los hábitos alimentarios de sus propietarios. Picar entre horas, comer sin hambre y no hacer ejercicio, principales causas del sobrepeso en los animales
La obesidad de perros y gatos se encuentra directamente relacionada con los hábitos alimentarios de sus propietarios. Picar entre horas, comer sin hambre y no hacer ejercicio, principal causa del sobrepeso en los animales
Numerosos pueblos salen a la calle estos días para bendecir a sus «fieras» y, celebrar así, las Fiestas de San Antón, patrón de los animales. Un estudio de un comparador de seguros de mascotas pone de manifiesto un dato que llama poderosamente la atención: más de la mitad de perros y gatos tienen sobrepeso. Además se trata de un problema que se ha disparado durante los últimos ocho años. Pero, ¿por qué? ¿Cómo influyen los hábitos de sus dueños?
En concreto el informe de Acierto.com revela lo que ya intuíamos: que la obesidad de los peludos se encuentra directamente relacionada con los hábitos alimentarios de sus propietarios. Tal es así, que los perros con dueños obesos tienen hasta cinco veces más riesgo de padecer esta enfermedad.
Y aquí entran en juego muchos factores. Para empezar, son muchas las personas afectadas que emplean la comida como sistema de recompensas, como método para calmar la ansiedad. Asimismo, la asocian con cuestiones positivas, como el cuidado al otro y base del equilibrio emocional. Por supuesto, actúan del mismo modo con sus mascotas, y no solo eso, sino que incluso se llegan a proyectar determinadas emociones.
Algo que no solo hacen los usuarios con sobrepeso, sino los propietarios de las mascotas en general. Sí, porque hasta el 77 por ciento de dueños aseguran que su pequeño se muestra agradecido cuando le alimentan. Casi el 60 por ciento se siente bien cuando le da de comer.
En definitiva, una actitud que va más allá del mero acto de dar de comer y que se cuela en el ámbito de los sentimientos. Además, las pautas incorrectas que mantienen ellos mismos se duplican en las mascotas. Nos estamos refiriendo a picar entre horas y a, por ejemplo, dejarles «catar» la propia comida, independientemente de qué se trate, solo porque el animal lo está pidiendo. Se trata de un comportamiento muy peligroso, pues existen determinados alimentos tóxicos para ellos. De hecho y a pesar de la creencia popular, la mayoría de gatos adultos son intolerantes a la lactosa.
Por no hablar de las cuestiones estrechamente ligadas con la actividad diaria de esos dueños. Es decir, las personas con obesidad tienden a hacer menos ejercicio y, consecuentemente, sacan a pasear menos a su perro y mantienen menos activas a sus mascotas en general. Es decir, el creciente sedentarismo humano se está plasmando también en los animales domésticos que se relacionan con nosotros. Hasta el 60 por ciento de la población no realiza la actividad física necesaria para que se vea beneficiada su salud. Esta es el cuarto factor de riesgo de muerte en todo el mundo.
Volviendo a las mascotas, hasta el 40 por ciento de los casos de obesidad en animales domésticos se deben a la falta de ejercicio y a la sobrealimentación. Asimismo, existe un gran desconocimiento acerca de la cantidad de comida que necesitan, y también sobre si cuentan con unos kilos de más. En concreto solo uno de cada cinco propietarios es consciente, y la mayoría ni siquiera le pesa.
El sobrepeso en las mascotas
Si nos centramos en ellos, en nuestros pequeños peludos, se considera que un animal sufre sobrepeso cuando su masa supera en un 20 o 30 por ciento su peso corporal «normal». La afección se encuentra relacionada, igual que los humanos, con la reducción de su calidad y esperanza de vida, y con el desarrollo de ciertas dolencias. Entre ellas encontramos la artritis, enfermedades urinarias, en el hígado y riñones, hipotiroidismo, diabetes, insuficiencia cardíaca, asma, presión arterial alta y similares.
Por desgracia, afecta a casi seis de cada diez canes, y a cinco de cada diez mininos.
Para detectarlo, lo primero será fijarse en determinados signos como, por ejemplo, si le notamos o no las costillas, si se cansa o se muestra reacio a realizar actividad física, si ha perdido la cintura, o si ha cambiado de actitud.
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