Valencia
El Síndic da la razón a una vecina e insta a Ribó a bajar el volumen de la música
El Ayuntamiento «deberá eliminar los ruidos y las vibraciones» de los espectáculos que autoriza en la céntrica plaza y respetar «el derecho al descanso nocturno de las personas»
C. A. ya ha perdido la cuenta de las veces que ha puesto una queja por el ruido que causan las actividades que el Ayuntamiento de Valencia programa de manera frecuente en la plaza a la que da nombre. Ahora, el Síndic de Greuges le da la razón en sus denuncias e insta al Gobierno de Joan Ribó a tomar las medidas necesarias para acabar con el «martirio» que lleva sufriendo desde hace meses. En concreto, el defensor del pueblo valenciano recomienda al Consistorio «que adopte todas las medidas que sean necesarias para eliminar los ruidos y vibraciones que injustamente está soportando la autora de la queja y su familia con el objeto de compatibilizar al máximo posible la celebración de los espectáculos con el derecho al descanso nocturno de las personas».
El miércoles y en relación a la prohibición de las campanas de la iglesia de San Nicolás (por contaminación acústica), el alcalde aseguraba que «con una sola denuncia que haya es suficiente para que tengamos que parar el tema». Ahora, C. A. pide a Ribó que «sea coherente y aplique el mismo rasero para todos». A su juicio, y con la recomendación del síndico en la mano, al edil no le queda otra que atender su petición. «No puede prohibir una cosa y luego hacerla él», señala la vecina.
Silencio ante las denuncias
La denunciante vive en la calle Correos, una de las vías que desembocan en la popular plaza, por lo que es una de las afectadas por las actividades que casi cada fin de semana autoriza el Ayuntamiento. Desde el pasado mes de abril lleva pidiendo a la Administración local que baje el volumen de la música, «pero ni siquiera han enviado a técnicos a medir el número de decibelios que soportamos».
La afectada cuenta también que cuando ha llamado a la Policía Local de madrugada para protestar por el ruido, esta le ha dicho que no puede hacer nada porque los responsables contaban con permiso municipal. «La madrugada del 18 al 19 de junio, día de la fiesta del Orgullo Gay que duró hasta las tres de la mañana, tuvimos que llamar a los bomberos ya que estábamos asustados de cómo vibraba toda la vivienda, las ventanas de la casa, las lámparas y los cristales del ascensor. ¿Y la celebración de los 40 principales? ¡Aquello fue brutal!».
Asegura que su madre octogenaria y su hermano discapacitado son los que más sufren la situación. Al respecto, el escrito remitido el martes por el Síndic, José Cholbi, recoge «que los efectos nocivos del ruido afectan con mayor grado a los niños, enfermos y personas mayores». Y añade que «a nadie se le escapa que no genera las mismas molestias una actividad musical que se extienda hasta la madrugada con un límite de 90 decibelios, que esa misma actividad con un límite de decibelios más reducido que sea más razonable y que permita respetar el derecho al descanso nocturno de los vecinos».
«Son muchos los que se quejan, aunque pocos los que protestan por escrito», lamenta C. A. Por ello insta a todos los afectados a unir fuerzas para acabar con «el abuso de autoridad de Ribó».
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