Comunitat Valenciana
Estética y lactancia, el binomio perfecto
El pecho se estropea con la edad, no con la lactancia. Amamantar facilita que vuelva a su tamaño gradualmente y quema calorías
El pecho se estropea con la edad, no con la lactancia. Amamantar facilita que vuelva a su tamaño gradualmente y quema calorías
El pecho sufre cambios importantes a los largo de toda la vida, el embarazo y la lactancia son una etapa más, donde el pecho aumentará de forma progresiva de tamaño. Durante el embarazo algunos cambios hormonales van a ser los responsables de la pérdida de tono de los tejidos y músculos que mantienen el pecho sujeto a la pared torácica.
La glándula mamaria se prepara para lactar, aumenta el tejido adiposo multiplicando su tamaño y peso, se desarrollan los conductos y ácimos mamarios responsables de producir la leche.
Estos cambios se producirán igualmente en las madres que lactarán que en las que no, de modo que, si la madre no lacta, el pecho que ha sufrido un agrandamiento, volverá tras el parto, en unos pocos días al tamaño anterior al embarazo. Su volumen se verá disminuido en tres o cuatro tallas, al igual que sucede cuando se adelgaza mucho, se pierde firmeza y los pechos se quedarán más flácidos y caídos.
Mientras que si decides dar lactancia, el pecho se va adaptado de forma natural gradualmente, los músculos y tejidos que sostienen la glándula no pasan de sustentar un volumen mayor a uno menor de forma tan súbita.
La mejor recomendación para evitar que el pecho se caiga en un futuro es amamantar y elegir un buen sostén que mantenga los senos firmes, con una buena copa y con tirantes anchos que sujeten correctamente el pecho sin comprimirlo evitando que se estiren los ligamentos que lo mantienen durante el embarazo y la lactancia, impidiendo así que se caiga en el futuro, porque la lactancia no es responsable de que los pechos se caigan.
Si hay que buscar culpables: los embarazos, el paso del tiempo, el aumento de peso y los cambios hormonales en las mujer son la causa del declive de la glándula mamaria. Si la decisión de no amamantar es el falso mito de no estropear el pecho, podemos decir que la madre no está bien informada y con la falta de información priva del mejor regalo que le puede dar a su hijo.
Otro mito, «la lactancia engorda», lo que robustece es lo que comemos, no la lactancia. Contrariamente, durante la lactancia el gasto de energía es mayor, unas 500 kilocalorías se queman diariamente durante el proceso de producción de la leche. No obstante, lactar no supone carta blanca a comer alimentos más calóricos (dulces, grasas...).
Durante el embarazo, el cuerpo se prepara para la lactancia, se almacena grasa a nivel de las caderas y muslos, los embarazos suponen un aumento de peso considerable que ronda entre los 10 y los 15 kilos, la lactancia es una de las mejores maneras de adelgazar después del parto. A más tiempo de lactancia mayor pérdida de peso, esta pérdida de peso es más evidente a partir del tercer mes postparto y mayor si se mantiene la lactancia exclusiva durante seis meses de vida del bebé.
La lactancia ayuda a eliminar los depósitos grasos acumulados en el embarazo en las caderas y muslos, los más difíciles de quitar.
Por supuesto nada es milagroso para recuperar el peso. No basta con dar el pecho, es necesario realizar una alimentación saludable que abarque todos los nutrientes, hacer cinco comidas al día y no picar entre horas, además de añadir una actividad física adecuada, por ejemplo, vale dar paseos con el bebé una hora al día.
Dando el pecho se puede perder fácilmente el peso ganado durante el embarazo, la leche de fórmula no produce ningún gasto energético en la madre, que también subió de peso durante el embarazo. Con la lactancia, como ves, todo son ventajas.
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