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Importancia de un nombre

La Razón
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Todos tenemos un nombre. Valoramos a quien lo recuerda y corregimos al que se equivoca ya que, en mayor o menor medida, nos molesta el error.

Un ejemplo de esto nos lo ofrece uno de mis «coachees». Es vendedor de libros y afirmaba con rotundidad que «realmente, saber el nombre de una persona, no va a hacer que cierres la operación». Decidí hacer un experimento. Le pedí que me trajese las fichas de las personas que tenía que visitar esa semana y me encontré con el siguiente apellido: «Iturriberrigorrigoikoerrotakoetxea». Le planteé que memorizase aquel apellido y que fuese a visitar a esa persona. Aprendió ese nombre hasta que fue capaz de repetirlo fluidamente.

Cuando hizo la visita preguntó a la secretaria por el señor Iturriberrigorrigoikoerrotakoetxea, ésta sonrió ampliamente y, sin dejarle responder, un hombre se acercó a él preguntándole qué deseaba. Mi «coachee» le dijo: «Verá señor Iturriberrigorrigoikoerrotakoetxea, tengo una oferta que puede interesarle». Aquel hombre se rio y le respondió «no sé lo que vende, pero pase a mi despacho que le compro lo que traiga».

Este es sólo un ejemplo de la importancia y el poder de los nombres. Cuando hay que tratar con una persona a la que se pretende causar buena impresión, el recordar bien su nombre es una parte vital dentro de la preparación de la reunión, un error al comienzo de la misma puede crear una ruptura de «rapport» imposible de subsanar. Sólo hay una oportunidad para causar una buena primera impresión y el esfuerzo que hizo mi «coachee» de memorizar aquel nombre, que por cierto es real, le brindó una primera impresión inmejorable.