Iñaki Zaragüeta
¡Qué poca altura!
Lo acaecido ayer en la Región de Murcia certifica la baja calificación de los políticos. En este caso, de los dirigentes de Ciudadanos y Vox, incapaces de llevar a buen puerto las directrices marcadas por sus propios votantes. También, el fracaso del secretario general del PP, Teodoro García Egea, que por su condición de murciano bajó a la arena de la negociación para nada. Por cierto, los populares no deberían olvidar que esos dos partidos han surgido por sus deficiencias.
Dicho esto, he de señalar que los votantes de Vox que conozco coinciden en preferir la fidelidad a los principios que el partido defiende y califican de intolerable la discriminación por parte de Cs, al que le exigen rectificar o de lo contrario dejar al pairo el destino de los gobiernos que se negocien.
Tanto Cs como Vox están haciendo gala de no merecer lo que se les ha dado. Ahora bien, visto desde fuera, es difícil comprender la radicalidad de Albert Rivera contra Santiago Abascal cuando el poder pretendido lo conseguirá con los escaños de éste.
Rivera y Abascal tenían la obligación de llegar a un acuerdo, entre otras cosas porque se manifestaron como componentes del centro-derecha y de esa forma lo interpretaron quienes les apoyaron. Cualquier otro camino que elijan, se lo tendrán en cuenta en próximas elecciones.
Mantengo lo afirmado en alguna otra ocasión. Como extremistas, no son comparables Podemos, Compromís, ERC, Bildu... con Vox. Los primeros pretenden poner patas arriba España, empezando por la Monarquía, mientras las radicalidades de Vox no alcanzan esas cotas. Por no hablar de la mochila criminal que portan con arrogancia y hasta jactancia los proetarras y simpatizantes. Así es la vida.
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