Gastronomía
Apetitosa Navidad
La Taberna L'Obrador celebra la Navidad con un sabroso lavado de cara y menús económicos hasta las dos de la madrugada
Mañana es Nochebuena. Si todavía no ha tenido la oportunidad de patearse el centro de la capital y emborracharse del ambiente navideño que caracteriza sus calles castizas, dedique el día de hoy a las últimas compras antes de tomarse un respiro en la Taberna L'Obrador, que acaba de celebrar su aniversario con un sabroso lavado de cara. Aquí lo suyo es venir con tranquilidad, porque el espacio lo merece. De su cocina desfilan recetas francesas, italianas y, por supuesto, españolas, ya que el chef también se somete al dictado del mercado y la temporada, que el cliente disfruta al tiempo que contempla las obras firmadas por los creadores de La Plataforma Artística.
Visto que no ha llegado el fin del mundo, hoy también puede devorar el menú que el chef ha preparado estos días, por eso de que el desastre nos sorprendiera con el estómago lleno. Está compuesto por chips de verduras con langostinos en tempura, chipirones rellenos de txangurro, creps de secreto ibérico, entrecot de buey, milhoja de lubina, postre, café y bebida (35 euros). Delicias noctámbulas que puede pedir hasta las dos de la mañana, hora en que se apagan los fogones, de ahí que por estas mesas se dejen caer numerosos rostros conocidos del mundo del espectáculo. Los mejillones con salsa de mi padre son una de las especialidades de la casa, igual que las bombas de queso y gambas, bocados que no faltan en el menú degustación, que sirven estos días de Navidad por 30 euros, al igual que la ensalada de langostinos y aguacate, el risotto de setas trufado y las famosas hamburguesitas de solomillo de buey. Si quiere meterse un homenaje, pida el de 40, el foie mi-cuit con su brioche, el pulpo del Pazo y las croquetas de jamón se llevan la palma.
En cuanto a la carta de vinos, no faltan ejemplares que no estamos acostumbrados a disfrutar seleccionados por Andreas Kubach, ex director general de Marqués de Griñón. La casa dispone de una barra de cócteles, además de un club de fumadores, situado en una maravillosa cava de finales del siglo XVIII, lugar diez donde refugiarse del frío y echarse un pitillo sin quedarse helado.
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