Asamblea de Madrid

Ayuso, ante el reto de unir a Ciudadanos y Vox

La presidenta de la Comunidad de Madrid dedicó a su padre su elección frente a la campaña de «desprestigio» en un pleno bronco en el que acusó a Errejón de ser «el mayor traidor de la política española».

Díaz Ayuso fue aplaudida por la bancada popular y por el Gobierno regional en funciones de Pedro Rollán / Foto: Ep
Díaz Ayuso fue aplaudida por la bancada popular y por el Gobierno regional en funciones de Pedro Rollán / Foto: Eplarazon

La presidenta de la Comunidad de Madrid dedicó a su padre su elección frente a la campaña de «desprestigio» en un pleno bronco en el que acusó a Errejón de ser «el mayor traidor de la política española».

Después de 80 días de negociaciones y nueve horas de plenos de investidura en dos jornadas, la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, fue elegida presidenta de la Comunidad de Madrid por 68 votos a favor y 64 en contra. Una confianza, de los diputados del PP, Ciudadanos y Vox que al comienzo de la intervenciones del debate pidió con «humildad y sabiendo que no es un cheque en blanco» y culminó dedicando a su padre ya fallecido. Después de escuchar de boca de los portavoces de Unidas Podemos, Más Madrid y PSOE las acusaciones sobre su supuesta implicación en el caso Púnica y en la concesión de un crédito a la empresa familiar por parte de Avalmadrid, Ayuso decidió utilizar su último turno de palabra para reivindicar su honor y el de su familia.

«No se puede juzgar a un político por su familia, ni por sus relaciones personales, ni por su vida privada», acusó la ya presidenta electa, que soportó estoicamente los gritos de «¡mentira!» que lanzó el diputado de Más Madrid, Eduardo Gutiérrez. Por eso reivindicó su «honra» y la de su familia, sabiendo que «van a tratar de menoscabarla para que mis socios me retiren su apoyo». «Ese señor del que han hablado y han puesto de vuelta, era un hombre honrado y muy trabajador, que estaría hoy muy orgulloso de ver que su hija se va a convertir en presidenta de la Comunidad de Madrid», sentenció.

Sin duda fue la intervención más sentida de la presidenta electa que se mostró firme en la crítica a las políticas de la izquierda que tanto Isa Serra y Sol Sánchez de Unidas Podemos IU Madrid en Pie, como Íñigo Errejón de Más Madrid y Ángel Gabilondo, del PSOE, contrapusieron a su programa de Gobierno. De hecho, los turnos iniciales tanto de Errejón como de Gabilondo se asemejaron más a su propios discursos de investidura que a una contraposición de las medidas que el pasado martes explicó Ayuso y que serán las políticas del Gobierno que liderará en coalición con Ciudadanos.

De este modo frente al «laboratorio de ideas de la derecha», del que le acusó Serra, y las «contradicciones ilegales» que le señaló la portavoz de IU, Sol Sánchez –se dividieron el turno de intervención en virtud de su acuerdo para concurrir juntos a las elecciones autonómicas–, la candidata del PP apuntó que «la izquierda tiene poca cintura a la hora de resultados electorales» y defendió las críticas al líder de Vox, Santiago Abascal, que «trabajó en Madrid tras vivir en el entorno de ETA, pero parece que los ultras somos nosotros». Además, se enzarzó en un cruce de acusaciones sobre el machismo con el que, aseguró Ayuso, la estaba tratando la izquierda.

Igualmente, acusó al portavoz de Más Madrid de «adueñarse de los sentimientos de los más débiles, arrogarse lo que el pueblo sufre y siente y arrojar calumnias contra mí y mi entorno». A su juicio, «como no pueden gobernar, hay que deslegitimarlo todo», y optó por pagar con la misma moneda las acusaciones de corrupción de Errejón con un repaso del currículum de quien calificó como «el personaje más traidor de la política española».

Ayuso usó la misma crítica sobre la «superioridad moral de la izquierda» para contestar a las palabras que le dedicó Ángel Gabilondo, visiblemente molesto por la acusación que le hizo la candidata popular de que no había pedido a Pedro Sánchez por las necesidades de los madrileños. «No vale no hacer nada para quedar de moderado, no tener una mala palabra pero tampoco una buena acción», señaló Ayuso, que calificó el socialismo como «el periodo de crisis que pasa entre gobiernos».

Frente a esta confrontación y consciente de lo que la portavoz de Vox, Rocío Monasterio le había indicado en su intervención, de que era «o gobernamos nosotros o lo hacen ellos», la ya presidenta electa buscó la conciliación con quienes le han prestado su apoyo para la investidura. Fue concisa y clara al marcar las distancias que la separan del partido de Santiago Abascal y del de Albert Rivera pero les pidió su confianza para poner sobre la mesa lo que nos une. Ayuso medió entre Aguado y Monasterio al no citar el portavoz de Ciudadanos las medidas reclamadas por Vox para apoyar la investidura, con una réplica mucho más corta al que será su vicepresidente y asegurando que cumplirá los acuerdos con ambos.