Ana Botella

Botella: «He trabajado sin cambios ni mudanzas gratuitas»

La alcaldesa Ana Botella entregó ayer sus últimas medallas de oro de la ciudad a Pedro Guillén, gastronomía madrileña, la RAE y a los mecenas del arte
La alcaldesa Ana Botella entregó ayer sus últimas medallas de oro de la ciudad a Pedro Guillén, gastronomía madrileña, la RAE y a los mecenas del artelarazon

Botella se despide del Ayuntamiento con un discurso lleno de dardos para sus opositores, amigos y enemigos

Desde que en diciembre de 2011, Ana Botella cogió el testigo de Alberto Ruiz-Gallardón al frente del Ayuntamiento de Madrid, siempre se ha caracterizado por una defensa férrea de sus correligionarios del Partido Popular, especialmente de su predecesor en la alcaldía, pese a que tuvo que enmendar las creativas cuentas que hizo para cubrir la deuda municipal. Lo mismo ocurrió con la batalla por la candidatura, que pactó abandonar a finales del pasado año con Mariano Rajoy pero que, debido a la presión de las aspirantes, optó por dejar en septiembre sin criticar más que veladamente el acoso por ocupar su silla. Sin embargo, cuando el pasado abril Esperanza Aguirre no sólo no rescató a su equipo de gobierno sino que les «condenó» a puestos lejanos ya fuese en la lista a la Asamblea o en algún municipio madrileño, a Botella se le acabó la paciencia y criticó abiertamente a la candidata del PP al Ayuntamiento.

Un crítica que ayer evidenció en un discurso cargado de dardos tanto para aquellos que critican su gestión –amigos o enemigos–, como para los que quieren romper con lo establecido y, especialmente las «ocurrencias» de los candidatos, incluyendo la gran ausente en la entrega de las Medallas de Oro de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. La presidenta del PP madrileño fue citada implícitamente una y otra vez, siendo la más evidente en la frase «esta ha sido una legislatura municipal normal, esforzada pero sin cambios ni mudanzas gratuitas que pudieran desconcertar a los madrileños», en clara alusión a la intención de Aguirre de sacar el Ayuntamiento de Cibeles y regresar a la Plaza de la Villa.

Después de un amable recorrido por los méritos de los premiados –el doctor Pedro Guillén; la gastronomía madrileña, representada por Casa Lucio; los mecenas de arte de la Fundación Casa de Alba, la Colección Helga de Alvear, la Fundación Massaveu y la Colección Abelló y la Real Academia de la Lengua–, la alcaldesa encargó el último gran discurso de su gestión reivindicando sus éxitos «dando la cara ante la peor crisis que recordamos, sin demagogia ni victimismo», especialmente en cuanto a la reducción de la deuda municipal, el recorte del gasto municipal, la recuperación de la inversión y la bajada de impuestos «para la que los madrileños no tienen que esperar a futuras Administraciones», en alusión a las promesas de varios partidos, incluido el PP, de bajar las tasas de la ciudad, especialmente el IBI.

También cargó, sin citarlos, contra Podemos y Ahora Madrid en tanto en cuanto quieren romper con el sistema establecido. «Hay que evitar las rupturas, aunque sean en lo simbólico», explicó, puesto que Madrid «es una gran ciudad que no puede reinventarse cada día y que mantiene un claro sentido de la realidad y sabe diferenciar entre lo ambicioso y lo irrealizable». Es más, criticó a quienes disfrazan de iniciativa «la falsa originalidad». Igualmente, insistió en que ha sido una regidora querida., «He sentido el afecto la comprensión y el apoyo de los madrileños, mucho más de lo que algunos pueden imaginar», afirmó, y denunció los mensajes catastrofistas que algunos candidatos lanzan sobre el estado de la ciudad. «Madrid, pese a la crisis, no ha sido una ciudad en la que se haya quebrado la convivencia ni en la que se haya erosionado el espacio público», sentenció.

Por último, tuvo palabras de agradecimiento y cariño para su equipo y para el trabajo de una «oposición leal, de la que quiero dejar constancia pública», y un último dardo para aquellos a quienes pidió ayuda y no se la prestaron, «que les aseguro ni recuerdo, ni lo recordaré». Y, entre tanto dardo, a Botella se le quebró la voz cuando mencionó a su familia, «su aliento y su ejemplo», en presencia de su marido, el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, en un auditorio repleto que se puso en pie para despedir a la primera alcaldesa de Madrid.