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Sin coches pero con atascos y tiendas vacías

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena promocionando el uso de la bicicleta
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena promocionando el uso de la bicicletalarazon

«Pero, ¿hoy no era del día sin coches?». Es la pregunta que ayer se hicieron miles de madrileños que comprobaron en primera persona que las retenciones fueron las mismas que en un día normal e incluso mayores en algunos puntos concretos de la ciudad. El Gobierno municipal cerró durante cuatro horas la Gran Vía, únicamente accesible entre las diez de la mañana y las dos de la tarde para el transporte público. El Ayuntamiento tomó esta decisión coincidiendo con la celebración del Día Europeo sin Coches para que madrileños y turistas a pie y en bici tomaran las calzadas vacías. Pero no se produjo la invasión prevista. La Gran Vía permaneció vacía durante buena parte de la mañana. Muchos madrileños desconocían el motivo de su cierre al tráfico, mientras que pocos ciclistas y peatones se sumaron a la iniciativa, excepto cuando centenares de escolares sobre sus bicicletas se incorporaron a esta avenida capitaneados por la alcaldesa de la capital, Manuela Carmena.

La «bicicletada» alteró por unas horas la instantánea de una calle por la que transita cada día una media de 50.000 vehículos. «En una ciudad tiene que haber de todo: coches, autobuses, transporte público, bicis, patinetes y personas andando», aseguró Carmena antes de aclarar que los coches son «imprescindibles, pero también las bicicletas».

Sobre el asfalto, había opiniones de todos los colores respecto a la idea de cerrar la Gran Vía un día laborable. Uno de los pocos ciclistas que circulaban por esta calle aplaudió la iniciativa: «Debían hacer más días sin coche para que Madrid se convierta de verdad en una ciudad europea», declaró a Efe. La mayoría de la gente coincidía en la necesidad de reducir la contaminación, pero muchos discrepaban sobre cómo hacerlo, ya que «cortar un día un tramo de una calle no sirve de nada», aseguraba una vecina. «Este tipo de iniciativas, aunque sean simbólicas, sirven para ir cambiando la mentalidad de la gente poco a poco», subrayó otro viandante, que acudió a la cita acompañado por sus dos hijos. Las principales quejas a las que se enfrentaron los policías que restringían el acceso a la zona cortada provenían de los transportistas así como de los vehículos, que desconocían qué estaba ocurriendo y se habían trasladado a la zona para descargar mercancía en alguno de los comercios de esta calle.

Al margen de lo conveniente que son para la movilidad y el medio ambiente iniciativas como ésta, fueron varios los contratiempos originados. En las calles inmediatamente aledañas a la Gran Vía no hubo atascos importantes, gracias en parte, a la presencia policial encargada de ordenar el tráfico. Pero esta tranquilidad no se trasladó al resto de la ciudad. Desde el consistorio, se advirtió de tráfico lento en la entrada por la Cuesta de San Vicente y por el Paseo del Prado. Otras vías, como el Paseo de Recoletos, Princesa, la calle Alcalá, Velázquez y la Plaza de España registraron atascos más largos que otros días laborables y a una horas poco habituales. En otras vías, como la M-30, sus responsables no apreciaron ningún cambio con respecto a otro martes laborable del año.

En el plano político, la portavoz del PP en el Ayuntamiento de la capital, Esperanza Aguirre, censuró el corte el tráfico: «Con prohibiciones no vamos a ningún lado». Aguirre se reunió en la misma Gran Vía con asociaciones de comerciantes del distrito Centro, y señaló que «en Madrid el 75 por ciento de los traslados dentro de la M-30 se hacen en transporte público». La presidenta popular aseguró además que «a nosotros nos parece que hay que dejar que los madrileños elijan el tipo de transporte, creemos en la libertad. El Ayuntamiento tiene una magnífica manera de evitar la contaminación, tiene que acabar con los autobuses de la EMT que van a gasoil», subrayó.

Desde la administración regional, Cristina Cifuentes aseguró que la medida puesta en marcha por Carmena «tiene un impacto limitado en el objetivo de concienciar en la utilización del transporte público» y aprovechó para recordar que, en el pasado, en la ciudad de Madrid se tomaron medidas permanentes «para restringir el tráfico, como la peatonalización de calles o el establecimiento de áreas de prioridad residencial, que sí han demostrado de verdad una utilidad y han servido para rehabilitar determinadas zonas de Madrid».

Con el Día sin Coches, Madrid cerró ayer la celebración de la Semana de la Movilidad. La alcaldesa quiso participar en esta clausura acompañando subida a su bicicleta a 525 personas, la mayoría escolares de 35 colegios madrileños que están adheridos desde hace cuatro años al programa STARS.