Elecciones municipales
Chotis, rosquillas y peticiones... de voto
La Pradera de San Isidro en el día grande del patrón de los madrileños siempre ha sido un punto de encuentro obligatorio de los candidatos al Ayuntamiento de la capital. Con mantilla o parpusa, bailando chotis o comiendo rosquillas, el encuentro con lo más castizo de Madrid es un momento inmejorable para hacer campaña y protagonizar las mejores fotos electorales. Así ha sido otros años, pero esta vez, la indignación de algunos, la llegada de nuevas caras –seis partidos presentes frente a los tres de siempre– y el fervor de otros convirtieron la llegada de los candidatos en casi una batalla campal.
Sobre todo porque a las once de la mañana se juntaron prácticamente todos en el entorno de la ermita. Junto a los puestos de rosquillas, los candidatos de Ciudadanos, Begoña Villacís e Ignacio Aguado, se pusieron a repartir claveles naranjas, mientras, por el camino de los puestos de gallinejas y entresijos, subía el socialista Antonio Miguel Carmona jalonado de chulapas. El camino inverso hacían a la misma hora los aspirantes de Izquierda Unida, Raquel López y Luis García Montero, que se encontraron con Carmona y compartieron fotos y saludos cariñosos. También de subida, los candidatos de UPyD, David Ortega y Ramón Marcos, repartían saludos y abrazos por doquier y atendían a todos los madrileños que les agradecían el trabajo realizado en las instituciones, mientras un «chulapo magenta», repartía la publicidad electoral del partido.
El jaleo comenzó con la llegada de Cristina Cifuentes, que, ni corta ni perezosa, irrumpió en el directo en Telemadrid del candidato Carmona para darle un efusivo abrazo. Los palmeros de uno y otra se enfrentaron detrás de las cámaras a gritos de «¡alcalde, alcalde!, ¡presidenta, presidenta!», pese a que no compiten en los comicios, puesto que uno aspira a la Alcaldía madrileña y la otra a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Más cariñoso aún fue el abrazo entre Cifuentes y Villacís, «la Casta y la Susana» de las elecciones, para alborozo del público masculino, que se intercambiaron los abanicos, naranja y azul, puesto que mantienen una buena relación personal.
Entre medias, Cifuentes se paró con un grupo que reivindicaba la venta de viviendas sociales a un «fondo buitre», atendiendo a una portavoz indignada de los afectados que tuvo que pedir a sus acompañantes que dejaran de gritar. También sufrió la violencia de quienes se sienten defraudados por la gestión del PP uno de los miembros del equipo de la ex delegada del Gobierno, que fue agredido por el portador de una pancarta contra los populares.
En el capítulo de las tradiciones, Villacís se atrevió, de aquella manera porque la llevaba torcida, con la parpusa, pero, al igual que Cifuentes, no se animó a repetir paseo en la pradera vestida de chulapa. Tanto Montero y López como Carmona y Cifuentes aprovecharon para comprar rosquillas, comérselas durante el paseo por la pradera e, incluso, llevarse una botella entera del agua del santo. Eso sí, sólo las candidatas del PP se animaron a marcarse varios chotis como es debido con los castizos. Además, el candidato socialista no cumplió con tantas tradiciones y con las esperadas fotos, de las que ya ha creado escuela, especialmente en su campaña en las redes sociales, entre los chulapos. Eso sí, cuando se lo pidieron, se rindió a la parpusa, también torcida, durante unos minutos.
A mediodía, muchos de ellos dejaron las fiestas del santo para acudir al acto institucional de celebración del patrón madrileño en el Ayuntamiento de Madrid. Fue entonces cuando hizo su aparición estelar Esperanza Aguirre. Una hora tarde sobre el horario previsto, la candidata, vestida de chulapa con los colores del PP –azul y blanco–, se dio un baño de masas. Entre aplausos, gritos de «alcaldesa, alcaldesa», abucheos e insultos a partes iguales, Aguirre hizo de todo en apenas unas decenas de metros: bailó y cantó chotis, bebió agua del santo, se fotografió con los asistentes a la Pradera, saludó a los efectivos del Samur, compró rosquillas, se reivindicó como la única que acude a las urnas «sin disfraz» e incluso tuvo tiempo para tirar de anecdotario y recordar el día que uno del 15-M que no la había reconocido la llamó «guapa» y alabó «que pisara fuerte». Hubiera sido Aguirre la última en dejarse ver por la Pradera si Manuela Carmena, de Ahora Madrid, no hubiera elegido la hora de comer para hacer campaña. La jueza fue recibida por un coro de mujeres que le cantó «Ay Carmena» –versión de la copla «Ay Carmela»– y mantuvo un encuentro vecinal en el que reiteró que «somos valientes, no tenemos miedo y vamos a llevar la democracia de verdad».
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