La amenaza yihadista

Detenido el «yihadista» estafador: «¿A qué tu mujer está ahora en el médico?»

La Brigada de Información de Madrid detiene a un individuo que se hacía pasar por yihadista para extorsionar a empresarios

La Razón
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Tenía 43 años, muchos antecedentes por extorsión, amenazas, asociación ilícita y cuatro órdenes de ingreso en prisión por distintos juzgados. No era yihadista, ni siquiera musulmán, se trata “sólo” de un individuo de nacionalidad española con muchas tablas en el mundo delincuencial y conocedor de que en los últimos meses cualquiera entraba en pánico al oir “Allahu Akbar”: “Alá es grande”, en árabe. La modalidad que desarrolló este hombre se asemeja bastante a los secuestros virtuales. Éstos consisten en recibir una llamada pidiendo dinero por la liberación un familiar que supuestamente acaba de ser secuestrado por una organización criminal. Aprovechan que en un determinado espacio de tiempo el familiar no pueda coger el teléfono (se encuentra en un avión o similar) y la familia, ante la duda de que sea cierto, accede al pago. Normalmente son cuantías económicas elevadas, por lo que cuando descubren que todo era una farsa, suelen acudir a denunciar. Pero A. O. G., el supuesto yihadista detenido la semana pasada por la Policía Nacional, había refinado la ténica y se había servido del impacto que causa el terrorismo yihadista en el subconsciente de cualquiera.

Fuentes de la investigación explican que escogía a sus víctimas más o menos al azar. No tenían que ser de ningún gremio concreto: farmacias, joyerías, almacenes de construcción... si veía que tenían chalé o coche bueno, eran posibles presas. Solían ser pequeños empresarios de su entorno cercano (cambiaba habitualmente de domicilio, como los delincuentes profesionales) principalmente de Madrid y Andalucía y les estudiaba en redes sociales: miembros exactos de la familia, aficiones de cada uno... Si veía mucha información, era una presa potencialmente sencilla. Después, se encargaba de pulir la investigación y seguía a algunos familiares de su víctima para conocer horarios escolares, citas médicas... cualquier dato que diera fuerza a su discurso. Por último, llamaba al empresario (autónomo o pyme) y le hacía creer que era un yihadista reclamando una especie de impuesto revolucionario. No pedía más de 1.000 o 2.000 euros, una cantidad asequible para cualquiera, no como los de secuestros expres falsos.

Les amenazaba con matar o incluso violar a miembros femeninos de la familia, según explicó la Jefatura Superior de Madrid en una nota de prensa. Solía aportar descripciones muy precisas para asustar a su víctima: número de hijos, actividades cotidianas de la familia... Y les hacía advertencias del tipo: “¿A qué ahora mismo tu mujer está en el médico?”. Surtía efecto. En alguna ocasión, incluso, montaba una pistola cerca del teléfono para transmitir miedo con el sonido. Hasta ahora se le han imputado ocho casos pero los investigadores están convencidos de que hay muchísimos más.

Una de las dificultades de la investigación fue que pedía que le ingresaran el dinero en cuentas extranjeras de repago, que tenía abiertas con identidades falsas. Al ser cantidades pequeñas, no se sigue el rastro de esos movimientos de dinero.

Se hizo cargo de la investigación el grupo de terrorismo yihadista de la Brigada Provincial de Madrid pero enseguida se dieron cuenta de que utilizaban el nombre de Al Queda como el impostor que utiliza una marca que sabe que tiene tirón. Así, sin ser terrorista, creaba alarma social. La semana pasada, muy trajeado y sentado en la terraza de una cafetería por Legazpi (los agentes esperaban que se reuniera con algún colaborador, pero no fue así) fue arrestado. El juez le ha enviado a prisión provisional por las causas que tenía pendientes.