Salamanca

«Discutimos y él me golpeó. Le disparé y huí sin saber que le había matado»

Desmiente que fueran pareja y reconoce que con él comenzó a consumir drogas

«Discutimos y él me golpeó. Le disparé y huí sin saber que le había matado»
«Discutimos y él me golpeó. Le disparé y huí sin saber que le había matado»larazon

El policía nacional, interno en la prisión de Estremera, confiesa los detalles del crimen del bar Villa Rosa en una carta enviada a LA RAZÓN.

El pasado 14 de agosto, la pelea entre dos amigos en el interior del bar que ambos habían puesto en marcha en el barrio de Hortaleza terminaba en tragedia. Cristian, policía nacional de 26 años de edad, disparó con su arma reglamentaria contra Iván. Cuatro horas después, los efectivos sanitarios que se habían desplazado al bar Villa Rosa alertados por los vecinos certificaban la muerte de Iván. El entorno de los dos jóvenes comenzó de forma inmediata a sospechar de Cristian. Tras 36 horas en paradero desconocidos, el agente era detenido en Salamanca.

En una carta remitida a LA RAZÓN, Cristian relata cómo era su relación con Iván y su intención de suicidarse tras ser consciente de que su amigo había muerto. Tres folios de su puño y letra, redactados desde el módulo en el que permanece recluido en la cárcel de Estremera, en los que reconoce haber cometido el crimen: «Empezamos a discutir fuertemente, él me golpea y yo, por el estado de ansiedad que tenía, saqué el arma y le disparé, sin saber que le había matado y pensé que se había desmayado». No menciona en la misiva haber herido a Iván con un arma blanca, tal y como confirmaron fuentes policiales el día de los hechos. Según el detenido, aquel jueves llegó hasta el bar alrededor de las 15 horas en taxi después de que Iván le citara para poner punto y final a su relación laboral. «El día 14 me levanto con dos horas de sueño, ya que habíamos cerrado el bar a las tres de la mañana, y me dirijo a Moratalaz, para realizar mi labor policial como escolta y en el transcurso de la mañana tuve una fuerte discusión por 'Whatsapp- y me dice que deja el bar. Yo me acerco con el ''K'' –el coche patrulla– a su domicilio y él me manifiesta que le he tocado los cojones y que se va, retira la mitad del dinero que había en la cuenta conjunta y que fuera a las 15 horas para llevarse la mitad del género del bar». De esta forma, Cristian incide en que el origen de las desavenencias entre ambos estaba en sus diferencias en torno a la gestión del bar y no en razones sentimentales. De hecho, Cristian relata también cómo Iván le reconoció su intención de abrir otro bar enfrente del Villa Rosa. En su relato de los momentos posteriores a la pelea en la que él disparó a Iván, señala que «fruto de la ansiedad que tenía por haber hecho eso me fui y cogí un taxi a Bilbao, ya que tengo familia allí, me hospedé en un hotel y allí, cuando subí a la habitación y vi las noticias, me di cuenta de que Iván había muerto. En ese momento, lo único que quería era pegarme un tiro en la cabeza». Piensa en suicidarse, ya que no entendía que «había quitado la vida» a quien consideraba su «hermano». Fue entonces cuando decidió trasladarse hasta la ciudad en la que finalmente fue detenido: «Al día siguiente, me fui a Salamanca con la idea de despedirme de mis padres, antes de suicidarme, pero los compañeros me localizaron y me detuvieron».

Cristian describe la estrecha relación que le unía con Iván. Cuenta que le conoció en un local de copas de Hortaleza hace un año. «Entablamos una gran amistad gracias a que él, pese a mi condición de policía, confiaba mucho en mí y pese a la negativa de sus amigos», de los que asegura que «muchos tenían antecedentes y se dedican a diversas cosas». Pese a ello, Cristian consiguió entrar en su círculo más cercano. «Él sabía que yo nunca le iba a fallar. Poco a poco sus amigos me dieron también su confianza». Con el paso del tiempo, asegura, «le cogí mucho aprecio porque en un momento en el que yo estaba muy jodido psicológicamente y moralmente me ayudó mucho». Niega, sin embargo, que se sintiera atraído por Iván. Apunta incluso que «en diciembre del año pasado tuvimos una fuerte discusión en la que nos dijimos de todo». El motivo de aquella pelea era, asegura, que ambos se sentían atraídos por la misma chica.

En otro momento de la carta, insiste en este extremo: «Es mentira que éramos pareja, ya que él tenía su novia y los dos éramos heterosexuales y de hecho discutimos por una mujer». Tras aquel primer desencuentro, Cristian e Iván hacen las paces –«en febrero volvemos a ser amigos»– y la relación se hace todavía más estrecha. Cristian subraya que cogió más aprecio a Iván tras saber que el padre de éste era «compañero», ya que trabaja como policía municipal en Hortaleza. «Es tal el aprecio que le tenía, que una noche de borrachera me tatuo en mi brazo izquierdo ''HC'', Hermano Coletas, que es cómo se le conocía a Iván en el barrio».

La relación con Iván lleva a Cristian «a dejar de lado» a sus amistades. «Todos los fines de semana, salía con Iván y sus amigos. Consumíamos cocaína y diversas drogas, cuando en ningún momento de mi vida y menos desde que soy policía, desde los 19 años, había probado la droga». Y destaca, incluso, que la idea de poner el bar fue un gesto de generosidad hacia Iván: «En el mes de julio de este año, estando de copas con Iván, hacemos amistad con el dueño del bar Villa Rosa. Le pregunté si me vendía el bar. Me dijó que sí y yo le dije a Iván que para mí era mi hermano y que como estaba sin trabajo lo hacía por él, que yo no quería ganar dinero con el bar, sólo que él tuviera un trabajo».

Finalmente, Cristian se arrepiente de lo sucedido. «Quiero aclarar que Iván era y sigue siendo mi hermano y nunca entenderé por qué a la persona que más he apreciado, quitando mi familia, le he quitado la vida, ya que es la única persona que echo de menos en prisión (...). Y aprovecho estas líneas para decirle a los padres de Iván que si con mi vida, yo pudiera volver a hacer que Iván estuviera de nuevo aquí, lo haría sin problema».