Educación

El colegio que convierte en palabras el silencio

Uno de los alumnos de Educación Infantil del colegio Tres Olivos con discapacidad auditiva abraza a su profesora
Uno de los alumnos de Educación Infantil del colegio Tres Olivos con discapacidad auditiva abraza a su profesoralarazon

El Colegio Tres Olivos intregra a alumnos sordos en sus clases. Los niños con discapacidad auditiva logran superar la nota media de las pruebas en la región

En las aulas del Tres Olivos se aprende a escuchar el silencio. Aquello de gritar todos a la vez, de interrumpir al compañero o de hacer ruido mientras alguien habla está más que superado. Si lo hicieran, lo saben antes incluso de aprender a hablar, estarían discriminando a sus compañeros sordos. Niños y adolescentes con discapacidad auditiva que, en este colegio, representan el 10% del total. Su integración en un entorno de oyentes ha convertido a este centro en una referencia internacional desde su fundación hace ahora trece años.

«Mañana más», repite insistentemente Alberto al salir del comedor sin soltar el babi de su compañero de fila. Es uno de los alumnos con discapacidad auditiva de Educación Infantil y un buen ejemplo de que la sordera con la que estos niños nacieron no ha sido una barrera insalvable. Siete sesiones semanales de logopeda, un profesorado con vocación de atender a este tipo de niños, y talleres con presencia de los padres son algunas de las recetas que explican el milagro. «De pequeños, aprenden sólo lo que tú les enseñas y lo que tú les das. Por eso, cuando el niño dice ''idiota'' o ''tonto'', los padres se alegran porque han comenzado a funcionar los mecanismos para que se hagan con el lenguaje que les ofrece la sociedad», subraya Adoración Juárez, directora y alma máter del Tres Olivos.

La iniciativa, que además de colegio es «como una familia» según sus docentes, echó a andar en 2001 con 300 alumnos. Ahora cuenta con más de un millar, de los que 102 son sordos. «Es un proyecto singular porque la idea partió de una asociación de padres sordos. Decidimos crear la Fundación Dales la Palabra, porque la educación de estos niños requiere de una visión más amplia que la de una escuela ordinaria. El Ayuntamiento nos dio un terreno, pensamos al principio en la edad obligatoria pero luego nos dimos cuenta de que con niños con ciertas patologías, la prevención y la edad temprana es fundamental». La actuación temprana sobre los niños sordos es una de las claves para que puedan desarrollar sus capacidades comunicativas. Niños que, con apenas seis o siete meses, incorporan a su día a día un compañero de por vida, el implante coclear que les permite tener audición y desarrollar el lenguaje hablado.

La otra clave está en la convivencia entre sordos y oyentes. «Háblale de frente, háblale despacio, enséñale lo que le estás contando». Desde pequeños, los niños sin problemas de audición llevan grabados a fuego estos mandamientos para que sus compañeros les entiendan. Y el colegio presume de los resultados de esa integración: en las pruebas de Lengua y Matemáticas que realiza la Comunidad en sexto de Primaria, los alumnos con discapacidad han logrado resultados superiores a la media de los centros de la región. La primera generación de alumnos que pasaron por estas aulas ya está en segundo curso de la universidad. E incluso, el pasado septiembre, una alumna sorda profunda dejó el Tres Olivos porque el Colegio Británico aceptó su solicitud de matrícula gracias a los avances logrados en este idioma. «El caso de esta alumna es como cuando se casa un hijo. Es una satisfacción y una pena, pero lo importante es que los alumnos sordos sean libres de elegir lo que quieran», remarca la directora. Y ese trabajo, según sus responsables, tiene su fruto: «Además de integrados, conseguimos alumnos proactivos e independientes. Cuando llegan a la universidad son capaces de ir al profesor para decirle que necesitan estar en primera fila, que necesitan los apuntes antes de las explicaciones». Todos estos éxitos, en palabras de Dori –como la llaman por los pasillos los más peques– «demuestran que lo que estamos haciendo es válido». Refrendos a esta tarea educativa que trascienden lo académico. Al contrario de lo que sucedía en los primeros años del colegio, ahora los niños sordos también son invitados a los cumpleaños. «Los padres tenían miedo de que el implante de estos niños se rompiera, de no saberse comunicar con ellos. Ahora ya no».

Conectados con el profe por «pinganillo»

Para que los niños sordos sigan las explicaciones sin problemas, los profesores hablan a través de un sistema (frecuencia modulada) que, como el pinganillo de los presentadores de TV, está conectado a los implantes cocleares. Así escuchan al profesores sin interferencias. Otra de las claves está en el respeto al silencio. Por ello, las clases están insonorizadas, los estuches de metal están proscritos y las mesas y las sillas están protegidas.