Ayuntamiento de Madrid
El emblema de Madrid cumple los 50
El monumento del oso y el madroño de la Puerta del Sol, uno de los más fotografiados y reconocibles por los turistas de la capital, celebra este enero su aniversario.
El monumento del oso y el madroño de la Puerta del Sol, uno de los más fotografiados y reconocibles por los turistas de la capital, celebra este enero su aniversario.
Seis emblemas de la ciudad de Madrid se concentran en el reducido espacio de la Puerta del Sol: la estatua de la Mariblanca, la ecuestre de Carlos III, el anuncio luminoso del Tío Pepe, la loseta que marca el kilómetro 0, el mítico reloj de la Real Casa de Correos y la estatua del Oso y el Madroño. Esta última anda de cumpleaños. El símbolo en bronce del escudo de Madrid, cumple 50.
19 de enero de 1967. El alcalde de la Villa, Carlos Arias Navarro, acompañado de distintas personalidades, saluda a los miembros de la Banda Municipal. En la Puerta del Sol, entre la calle de Alcalá y la carrera de San Jerónimo, frente a lo que fue el Hotel París y el café de la Montaña, el primer edil descorre la cortina que cubre la escultura dedicada a las armas heráldicas de la ciudad: el oso y el madroño, en piedra y bronce, obra del escultor Antonio Navarro Santafé. El grupo pesa unas 20 toneladas y mide 4 metros de altura. Descansan el oso y el madroño sobre un pedestal cúbico escalonado, hecho de granito, y se convierte en uno de los elementos más representativos de la ciudad.
Un año antes, en 1966, la comisión de Cultura del Ayuntamiento, decide que Madrid debe tener un grupo escultórico que represente los elementos del escudo de la ciudad, como símbolo de referencia histórica. Si Copenhague tiene su Sirena, Bruselas su Manneken Pis y Berlin su Oso, la capital de España había de tener la representación de su escudo: el Oso y el Madroño. El delegado del servicio de Educación y Cultura, Antonio Aparisi, entra en contacto con Navarro Santafé para hacerle el encargo.
Curiosamente no fue la Puerta del Sol el primer escenario barajado para situar la escultura. Se pensó en primera instancia que fuera la plaza de las Descalzas o de San Martin, que acababan de ser reurbanizadas. Finalmente se consideró que el lugar más apropiado era la Puerta del Sol, junto a la estatua de la Mariblanca. Y precisamente ahí, en tan céntrico y emblemático enclave, es donde se ha convertido en uno de los monumentos más fotografiados de Madrid.
El 15 de noviembre de 1966, la Comisión de Gobierno aprobaba un gasto de 250.000 pesetas para la realización del monumento.
El monumento no ha permanecido en el mismo sitio en estos cincuenta años. En 1984, con motivo de las obras de remodelación que se llevaron a cabo en la Puerta del Sol, con las polémicas farolas «supositorio», la estatua se trasladó al punto donde comienza la calle del Carmen. En 2009, tras concluir nuevas obras en la Puerta del Sol, y la estación de cercanías de Renfe, el Oso y el Madroño volvió a su emplazamiento original, en el que permanece actualmente.
Una mañana de enero de 2015, algunos curiosos advirtieron que la parte superior de la peana del monumento se había desplazado unos diez centímetros. Empleados de una óptica próxima, fueron los que pusieron en el conocimiento de las autoridades municipales esta circunstancia. Técnicos del Ayuntamiento comprobaron que, efectivamente, se había producido ese desplazamiento, y rápidamente lo subsanaron. Nunca se pudo averiguar qué había ocurrido. Quizá se trató de un acto de gamberrismo, pero parece imposible que alguien pueda mover esa mole; se baraja también la posibilidad de que el desplazamiento se produjera por el impacto de alguna maquinaria pesada, aunque tampoco se advierten marcas que corroboren esta hipótesis. Y ahí quedó el interrogante.
El mismo año en el que se descubrió el monumento en la Puerta del Sol,se inauguró en el parque de Berlín la estatua del Oso de Berlín, símbolo de la capital alemana. Curiosamente el escultor es el mismo que hizo la estatua del Oso y el Madroño, Navarro Santafé. El Ayuntamiento aprobó un gasto de 132.000 pesetas para este menester. El 9 de noviembre, el alcalde de Madrid, Arias Navarro y el embajador de la República Federal de Alemania acudieron hasta este parque para inaugurar la estatua y, de esta forma, en el espacio de sólo unos meses la estatuaria de la capital de España sumó dos nuevos osos. Además ese año de 1967, Madrid conoció otra inauguración importante: la entrada en servicio del túnel de enlace entre las estaciones de Atocha y Chamartin.
La escultura del oso y el madroño es el tercer monumento más fotografiado de Madrid por los turistas que nos visitan, tras la fuente de la Cibeles y la Puerta de Alcalá. Pero los orígenes de esta heráldica son una incógnita para muchos madrileños. ¿Por qué el oso y el madroño son los emblemas heráldicos del escudo de Madrid? La primera vez que en el escudo de la villa y corte aparecieron un oso rampante y un madroño frutado, es en el siglo XIII. Anteriormente, las armas incorporaban únicamente un oso en actitud pasante.
Con el oso y el madroño se quiso simbolizar el acuerdo adoptado por el municipio y el Cabildo de Curas y Beneficiarios, después de un largo litigio por el control de los pastos y árboles. Fruto de ese acuerdo, los pastos pasaron a ser propiedad del Cabildo y los árboles, del Concejo. La elección del oso se debió a la gran cantidad de estos animales que poblaban los bosques madrileños; en cuanto al madroño, era un arbusto muy abundante, aunque los primeros fueron traídos de tierras catalanas.
¿Oso u osa?
A partir de ese momento surgió la controversia: ¿oso u osa? Algunos se inclinaron por que era una hembra, en representación de la Osa Mayor, que bien se apreciaba en las noches claras de Madrid. Pero no paran aquí las hipótesis de los eruditos, pues hay quien asegura que el oso es el homenaje al rey Alfonso XI, que cazó un oso pardo en los montes cercanos a Madrid, quizá en el de El Pardo. Respecto al madroño, pudo considerarse el que sus hojas eran un buen remedio contra la peste, tan frecuente y mortal en aquellos tiempos.La estatua más emblemática de la ciudad de Madrid es ya cincuentona. Larga vida al oso, u osa, y que el madroño siga dando frutos de buena suerte a esta ciudad. ¡Ah!, y que no venga algún progre y nos lo expropie, por considerarlo una antigualla, que todo puede pasar.
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