Festivales de Música
Mad Cool: ¿el «show» debe continuar?
Tras el fallecimiento el viernes de Pedro Aunión, y con el consejo de las fuerzas de seguridad presente, el festival decidió no cancelar las actuaciones programadas.
Tras el fallecimiento el viernes de Pedro Aunión, y con el consejo de las fuerzas de seguridad presente, el festival decidió no cancelar las actuaciones programadas.
a situación parece sacada de la serie británica «Black Mirror». Un suceso truculento, una cámara en directo, la multitud mirando. Recordemos: un acróbata cae al suelo desde 20 metros en el contexto de un festival de música. Pedro Aunión fallece justo antes de la actuación más esperada del día. El público lo ve en directo y las redes sociales incluso difunden vídeos del accidente. Sin embargo, el «show» continúa mientras la grúa sostiene en el aire la cabina vacía, testigo de lo que acaba de suceder. Cuatro horas después del accidente, el festival Mad Cool emitió un frío comunicado lamentando lo sucedido. El debate moral estaba servido.
Para muchos, la música debía haberse detenido. Un artista acababa de fallecer en directo. Motivo más que suficiente para parar, por respeto. Sin embargo, ¿qué hizo el público? ¿Se fue masivamente a casa? No, la mayor parte permaneció ante el escenario principal, mirando de reojo o con morbosa curiosidad a la grúa que se balanceaba en el aire y a la zona acotada donde la Policía científica investigaba la escena del accidente. Mientras, Green Day ofrecía el concierto más esperado del fin de semana. Hubo una minoría de asistentes que se marchó. Todo el mundo quería su concierto, su fiesta, habían pagado por ella.
Las redes sociales seguían ardiendo 24 horas después con indignación por la falta de sensibilidad del festival al mantener la programación. Sin embargo, el tema ofrece muchas aristas. ¿Se habría suspendido si el accidentado es un camarero? ¿O si es un miembro del equipo técnico? ¿Qué habría pasado si la caída no se emite por la pantalla de televisión en directo? La espectacularidad de lo sucedido, que podría dar lugar a un debate de semiología, condiciona los hechos y se presta a todo tipo de demagogias.
Durante la noche del accidente, las reacciones fueron diversas. Green Day aparecieron en el escenario con media hora de retraso. La banda no fue informada de lo sucedido hasta después del concierto, según algunas personas cercanas por decisión de su mánager. De haberlo sabido, es probable que nunca hubiesen actuado. Los californianos publicaron un mensaje de condolencia al terminar el concierto en su Twitter. Hay que insistir: el público tomó su decisión también. Casi nadie abandonó el lugar y la noche transcurrió sin incidentes hasta la madrugada. Slowdive, en cambio, cancelaron su actuación, aunque no se ofrecieron más explicaciones sobre las causas. La banda británica, en su red social, aclaró que «no le pareció apropiado tocar debido al trágico suceso». Los noruegos Royksopp aparecieron en escena una hora más tarde de lo previsto en lo que se hizo una espera eterna. Hasta las 05:00, la actividad en la parada del taxi era febril.
Ánimos caldeados
Ante el aluvión de críticas, el Mad Cool emitió un comunicado: «Si el festival no paró en el momento de los hechos fue porque en una decisión coordinada entre los responsables de seguridad y los cuerpos de seguridad del Estado se desaconsejó hacerlo para prevenir un movimiento incontrolado de gente, ante una posible conducta reactiva por una cancelación con 45.000 personas dentro del recinto. Ante el desconocimiento de una parte importante del público, se podrían producir situaciones de pánico y tensión que habrían sido contraproducentes y arriesgadas».
Por otra parte, y de lo que no habló la organización, está el perjuicio económico que se habría sufrido, al tener que desalojar, pagar el caché de los artistas y dejar de ingresar en concepto de consumiciones. Ningún seguro cubriría las pérdidas por la eventualidad de un accidente de esas características y las pérdidas habrían sido millonarias.
La cuestión de la seguridad y las condiciones laborales también estuvo candente y la Unión Estatal de Sindicatos de Músicos convocó una protesta en uno de los accesos del festival por «seguridad y condiciones dignas» de trabajo. Su portavoz, David García Arístegui, lamentó que desde la organización no se «informase con más sensibilidad y rapidez», pero rechazó que el festival debiera cancelar las actuaciones. «No, esa no era la solución. Hay que tener en cuenta la gestión de este tipo de eventos y hay que comprender que se toman decisiones en pocos minutos», declaró a este periódico. Sobre el factor económico, García no quiso hacer especulaciones. «Nos preocupa más la falta de tacto, la precariedad laboral de los trabajadores del festival y la preocupante falta de condiciones de seguridad en los festivales». CC OO de Madrid emitió un comunicado en el que considera «inadmisible» que no se suspendiera el festival. Para la organización, fue una «falta de respeto que el espectáculo continuara» y, por su parte, UGT pedía responsabilidades a la organización y al Ayuntamiento. A la entrada del Mad Cool, varias decenas de personas se sumaron a la convocatoria de protesta con consignas como «Accidente laboral, terrorismo patronal», «El precio de un abono no vale una vida» y «Vergüenza», dirigidos entre la organización y los asistentes.
La situación parece diseñada por un guionista de «Black Mirror»: miles de personas bailando después de un terrible suceso, retransmitido en directo. ¿El «show» debe continuar? ¿Qué piensan ustedes?
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