Madrid

El mercado negro de los pisos turísticos

Reportaje / La «turistificación» del centro. Las viviendas de uso turístico se han disparado en un 78,8%. En Madrid, el 90% son ilegales. Carmena ya busca la fórmula para ponerles coto

Un turista recorre las calles del barrio de Malasaña, uno de los más afectados por la «turistificación», con una maleta
Un turista recorre las calles del barrio de Malasaña, uno de los más afectados por la «turistificación», con una maletalarazon

Las viviendas de uso turístico se han disparado en un 78,8%. En Madrid, el 90% son ilegales. Carmena ya busca la fórmula para ponerles coto

La «economía colaborativa» y las nuevas tecnologías están cambiando la forma de hacer turismo y de visitar una ciudad. Webs como AirBNB y Homeaway, que posibilitan que un particular ponga, de manera puntual, su casa en alquiler durante cortos períodos de tiempo, hacen más fácil el alquiler de viviendas y apartamentos turísticos para estancias breves. Sin embargo, hay personas que, a través de estas plataformas, destinan sus pisos únicamente al alquiler vacacional, lo que provoca que en determinados barrios suban los precios del alquiler y que los vecinos poco a poco se vean obligados a marcharse, como ocurre en algunos distritos de Madrid.

Mes a mes aumentan las viviendas que se anuncian en estas páginas. De acuerdo con un informe de Exceltur, una asociación que engloba a las empresas turísticas más importantes de España, las plazas en viviendas de uso turístico en este tipo de plataformas aumentaron un 74,8% en España, una parte de los que algunos actúan sin licencia y son ilegales.

Los hoteleros madrileños, ya han exigido una regulación «eficaz» para competir «en igualdad de condiciones», lo que, en su opinión, pasa por «desarrollar una legislación efectiva» y «sanciones para aquellos que se salten la normativa». Al no haber un marco legal claro, los ayuntamientos están tomando cartas en el asunto: Barcelona ya ha impuesto multas a las plataformas de alquiler de pisos turísticos, como AirBnb y HomeAway, y ha cerrado las licencias a más apartamientos turísticos y a hoteles.

Madrid abrió expediente a 153 pisos durante el verano y ahora busca la fórmula urbanística para imitar las medidas de Colau. Las restricciones, dicen, «no están destinadas a combatir a los que alquilan una habitación libre para cuadrar sus ingresos, sino a los empresarios que actúan al margen del sistema de alquiler turístico tradicional». En palabras de Mar de Miguel, secretaria general de la Asociación de Hoteleros de Madrid, «más del 50% de las viviendas de alquiler de uso turístico no están registradas». Según un estudio publicado en enero por el Ayuntamiento de Madrid, más del 90% de los pisos que se ofertan en las plataformas de internet no disponen de la correspondiente licencia.

En la capital, el número de pisos dados de alta como turísticos en el registro de la Comunidad de Madrid es de tan solo 933; mientras que, en plataformas como AirBnb (de alquiler de pisos turísticos) hay 10.442 alojamientos ofertados.

Malasaña, es uno de los barrios donde más alojamientos anunciados hay. Los responsables del medio online «Somos Malasaña» explican que en los últimos dos meses se ha producido «un incremento de un 15% de pisos turísticos anunciados». Según las inmobiliarias que trabajan en la zona, el perfil de los propietarios de los pisos ha cambiado en los últimos tiempos: ahora, en su mayoría, son inversores que pagan al contado. «Es muy difícil ver parejas jóvenes», porque «los alquileres para un período superior al año son carísimos». Confirman también que gran parte de los pisos que se alquilan pertenecen a familias «que se van del barrio» porque ha dejado de ser familiar y está tomado por turistas. Otras de las consecuencias es el precio del alquiler. El metro cuadrado en los barrios de Universidad y Justicia ya alcanza los 3.200 euros. El alquiler de un piso de 40 metros cuadrados es de 800 euros, una cifra que sube hasta los 1.000 cuando se busca un piso de 80 metros cuadrados.

En la parte contraria de este fenómeno están los «anfitriones» o propietarios que alquilan sus apartamentos a través de AirBnb. Defienden que en sus establecimientos el precio de una noche oscila entre los 80 y los 160 euros por lo que, como explica un empresario que gestiona varios edificios de viviendas turísticas, obtiene «más ingresos por alquiler vacacional que por temporadas enteras, aunque «implica más gastos de gestión, limpieza y más responsabilidad».

Según este empresario, «ningún residente del barrio ha sido expulsado», ya que su «modelo de alquiler no es incompatible con colaborar con empresas de desarrollo e inversión, así como facilitar un arrendamiento estable» porque tiene «pisos disponibles para alquileres de temporada», aunque reconoce que en su mayoría estos están ocupados por estudiantes extranjeros que vienen a estudiar a la capital y no por familias que deseen quedarse a vivir en el barrio. El anfitrión cree además que la llegada de visitantes es positiva para el desarrollo de la ciudad: «Los turistas gastan en restaurantes y bares de la zona». «Las ciudades cada vez son más internacionales» continúa, y «Madrid está siendo de las últimas grandes capitales europeas en adoptar este modelo», sentencia.

Otro de ellos, que tiene la propiedad de casi la totalidad de un edificio en Malasaña explica que «la explosión de este tipo de turismo no perjudica a la comunidad, trae beneficios a los comercios de proximidad». Un fenómeno que, en palabras de este empresario «se llama progreso».