Madrid Arena
«Flores me ordenó no hacer requisa y que entraran todos»
La fase de instrucción del «caso Madrid Arena» se encuentra en su recta final y al principal imputado, Miguel Ángel Flores, no se le presenta un panorama muy halagüeño. Por eso, a falta de apenas un par de semanas para el cierre de esta parte del proceso judicial, el empresario solicitó declarar ante el juez Eduardo López Palop, que lleva la causa como titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid. Las pruebas que hay en su contra son bastante elocuentes, así como las declaraciones de imputados y testigos de la trágica noche de Hallowen de 2011 en el pabellón Madrid Arena. Una de las trabajadoras de Seguriber, que acudió a declarar ante Palop el pasado mes de abril y cuya declaración viene recogida en el último tomo del sumario –al que ha tenido acceso este periódico– le acusa de ordenarla descuidar la seguridad, precisamente su trabajo. María Soledad Santos, empleada de Seguriber (había participado en una veintena de eventos en el mismo recinto antes de la tragedia) solía acudir a trabajar como empleada de refuerzo y no de forma habitual.
Su función aquella noche era la requisa a las puertas del pabellón municipal, el primer filtro que debían pasar los jóvenes que acudían a la Thriller Music Park, donde el artista principal era el Dj Steve Aoki. Así, esta empleada debía requisar bebidas alcohólicas, vidrio, explosivos como vengalas o petardos y armas (blancas o de fuego) a los asistentes.
Ella se encargaba principalmente de las chicas: las pedía que abrieran el bolso o mochila y, además, palpaba las pertenencias para asegurarse que no había nada peligroso en los bolsillos interiores o camuflados bajo alguna prenda de ropa, según explicó en sede judicial. Con ella había otros siete trabajadores desempeñando las mismas funciones aunque por regla general sus compañeros varones se encargaban de la requisa a los chicos y ella a la de las mujeres. Según recoge el sumario, la testigo aseguró que, en un momento de la noche, pasadas las dos de la madrugada, se acercó a ella el señor Flores, al que conocía previamente de vista y la dijo «que no se hiciera la requisa, que tenía que pasar mucha gente». De esta forma el jefe de Diviertt y organizador de la fiesta de Halloween, habría dado órdenes a sus empleados para desatender la seguridad del evento sin importarle, al parecer, que los jóvenes pudiesen introducir algún objeto peligroso en el interior de las mochilas o incluso algún explosivo o armas. Lo único que parecía preocupar al empresario, según se desprende de la declaración de la testigo, era que entrara todo el mundo al pabellón. Y eso, a pesar de que los asistentes ya estaban en esos momentos hacinados en la pista central.
Pero la testigo tuvo dudas acerca de las imprudentes instrucciones del empresario y, ante la duda sobre qué hacer, llamó a su jefe, Juan José Paris Nalda (coordinador de vigilantes de Seguribar aquella noche) para comunicarle lo que el máximo responsable del evento acababa de ordenarla. Su jefe, sin embargo, la respondió «que no, que siguiera haciendo la requisa normal», declaró la testigo. Pero más tarde, unos 20 minutos después, se acercó un portero (de Kontrol, 34) y le repitió lo mismo que Miguel Ángel Flores, «que tenía que entrar más gente y que dejaran la requisa». Entonces volvió a llamar a su superior (Paris Nalda) y éste le preguntó si tenía cerca a Paco del Amo, responsable de Madridec. Ella lo vio por allí y su superior le dijo que le preguntara a él y que hiciera lo que éste le dijera. Eso hizo la testigo. Del Amo le ordenó que siguiera con la requisa pero «que fuera más ligera, menos exhaustiva». A pesar de esta indicación, la empleada siguió haciéndolo «más o menos igual que antes», declaró.
Con respecto a las instrucciones previas acerca de la seguridad del evento, la empleada aseguró que nadie les dijo el reparto de funciones entre Seguriber y Kontrol, 34 pero que se organizaron como siempre, al ser distintas empresas. En este sentido, la empleada de Seguriber asegura que sí vio a los controladores de acceso solicitar carnés de identidad a los jóvenes y sacar a algún asistente a las filas, en contra de la línea de defensa que sigue el abogado de Kontrol, 34 de que esa noche no eran controladores de acceso. La testigo se enteró de la tragedia porque un portero se acercó corriendo a otros controladores de acceso que había al lado de ella y les dijo que había habido una «avalancha». Entonces se fueron todos para dentro y comenzaron a sacar como pudieron a los jóvenes de la montaña humana en la que se convirtió uno de los pasillos del pabellón.
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