Comunidad de Madrid
La gran fuente de agua de la región, abierta a los vecinos
El Canal de Isabel II recibe a 300 madrileños en instalaciones como la presa de El Atazar
Parece sencillo algo tan rutinario como abrir el grifo y poder disfrutar de agua potable; sin embargo, hay detrás un complejo proceso que lo hace posible. Mañana será el último día de jornada de puertas abiertas al público que explicará los métodos que el Canal de Isabel II Gestión realiza para llevar una de las necesidades más primarias de los ciudadanos hasta sus hogares, así como su posterior recogida, limpieza y devolución a los ríos en condiciones óptimas.
Cerca de 300 madrileños visitarán las instalaciones de El Atazar, Torrelaguna, Móstoles y Majadahonda, en donde se encuentran uno de los embalses del río Lozoya, la potabilizadora, la depuradora y el centro de control con las microturbinas de generación eléctrica en la red de abastecimiento, respectivamente.
Los visitantes que, en concreto, tengan curiosidad por conocer la presa más importante del sistema de abastecimiento de la Comunidad de Madrid, podrán acercarse a la sierra, donde se erige una estructura de hormigón de imponentes dimensiones, más de 134 metros altura en forma de bóveda gruesa, dividida en 21 bloques. Una oportunidad que permite visitar una de las ocho galerías que, con una extensión de 8 kilómetros de largo, recorren el interior de la presa. Así, adentrándose en el cuerpo anatómico de este gigante, comprenderán su funcionamiento de la mano de los coordinadores de Educa Canal, quienes les acompañarán y guiarán en su aventura.
Tras su entrada en servicio, hace 44 años, el embalse de El Atazar, como quinto y último del conjunto que administran la cuenca del río Lozoya, presta un servicio de abastecimiento de agua a la región, con una capacidad de almacenar más de 425 hectómetros cúbicos, esto es casi la mitad del total del agua de la que se nutre la Comunidad de Madrid y sería suficiente para saciar a los 6,2 millones de ciudadanos por un año. También aprovecha la fuerza del agua para transformarla en energía hidroeléctrica y deriva una parte para el caudal ambiental. Para el mantenimiento de sus cimientos se practican métodos avanzados de auscultación para detectar las filtraciones y presiones de un esqueleto que «se mueve 2 centímetros al año». Así se desempeña una laboriosa tarea que precisa la colaboración de muchas personas para «prestar agua de excelente calidad» por parte de una «empresa pública, comprometida con sus ciudadanos», reconoció Ángel Garrido, presidente del Canal de Isabel II.
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