Ciudad Lineal
La Policía criba matrículas para dar con el pederasta
Los agentes encargados de detener al pederasta que desde hace meses ha abusado o intentado abusar de varias niñas en el distrito de Ciudad Lineal trabajan, ante la falta de pistas concretas que puedan conducir de inmediato a su arresto, en un vasto y metódico plan, casi matemático, con el que confían obtener resultados en el plazo más breve posible, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras de la «operación Candy». Los detalles del operativo se mantienen, lógicamente, en secreto, pero se sabe que ha sido utilizado, con excelentes resultados, en otros casos en que parecía imposible dar con el paradero de los delincuentes, entre ellos los integrantes del algún comando de ETA o individuos que, por la repercusión de sus crímenes, causaban una gran alarma en la opinión pública.
Se trata de una estrategia que, sobre el papel parece sencilla, pero que requiere del trabajo metódico de muchos agentes, a los que no se les puede escapar ningún detalle, por mínimo que sea. El pederasta se cree seguro porque, antes de raptar a las niñas, comprueba que no haya cámaras que le puedan captar a él o al coche que utiliza para sus fechorías. Después de consumado el delito, lava a sus víctimas con el fin de no dejar rastros de ADN. «El crimen perfecto», debe pensar este individuo en una actitud muy propia de fanáticos y trastornados; pero está muy equivocado y no tardará en comprobarlo.
Así, los agentes estarían cribando matrículas en los días anteriores, los dos días de la agresión (se centran en las agresiones del 10 de abril y 17 de junio) y las jornadas posteriores e ir descartando todas las que pertenezcan a vecinos y trabajadores de la zona. El trabajo es muy laborioso, pero podría estar dando sus frutos. De las matrículas que coincidan los dos días, se consultarían a quiénes pertenecen. Lo facil sería que el titular figurase en archivos policiales de pederastia pero la realidad no siempre es tan sencilla y, a expensas de un golpe de suerte, una vez obtenidas las matrículas que coinciden los dos días, comienza otra fase de la tarea de investigación. La Jefatura Superior de Policía de Madrid, y en concreto los agentes de las unidades de Policía Judicial, tienden día a día una tela de araña en la que, más pronto que tarde, caerá el agresor sexual, alguien que si algo tiene que desear es ser detenido por las Fuerzas de Seguridad antes de que esos padres tengan conocimiento de su identidad.
La investigación que están llevando a cabo los agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Brigada Provincial de Policía Judicial está siendo un auténtico «trabajo de chinos». La presión por resolver el asunto dadas las especiales y delicadas características del mismo los empuja a trabajar a destajo y, después de muchas semanas de investigación, ya se encuentran más cerca de su identificación. La especial dificultad del caso ha venido propiciada por la casi imposibilidad de contar con un testimonio fiable sobre el que comenzar a trabajar. No sólo porque se trata de niñas muy pequeñas a las que resulta muy complicado sacarles un relato coherente o detalles de lo sucedido (descripción de los lugares en los que estuvo o características del individuo en cuestión). El autor de los hechos les proporciona narcóticos por lo que la memoria de las pequeñas es aún más vulnerable. En realidad, los investigadores sólo han contado con el testimonio de la menor agredida el pasado 10 de abril, de nueve años de edad y bastante «espabilada» para su edad. Recordaba cosas, pero muchas han sufrido contaminación y ha llevado a los agentes a tomar líneas de investigación que no conducían a ninguna parte. Otro de los hándicaps de este caso ha sido la cantidad de llamadas falsas que se han recibido. Algunos perturbados haciéndose pasar por el pederasta, gente anónima asegurando conocer quién era, qué coche tiene y hasta dónde vive y, sobre todo, la gran cantidad de informaciones cruzadas entre los vecinos de Ciudad Lineal sólo han conducido a complicar aún más la investigación.
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