Sucesos
Antonio se suicidó en el aniversario de la denuncia por maltrato
El mismo día, un año antes, su mujer rompía todo vínculo con él. Se ha tardado varios días en identificarle. Al introducir sus huellas en la base de datos saltaron sus antecedentes.
El mismo día, un año antes, su mujer rompía todo vínculo con él. Se ha tardado varios días en identificarle. Al introducir sus huellas en la base de datos saltaron sus antecedentes.
A nadie le importó la ausencia de Antonio, nadie le echó de menos, como si su presencia en este planeta le diese igual a todo el mundo. Quizá fue culpa suya o quizá de los demás, es difícil juzgar, pero podía vivir como no hacerlo, porque ningún ser humano le saludaba por las mañanas, ni le deseaba «buenos días», ni le daba abrazos, ni tampoco le espetaba un «¿cómo vas?» al coincidir en el rellano de la escalera. Antonio, sin embargo, a sus 68 años había vivido mucho. Se enamoró de una mujer hace más de cuatro décadas y se acabó casando con ella. Fruto del matrimonio nacieron dos hijas. Trabajó durante años en el sector de la construcción. De su vida poco más se sabe, de momento. Paradójicamente se conoce más de su muerte. Es el cadáver que apareció en el hueco de un ascensor del Hospital Universitario de La Paz de Madrid.
El día 2 de julio las cámaras de seguridad lo vieron deambular por la planta 12 del centro médico. Hay una justo frente a los dos ascensores, pero sólo graba las puertas de uno de ellos, no del otro. Por eso no se registró el momento en el que abrió con una llave especial las puertas y se arrojó al vacío. Ocurrió a eso de las 5:20 de la madrugada. Su aspecto era desaliñado, pantalones cortos y camisa de cuadros de muchos usos. Le registraron los bolsillos sin suerte. Nada llevaba encima que pudiera conducir a su identificación. Fotografía en mano se preguntó a los pacientes de todas las plantas, en la empresa de ascensores, entre los contratados del centro médico: sin éxito. También a los habituales de la zona, el del quiosco, el del restaurante, el vendedor de lotería... Algunos creyeron reconocerlo, pero nadie atinó. Se revisaron denuncias de desaparecidos recientes y más alejadas en el tiempo, pero en la criba de datos no se logró ninguna coincidencia. Se le dio difusión en los medios de comunicación de forma masiva por si algún vecino echaba de menos a alguien, familiar, amigo, etc., pero sin éxito. Tampoco los titulares llamativos: «El misterioso enigma del hombre muerto en el hueco del ascensor de La Paz» provocaron que alguien echase de menos a otro ser humano. Durante tres semanas los investigadores de la Comisaría de Fuencarral-El Pardo han removido cielo y tierra para dar con su identidad. Les sorprendía el silencio aunque finalmente lo han conseguido.
Han sido las huellas dactilares las que han dado la respuesta. Se sumergieron las falanges en una solución de amoniaco y agua para recuperar las crestas dactilares. Se ha ido con mucho cuidado y sin prisas, porque todas las demás vías de investigación llevaban a una calle sin salida. Mientras esperaban, los responsables del caso cruzaban los dedos para que al introducir las huellas en el SAID (Sistema Automático de Identificación Dactilar) se produjera un positivo. Y así fue. Antonio tenía antecedentes.
Todo apunta a que su vida comenzó a torcerse justo un año antes de arrojarse desde la planta 12 del hospital. En la misma fecha, 2 de julio pero del 2017, fue denunciado y detenido por malos tratos en el ámbito doméstico. Muchos se preguntan ahora si decidió poner fin a su vida coincidiendo precisamente con el aniversario o ha sido una simple coincidencia. Cuando las pesquisas policiales surtían efecto la coincidencia hizo que una de sus hijas acudiera el pasado viernes a comisaría a presentar una denuncia. Aseguró que llevaban sin saber nada de él desde hacía más de un mes.
Toda esta información se le remitió al juez encargado del caso que inmediatamente autorizó la entrada y registro del domicilio del fallecido. Sobre la mesa encontraron tres documentos. Una especie de carta en la que a sus hijas les decía: «Os quiero mucho». Sin embargo, en el mismo papel también verbalizaba sus frustraciones y algunos reproches de los que se desprende que se ha sentido abandonado por todo su entorno tras el divorcio. También sobre la mesa sus últimas voluntades. Dos documentos en los que hace testamento de sus bienes. Además una segunda llave maestra para abrir puertas de ascensores idéntica a la que encontraron junto a su cadáver.
Jubilarse le hizo «perder los nervios» y el divorcio le llevó a una depresión
Antonio estaba deprimido tras su jubilación y su posterior divorcio, según afirmaron ayer a LA RAZÓN varios vecinos de su bloque.
Manolo, ex vicepresidente de la comunidad de vecinos donde residía el sexagenario, relata que «hace unos años era un hombre muy colaborativo, siempre estaba pendiente de la comunidad de vecinos», ya que comenzó a vivir allí hace 25 años, pero todo empezó a cambiar cuando se jubiló.
Trabajaba en El Corte Inglés, en la parte destinada a almacenaje y reparaciones, y como parte de su rutina todos los mediodías tomaba café en el local que hay al lado de su bloque, el Bar Madrid. «Su mujer le decía que desde que ya no trabajaba estaba muy alterado, que perdía los nervios con facilidad», dice Manolo. A esta situación se sumó que el hermano del fallecido se instaló con la familia compuesta por su mujer y sus dos hijas, lo que propició más tensión en el hogar.
Este vecino explica que supo del divorcio porque hace unos meses la mujer y las hijas de Antonio dejaron de ir al domicilio familiar. Esta situación acrecentó el problema: «Después del divorcio dejamos de verlo». Tenía muchos olvidos como dejar las luces de su casa encendidas o dejarse las llaves puestas en su buzón. Sufría « ansiedad y depresión», asevera el vecino. A las declaraciones del ex vicepresidente se suman las de otros vecinos que también estaban preocupados por su estado de salud «porque estaba muy deprimido». Por otro lado, otra de sus vecinas asegura que «era un hombre muy retraído, no hablaba con nadie». Otro que conoce bien a la familia afirma que esta historia «tiene más trasfondo», pero no ha querido hablar de los supuestos malos tratos hacia su mujer.
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